viernes, 8 de febrero de 2013

La Drummond y el Cerrejón algo anda mal



A pesar, de las denuncias que existen sobre la Drummond y su alianza con los paramilitares, involucrados en masacres, esta multinacional continúan en Colombia, sin que exista sanción alguna.

Por estos días se conocieron las fotos que daban cuentas como la multinacional Drummond, vertía carbón en el mar de Santa Marta, aunque la multinacional estadunidense, no permitió que se hicieran las verificaciones del caso, las fotos que se tomaron indicaban que una barcaza repleta de carbón amenazaba con hundirse por lo que los empleados optaron por arrojar parte del carbón al mar. Finalmente la multinacional acepto el hecho. Sin embargo, lo que preocupa es la forma como las multinacionales violan todas las normas y peor aún ocultan lo ocurrido, sino fuera por los pobladores quienes alertaron sobre el hecho quizás esto habría pasado inadvertido para las autoridades que son las encargadas de proteger el medio ambiente, el Ministerio del Medio Ambiente brilla por su ausencia.  

La clara violación de los protocolos de seguridad y la contaminación ambiental, dejan ver el papel que cumple la locomotora minera, que el país entrega a las multinacionales, su único fin es extraer en el menor tiempo los minerales, destruir el medio ambiente, sin que medie ninguna medida que sancione de forma ejemplar a estas compañías. De ahí la importancia de invertir en países como Colombia. Para el gobierno es más rentable entregar el suelo y el subsuelo sin demasiados compromisos porque se pueden aburrir e irse a buscar mejores condiciones. Así estemos entregando el país a pedazos y tengamos un futuro incierto gracias a la explotación desmedida de los recursos naturales no renovables.

Por otro lado, los trabajadores del cerrejón iniciaron una huelga indefinida, esto debido a las difíciles condiciones laborales y frente a la negativa de la empresa de negociar y llegar a acuerdos justos. Es de anotar, las difíciles condiciones de salud de los empleados de estas compañías, que no son atendidas a tiempo sino por el contrario minimizadas por la compañía, a pesar, de los riesgos que representa para la salud el polvillo que se desprende del carbón.

Vale decir, que estas compañías operan en Colombia como los nuevos enclaves, lo que se podría llamar una de las formas de esclavitud en el siglo XXI, pero que mantienen las mismas formas de contratación de finales del siglo XIX, a su vez, el gobierno asume la misma posición de los gobiernos que apoyaron esta forma de explotación otorgándole todo beneficio, apoyado con la fuerza pública para que los huelguistas entren en razón.