martes, 13 de marzo de 2018

Corruptos al poder



La corrupción es un fenómeno que se ha presentado en la política y Colombia no ha sido la excepción, más bien, ha sido aceptada como parte de la política, incluso se le ha dado nombres con el fin de justificar el beneficio que se logra, cuando de manera directa se compra a un congresista, para apoyar o rechazar algún trámite legislativo, en este gobierno se conoce como la mermelada, la confianza inversionista, entre otros.

Pero si, solo se tratara de este tipo corrupción, los problemas no serían tan dramáticos y los políticos corruptos serían identificados y hasta se le podrían hacer un seguimiento a los dineros y con instituciones judiciales eficientes, estos no lograrían, desangrar tan fácilmente las instituciones del Estado.

Pero, resulta que en Colombia no solo se tiene la tradición desde que somos república de recibir algo a cambio por el voto, un trueque se llamaba a principios del siglo XX, consistía en recibir algo a cambio, por votar a determinado político. Así, esta práctica deshonesta se fue afianzando como ejercicio electoral. Es decir, un político compra su elección, lo cual se  entiende que espera llegar a recuperar su inversión, no solo eso, las astronómicas sumas con las que financian las campañas vienen de aportes de empresarios, mafiosos y otros cuantos delincuentes que esperan que su inversión sea retribuida, no solo con contratos, licitaciones, cambios de normas, beneficios para las farmacéuticas y todos los dineros que el Estado maneja.

Los dineros que se deberían utilizar para el beneficio del país, la construcción de obras de infraestructura, que permitan el desarrollo de determinadas zonas, escuelas, puestos de salud, además de servicios básicos, son devorados por empresarios, políticos, sin que estas obras lleguen a su fin, en muchos casos se constituyen en elefantes blancos, que solo contribuyen a empeorar la situación de los habitantes.

Pero la corrupción no solo se presenta en la contratación con el Estado, sino que esta ha cobrado dimensiones inexplicables, se puede decir, que todas las ramas del poder público e entidades públicas, han sido cuestionadas por hechos de corrupción, vale decir, que los responsables la mayoría de veces, no son judicializados y los que son, pagan sus laxas condenas en sus lujosas residencias producto del robo sistemático, algunos son obligados a devolver irrisorias sumas, mientras los bienes adquiridos producto del robo, son puestos en paraísos fiscales o en manos de terceros.

Sin olvidar que jueces y fiscales en la mayoría de veces son sobornados para que emitan determinadas condenas o peor aún, engaveten procesos, los cuales se han constituido como una banda delincuencial, que se ha tomado la justicia, las altas  Cortes, procuraduría, contraloría, constituyéndose en carteles, magistrados de las altas cortes, exigiendo determinadas sumas de dinero para dictar sus fallos no en derecho sino en el valor del mercado. Por ello, es que políticos cuestionados e investigados, pueden seguir ejerciendo sus cargos, ser candidatos y seguir ejerciendo política, desde el congreso, gobernación, alcaldía y contratar con el Estado, las otras elecciones no se hacen por méritos, sino por amiguismo o con el pago de coimas.

Para la sociedad estos hechos de corrupción no parecen importarles, suena paradójico que en las pasadas elecciones los dos partidos con políticos más investigados y presos, no solo por actos de corrupción, sino de asesinatos, parapolítica y una serie de delitos, sean los más votados, sin que exista discurso político o ideas de cambio.

El primero Centro Democrático, su líder quien además, fue presidente y cambio un articulito de la Constitución para atornillarse en el poder, que luego, se logró comprobar la forma como compro congresistas, entrego dádivas y una serie de hechos de corrupción, que en un país, con instituciones éticas y transparentes este político debería haber quedado inhabilitado de por vida, resulta que ahora es el congresista más votado del país, con amplio caudal electoral. El que más tiene investigaciones no solo por corrupción, sino por vínculos con paramilitares, de las cuales no se ha dicho nada, a pesar de llevar algunas más de 20 años.

