sábado, 1 de octubre de 2016

A pesar de los lamentos murió un criminal

Se suele señalar, con marcada hipocresía, a la hora del fallecimiento de determinado personaje, que no existe muerto malvado. Signando con ello, lo políticamente incorrecto que resulta hacer notar los aspectos negativos de un ser humano que en vida generó dolor y muerte pero del cual a la hora de su despedida se suelen resaltar los matices más puros y nobles.
Tal es el caso del dos veces ex Primer Ministro y presidente israelí – entre los años 2007 al 2014 – Shimon Peres, nacido el año 1923 bajo el nombre de Szymon Persky en el pueblo de Wiszniewo, ubicado en ese entonces en Polonia, actual Bielorrusia. Peres “el incansable intrigante” como lo definió en su autobiografía, el que fue durante muchos años su rival político, el asesinado ex primer Ministro Yitzhak Rabin, emigró junto a sus padres el año 1934 a territorio palestino, en ese entonces bajo mandato británico. Militante sionista desde muy joven, se integra a la organización paramilitar extremista judía Haganá el año 1947 – de cuyo seno nació la organización ultraderechista Irgun – con responsabilidades en toda el área de adquisición y aprovisionamiento de armas para este movimiento.
Shimon Peres y la experiencia adquirida en el tema armas y como Director General del Ministerio de Defensa lo convirtieron en uno de los artífices y arquitecto del programa nuclear israelí y el desarrollo de las Fuerzas Armadas bajo el apoyo sostenido de Washington, Francia e Inglaterra. Peres, Premio Nobel de la Paz junto al fallecido ex premier israelí Yitzhak Rabin y el líder de la Organización para la Liberación de Palestina – OLP – Yasser Arafat, tras la firma de los llamados Acuerdos de Oslo, firmados el año 1993 y que fueron un enorme triunfo, no para las aspiraciones de autodeterminación del pueblo palestino, sino que un respiro para la entidad sionista, que bajo un marco legal espurio y que se ha violado permanentemente, se ha negado a avanzar en el reconocimiento del Estado palestino, intensificando un proceso de ocupación bajo el aval y protección de las potencias occidentales.
Un Acuerdo de paz torpedeado desde el inicio por las fuerzas más reaccionarias de la entidad sionista, que implicó incluso el asesinato, el año 1995 de Yitzhak Rabin a manos de un fundamentalista judío, Yigal Amir, un instrumento de la derecha radical israelí que se negaba a cualquier devolución de territorios a Palestina. Oslo significó, para Palestina, un retroceso enorme en su causa por la creación de un Estado Pleno y donde la firma que implicaba el inicio de una etapa que concluiría en un lustro con la creación del Estado palestino ha sido, finalmente, sólo una quimera. Una realidad que a fines del año 2016 muestra más ocupación del territorio palestino, construcción de más asentamientos en la Ribera Occidental y en Al Quds Este, más segregación, muros y más muertes para la población palestina y la imposibilidad de concretar el anhelo suscrito en Oslo, que a la luz de los años aparece más como una traición que un acuerdo de paz.
La muerte de Shimon Peres generó el lamento de personalidades del mundo occidental y los consabidos mensajes post mortem destacando las cualidades reales o fantasiosas del fallecido. Así, el Presidente estadounidense Barack Obama sostuvo que “Hay pocas personas con las que compartimos este mundo que cambian el curso de la Historia, y mi amigo Shimon fue una de ellas. Un hombre que jamás renunció a creer en la paz con sus vecinos”. Por su parte el mandatario francés François Hollande afirmó que “Israel pierde uno de sus hombres de Estado más ilustres, la paz, uno de sus más ardientes defensores y Francia, un amigo fiel”.
El Secretario General de la ONU, el coreano Ban Ki-moon afirmó que “Peres siempre se mostró optimista respecto a las perspectivas de paz”. Sí, puede ser pero, Shimon Peres, al mismo tiempo que verbalizaba sus aspiraciones de paz y tendía la mano derecha para estrecharla en son amistoso, con la izquierda armó la maquinaria de guerra sionista dotada de armas de destrucción masiva – entre 200 y 400 artefactos nucleares según datos extraoficiales pues Israel no es firmante del Tratado de no Proliferación Nuclear y no permite la inspección de sus instalaciones en Dimona por la Agencia Internacional de Energía Atómica – contando para ello con el apoyo incondicional de sus amigos estadounidenses, como también de Francia e Inglaterra. “Paz pero desde posiciones de fuerza” era uno de sus lemas preferidos, que a la hora de considerar las capacidades militares de su oponente palestino no podemos hablar más que de desproporción, desequilibrio y abuso.
Shimon Peres ostentaba el cargo der Primer Ministro cuando el año 1996 entre el 11 y el día 27 de abril ordenó una operación de bombardeos en suelo libanés denominada “Operación Uvas de Ira” Operación destinada, según Peres, a destruir o debilitar al Movimiento Hezbolá. En una de esas incursiones, el día 18 de abril, en el campamento de refugiados de Qana, 102 civiles fueron masacrados, incluyendo mujeres y niños. Una investigación de la ONU determinó que el bombardeo tuvo un carácter deliberado, sin margen de error pues se sabía exactamente que dicho objetivo no era militar y que sus residentes eran refugiados. Sumemos a ello su papel estelar en la construcción de asentamientos en territorios palestinos tras la guerra del año 1967 y que constituye hoy la columna vertebral de la política colonial sionista en la Ribera Occidental, incluyendo a Al Quds. Todos ellos crímenes de guerra, violación de las leyes de la guerra y convenios internacionales.
