viernes, 28 de octubre de 2016

“El triunfo del ‘No’ en Colombia ha reafirmado la posición política de la insurgencia”

Colombia se encuentra en un momento histórico complejo repleto de interrogantes. En 2012 se anunció oficialmente y de manera pública que el Gobierno presidido por Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) habían iniciado conversaciones con el objetivo de plantear un nuevo proceso de Paz en el país.
El 26 de septiembre de 2016 dichos diálogos culminaron con la firma oficial del acuerdo de Paz entre la guerrilla y el Ejecutivo, un hecho que generó grandes expectativas entre los sectores populares, que ven con buenos ojos el fin de un conflicto que dura ya cinco décadas.
Aún así, la victoria del ‘No’ en el referéndum del pasado 2 de octubre, donde la población fue citada para aprobar o rechazar los acuerdos de Paz, ha abierto un nuevo escenario dominado por la incertidumbre y el resurgimiento de la derecha más reaccionaria.
En este nuevo contexto, la revista digital ‘Eines’ analiza con Ferran Nieto, ex-Secretario General del Partido Comunista del Pueblo de Catalunya y que actualmente reside en Colombia, el presente y futuro de la Paz en el país latinoamericano.
– ¿Tras el triunfo del ‘No’ en el referéndum llevado a cabo el pasado 2 de octubre en Colombia, se encuentra amenazado el Proceso de Paz en el país?
El proceso de Paz se encuentra constantemente amenazado, hay numerosos actores que viven de la guerra, y viven muy bien. A otros actores no les gustan nada los términos en los que se firma la paz, ya que quieren una rendición incondicional de las FARC-EP y su sometimiento al Estado. Y el mismo Santos y el sector de la burgesía y multinacionales que representa, sin duda alguna quiere que la Paz firmada quede en papel mojado, ya están diciendo que “no hay plata para la implementación”.
El triunfo del ‘No’ ha significado el triunfo del sector guerrerista, ha resucitado al narcoparamilitar Uribe. Pero tengamos claro que la legitimidad del plebiscito es nula. Solo votó el 37,4% de las personas con derecho a voto, y el ‘No’ se impuso con un 50,22% de los votos, una diferencia del 0,4%.
El Gobierno no permitió nuevas inscripciones en el censo de votación y no activó los mecanismos que tenía a su disposición para favorecer el voto. La campaña por el ‘Sí’ fue una campaña casi exclusiva de ciertos sectores de la izquierda, fundamentalmente de Marcha Patriótica.
Santos no quería una gran victoria, el ‘No’ le sirve para intentar renegociar a la baja los acuerdos de paz. Pero la derrota del ‘Sí’ ha producido un efecto boomerang, se han producido grandes movilizaciones en defensa de los acuerdos, y la falta de propuestas de los sectores del ‘No’ o las propuestas enfocadas a dinamitar el proceso han reafirmado la posición política de la insurgencia.
– ¿Cuáles fueron los principales actores que hicieron campaña por el ‘No’?
La sociedad colombiana es muy compleja. Intentaré resumir a los diferentes actores.
El principal, o el más visible es el uribismo, que representa la narcoburgesía (o burgesía traqueta como dicen por aquí). Representa el narcotráfico, el paramilitarismo, los grandes ramaderos, terratenientes y empresarios que financiaron y financian el paramilitarismo, sectores militares comprometidos con el narco y el paramilitarismo… todos ellos quieren seguir con la guerra y le tienen pánico a un modelo de justícia que pondría en evidencia la violencia estatal.
Otro sector del ‘No’ es la burgesía ramadera y la cafetera. En las regiones cafeteras y ramaderas es donde ha ganado el ‘No’, estas zonas tienen fuerte influencia paramilitar y uribista. Estas burguesías han sido unos actores fundamentales en la campaña por el ‘No’.
El Opus Dei y las iglesias evangelistas o cristianas han sido el factor clave para movilizar a un electorado cada vez más fanatizado y reaccionario. La religión, y particularmente los cristianos, son un factor importante. El mes de agosto movilizaron a centenares de miles de personas contra una cartilla educativa en la que se diferenciaba sexo, género y sexualidad. Estas iglesias de procedencia norteamericana son ultra-reaccionarias y están penetrando los sectores más empobrecidos de Colombia.
– ¿Existe el riesgo de que la Paz finalmente no llegue al país?
Este riesgo es constante. Primero cabe destacar que la violencia insurgente es una defensa a la permanente violencia del Estado y de la burgesía contra su pueblo. Lo que se está pactando es, simplificándolo mucho, que no se asesine a los revolucionarios, que se les deje hacer política. Que la formalidad democrático-burguesa sea un hecho.
El primer riesgo es que la victoria del ‘No’ sirva de excusa para intentar imponer unas condiciones inaceptables para la insurgencia.
El segundo riesgo es que no se desmantele el paramilitarismo. Hablando en números redondos, en lo que llevamos de 2016 unos 150 líderes sociales, gremiales y defensores de Derechos Humanos han sido asesinados. Uno cada dos días. Esto es insostenible, y si no se detiene hará inviable la paz.
Otro riesgo es que en las elecciones de 2018 ganen los sectores guerreristas y hagan saltar por los aires los acuerdos de paz.
Pero la paz no es simplemente que la insurgencia y el Estado dejen de matarse, la lógica del Estado colombiano es la del combate al enemigo interno. La violencia institucional contra la protesta social y contra las comunidades que defienden el territorio es brutal. Y lo que tenemos claro es que la lucha no se acaba, habrá que ver como responde el Estado ante la más que previsible intensificación de las luchas.
– ¿Ante esta situación, qué pasos seguirán las FARC-EP? ¿Podrían volver a tomar las armas o es algo irreversible?
Las FARC-EP han demostrado una clara y firme voluntad de pasar de la confrontación militar a la confrontación política y social. Pero nada es irreversible, y las FARC-EP después de 52 años de lucha armada no tienen miedo a continuarla. Pero su voluntad es firme y honesta, así lo han demostrado.
Habrá que comprobar lo firme i honesta que es la voluntad de paz de la burguesía y su gobierno.
– Hay antecedentes históricos en Colombia que no invitan al optimismo. Durante los años 80, después de varios acuerdos, las guerrillas optaron por la vía parlamentaria, creando la formación Unión Patriótica (UP), que no tardó en ser perseguida por el paramilitarismo. ¿Qué ha cambiado desde entonces para que hoy sea posible apostar por la paz?
El genocidio de la UP, con 5.000 asesinados, es el precedente que todo el mundo tiene en la cabeza. Las masacres, el paramilitarismo, la persecución sistemática de la disidencia es un hecho constante en Colombia.
¿Cuál es el cambio fundamental? Es difícil de explicar, pero me atrevería a situar que el elemento clave es que si en los 80, los 90 y los primeros años del 2000 la lógica era el exterminio de la disidencia y la victoria militar sobre la insurgencia; hoy la burguesía tiene claro que la victoria militar es imposible y necesita vaciar el territorio de insurgencia para aplicar los planes extractivistas.
Por parte de la insurgencia, el reto es no abandonar las comunidades y el territorio.
La lucha de clases se trasladará a otra fase. Pero hoy no veo garantías para que no se repita un genocidio como el de la UP. El carácter de la burguesía colombiana no ha cambiado.
Tomado: LibreRed | Entrevista publicada originalmente en la Revista Eines