martes, 7 de noviembre de 2017

EE.UU. participa de los ejercicios en territorio brasileño Peligrosas maniobras militares conjuntas

Brasilia, 4 de agosto de 2009. En la sede de la Presidencia el asesor Marco Aurelio García recibió al general norteamericano Jim Jones para manifestarle su descontento por la instalación de bases militares en Colombia. Al consejero internacional de Luiz Inácio Lula da Silva le sobraban motivos para emplear un tono enérgico con el enviado de la Casa Blanca: lo que estaba en juego era mucho más que la discrepancia entre dos gobiernos sobre un asunto de coyuntura. 
Implantar siete unidades militares en Colombia, que comparte 1.644 kilómetros de fronteras con Brasil, era un movimiento de piezas geopolítico del Estado norteamericano (un plan seguido por los presidentes Clinton, Bush y Obama) engarzado en la estrategia del cerco sobre la Amazonia, la cual se profundizará hoy a través del desembarco de efectivos del Comando Sur en la ciudad brasileña de Tabatinga, en la Triple Frontera con Colombia y Perú.
Soldados de varios países ya están alojados en el campamento montado en esa ciudad brasileña separada por una avenida de la colombiana Leticia, donde funciona desde hace dos años la moderna Base Aérea Herbert Boy, con una pista apta para recibir cargueros y hangares equipados para reparar cazabombarderos.
Nunca hubo maniobras de tal envergadura en territorio brasileño con la presencia de militares de Estados Unidos que envió un avión de transporte Hércules C-130.
La participación de tropas norteamericanas es un gesto de “confianza” de Brasil hacia Washington que no debe ser confundido con una forma de “subordinación”, aseguró ayer el general de brigada Antonio Manoel de Barros, jefe del Estado Mayor del operativo AmazonLog 17.
En el teatro de operaciones, en el extremo oeste amazónico, serán movilizados 11 aviones, 13 helicópteros, navíos y unos mil seiscientos miembros de las Fuerzas Armadas y la policía brasileñas.
A partir de hoy, con el inicio de AmazonLog 17, se simularán combates, habrá despliegue rápido de tropas y acciones para reprimir el narcotráfico, informó el Ejército.
No hay motivo de “preocupación” sobre una supuesta injerencia extranjera porque la base “multinacional” será desmontada el 13 de noviembre con el fin de las actividades, tranquilizó el general Guilherme Cals Gaspar de Oliveira, responsable de la logística del Ejército.
“Estamos preocupados” rebatió el senador Lindbergh Farias, jefe del bloque del Partido de los Trabajadores.
“Esto es peligrosísimo, es un atentado a la soberanía nacional, la construcción de una base temporaria más adelante puede evolucionar en una permanente”.

“Pentagonización”

Diplomacia, defensa y geopolítica son fases de un mismo dispositivo que va del poder blando al duro. De los ministros de relaciones exteriores a cargo del Departamento de Estado a los generales del Pentágono.
Con la asunción de Donald Trump, en enero pasado, se agravó la militarización de la política externa norteamericana que sufrió una suerte de “pentagonización”. Esa línea de acción agresiva quedó retratada en la amenaza, formulada por el propio Trump, de ordenar una intervención directa en Venezuela.
La principal hipótesis con la que trabajara el comando “multinacional” establecido en Tabatinga es el envío de tropas hacia el este amazónico, específicamente a la ciudad de Pacaraíma, estado de Roraima, en la divisa con Venezuela.
Roraima, por donde pasa la mayor parte de los 2.200 kilómetros de fronteras con Venezuela, ha sido visitada con frecuencia en los últimos meses por altos mandos militares brasileños y funcionarios del Ministerio de Defensa.
Ocurre que la política externa inaugurada con la llegada del presidente Michel Temer en 2016, tras la expulsión de Dilma Rousseff, dejó de lado el aliento a las fronteras “vivas” ( fomento a la integración comercial y social)  que fue reemplazado por el concepto de fronteras “calientes”.
El ministro de Defensa, Raúl Jungmann, declaró en más de una ocasión que Brasil “no descarta ninguna hipótesis” sobre Venezuela además de ofrecer “ayuda humanitaria” para resolver la crisis del país caribeño.
El declamado socorro propuesto por el ministro Jungmann, que parece una forma eufemística de avalar una intervención “humanitaria” extranjera en Venezuela, fue rechazado por el gobierno de Nicolás Maduro que congeló las relaciones con Brasilia además de denunciar de “golpista” a Temer.
De ese mismo pretexto, el dar a poyo a eventuales acciones de “ayuda humanitaria” entre otros objetivos, echó mano el general Jim Jones cuando Marco Aurelio García le pidió explicaciones en 2009 sobre el asentamiento de bases dotadas de armamentos de guerra y sistemas de comunicaciones en varias regiones colombianas.
La implantación en 2009 de esos enclaves militares cuyo radio de acción potencial abarca a los territorios de Brasil y Venezuela dio lugar a una reunión extraordinaria de Unasur, dominado por gobiernos progresistas, y reavivó el debate sobre la necesidad de que fortalecer el Consejo de Seguridad de ese organismo, iniciativa siempre boicoteada por Colombia y Perú, subordinados a Washington.
Ahora, en vísperas del inicio de las maniobras norteamericanas en Tabatinga, el cuadro político es distinto al de ocho años atrás.
Unasur ha sido vaciada y el Mercosur suspendió de su seno a Venezuela, evidenciando el alineamiento con Estados Unidos mientras se restaura el papel de la OEA como centro de la diplomacia continental. Ya no se invoca la necesidad de armonizar las políticas externas de la región o ampliar la “autonomía” frente a Estados Unidos.
El AmazonLog 17 es un antecedente importante del que puede surgir un nuevo diseño estratégico. La base provisoria que funcionará entre hoy y el 13 de noviembre en la Amazonia brasileña puede ser el antecedente de un asentamiento militar norteamericano permanente como lo señaló el senador petista Farias. 
Pero esa no es la única hipótesis plausible. 
Tabatinga también podría abrigar de aquí en más un centro de operaciones de avanzada, con poco efectivos norteamericanos trabajando en un poderoso sistema de informaciones con el cual hacer más agresiva la penetración en Brasil.
Penetración que ya existe como lo reveló hace cuatro años el ex agente de la NSA norteamericana Edward Snowden al presentar miles de archivos con informaciones sensibles incautados de Petrobras y la oficina de la ex presidenta Dilma Rousseff.
Tomado: Pagina/12