Resulta sintomático que un político que no ocultaba la necesidad de aumentar el poderío de su país en el plano regional, que hablaba del poder disuasivo (por ello su decisión de implementar la construcción de armas de destrucción masiva) resalte y se le considere un hombre de paz. Ello parece ser una cualidad de Peres frente a una sociedad belicista, que suele hablar de paz pero no da los pasos para concretarlas, que tiene en su lenguaje diplomático el concepto de paz y tener buenas relaciones con los vecinos pero su praxis es de una violencia cotidiana. Un “hombre de paz” que participó de gobiernos donde la política de incremento de los asentamientos con colonos extremistas han sido parte fundamental de las líneas de trabajo de esos gobiernos. Donde fungió como Ministro e incluso presidente de Israel entre los años 2007 y 20014 – cuando se intensificó el proceso de colonización y construcción del Muro de la Vergüenza, que divide el territorio palestino. Alguien así no puede ser hombre de paz, es simplemente parte de una entidad criminal.
Sin duda Shimon Peres tenía ciertas cualidades que los distinguían y permitían que pudiese conversar con líderes de la Organización Para La Liberación de Palestina – OLP – la creada Autoridad Nacional Palestina – ANP – tras los Acuerdos de Oslo e incluso plantearse la posibilidad “de ser los mejores vecinos y amigos con los palestinos” sabiendo que el papel y los micrófonos dan para todo. Intentó ser un contrapeso a la política ultranacionalista y extremista de Netanyahu, más por una cuestión pragmática que por estar en desacuerdo con el hecho que era necesario fortalecer a Israel, sobre todo en el plano militar. Ambos coincidían en que la política de la sociedad civil palestina del Boicot, Sanción y Desinversión – BDS por sus siglas en inglés es un enorme peligro para Israel y una declaración de guerra que requiere ser combatida – y en ese plano el gobierno israelí se ha planteado incluso el asesinato selectivo de los activistas de esta campaña internacional.
Peres, ha sido presentado como un político distinto a un extremista como Benjamín Netanyahu o un ultranacionalista y colono como el actual Ministro de Defensa Avigdor Lieberman o un Reuven Rivlin que lo sucedió como presidente de Israel. Pero, el sólo hecho de presidir una entidad como la sionista y su política de agresión contra los pueblos árabes, su política de ocupación y colonialismo contra el pueblo palestino hace dudar de esas supuestas diferencias. El que haya verbalizado ciertos llamados al diálogo, se haya reunido con Arafat pero se negara siempre a reconocer a Hamas como representante de una parte importante del pueblo palestino, son hechos que marcan también su responsabilidad en la actual situación en que se debate el pueblo palestino. Se suelen saludar los esfuerzos por la paz pero lo que se premia es el resultado de ella, lo demás es mero reconocimiento, parafernalia política, gimoteos y llantos que no pueden hacer olvidar que Palestina está sumida en su actual situación por políticos como el fallecido Shimon Peres.
Las palabras de lamento que se hacen acreedoras al premio a la hipocresía provienen del actual Primer Ministro de la entidad sionista Benjamin Netanyahu quien sostuvo “”Shimon dedicó su vida a la independencia de nuestra nación, era un visionario y miraba al futuro (…) Trabajó hasta los últimos días de su vida para lograr la reconciliación con nuestros vecinos y un mejor futuro para nuestros hijos” resaltó este político que se ha caracterizado, cada día de su vida, precisamente para evitar cualquier atisbo de solución y eventual reconciliación con parte importante de sus vecinos a quienes agrede constantemente: Palestina, El Líbano, Siria, fundamentalmente.
La muerte de un dirigente de una entidad como la sionista, que comete crímenes de lesa humanidad no lo exculpa de su responsabilidad así haya llegado la hora de su muerte. Así dirigentes y lo políticamente correcto lo presenten como un hombre distinto, un hombre de paz. Shimon Peres fue y así será recordado en los anales de la historia como uno de los responsables de los crímenes más grandes de la historia del Siglo XX y lo que llevamos del Siglo XXI: el sometimiento, ocupación y violaciones a los derechos humanos del pueblo palestino. Una política de despojo pensada y ejecutada desde los niveles más altos de la política israelí, esa misma donde participó gran parte de su vida.
Un apretón de manos, una frase para el bronce o un lamento póstumo no son garantías para dejar de considerar a este político sionista de origen polaco como uno de los actores principales en la consolidación del drama de Oriente Medio y en especial del pueblo palestino. A pesar de los lamentos y las palabras de buena crianza y aquella máxima respecto a que no “hay muerto malvado” , ha fallecido a los 93 años de edad un criminal, por más que el sionismo, líderes políticos e incluso sus rivales dentro de la entidad israelí reconozcan en él un hombre destacado.
Pablo Jofre Leal
Tomado: LibreRed.net