Otro de los partidos más votados fue Cambio radical, este partido es el que más tiene políticos en la cárcel e investigados por corrupción, sin olvidar que fue este partido junto con el Centro democrático, los que se opusieron a que el congreso aprobaran las leyes que le daban vida al proceso de paz. Es decir, gracias a políticos corruptos quienes se benefician de la guerra, la implementación de los Acuerdos de paz, no solo lo que tiene que ver con los ex combatientes, sino el grueso de los acuerdos, al interior de las comunidades, no se aprobaron, muy posiblemente solo queden en el papel, dejando abierta la posibilidad de la continuidad del conflicto.

Pese a esto, estos partido o clientelas electorales, siguen marcando el electorado que sabe que su participación en la construcción del país, solo se limita a depositar un voto y a recibir algo mínimo a cambio, en algunos casos, pero que jamás van hacer rendición de cuentas o proyectos aprobado y mostrar su gestión hacia su electorado.

La FARC en el escenario político

Aunque la insurgencia pacto como parte de la dejación de armas, su participación en política y se acordó que tendían 10 curules 5 en senado y 5 en cámara, durante dos periodos presidenciales, es decir, si su participación en las urnas pasaba el umbral tendrían derecho a otros congresista, de acuerdo al número de votos.

Pese a esto, la FARC, ha encontrado dificultades no solo, las propias de la confrontación armada, durante décadas, lo que permitió que los medios y diversos sectores magnificaran e incidieran en crear una imagen distorsionada, de lo que ha sido el conflicto, sin olvidar la crudeza que tiene la guerra, frente a este panorama en las grandes ciudades se ha generado una resistencia para recibir a los ex combatientes como dirigentes políticos con capacidad de planear políticas sociales y participación activa en el ejercicio político.

Por otro lado, está la FARC como partido político, como guerrilla estos mostraron una solidez en su interior, con un cuerpo colegiado que fue el secretariado, donde todos los planes militares y políticos eran aprobados directamente por ellos, estos a su vez, tenían un máximo comandante, quien era en últimas quien aprobaba o rechazada cualquier determinación, quienes estuvieron ejerciendo esta comandancia fueron Marulanda, Arenas y en esta última etapa estuvo Cano, quién fue abatido por orden expresa del presidente Santos.

En su orden lo sucedió Timoleón Jiménez, fue quien inició los diálogos de paz que finalmente se firmaron, en dos ocasiones, esto por el rechazo que tuvo el plebiscito y el nuevo acuerdo que se firmó en Bogotá, vale decir que Timoleón, no tuvo un protagonismo en los diálogos ni fue plenipotenciario, su participación se limitó a la firma de la paz y a la lectura de unos cuantos discursos relacionados con el momento. 

Después de la firma de la paz, regreso a La Habana, luego a su regreso tuvo dificultades de salud, lo que lo obligo viajar nuevamente, con esto se empezó a notar una falta de liderazgo, sin olvidar que fue el quien planteo una división interna a pocos días de entregar las armas, lo que supone un fraccionamiento que jamás ocurrió en la guerra.

En Bogotá se concentraron todos los miembros del secretariado, dejando de lado las zonas donde estaban todos los ex combatientes de base y algunos mandos medios, esto sumado a las pocas garantías de seguridad dieron como resultado que  estas zonas se hayan abandonado, sin que exista un liderazgo ni una ruta a seguir.

Quienes fungieron como el primero y el segundo al mando, no tienen la capacidad de liderazgo, lo que supone un partido político de corta duración. Esto quedó evidenciado, con los resultados en las elecciones para congreso, aunque, no se esperaba una masiva votación, los resultados reflejan un muy reducido apoyo, sobre todo en las ciudades, sumado a esto, es el poco apoyo que los ex miembros del secretariado le dieron a sus candidatos a la cámara, todos votaron en Bogotá y no en las zonas donde tuvieron alguna influencia o candidato, lo que evidencia el poco liderazgo y una fractura con las bases.

Por otro lado, está la falta de un candidato a la presidencia no solo por la falta de garantía que ofrece el gobierno, sino por razones de salud de Timoleón, y su poco  liderazgo, con capacidad de dirigir un partido político, que pretenda permanecer en el tiempo, como representación de los sectores marginados y como un contrapeso a las élites que gobiernan.

La falta de un líder con capacidad de aglutinar a los distintos sectores al interior del partido y fuera de este, con reconocimiento de los sectores que dice representar pueden marcar el fin del nuevo partido o una corta duración solo para los congresistas que participan en el congreso.