sábado, 25 de julio de 2015

Los niños, la guerra y otros demonios




Una de las grandes problemáticas sociales en Colombia es la niñez, la falta de protección por parte del Estado obliga a que estos desde edades muy tempranas se vean obligados a trabajar a engrosar las filas de la delincuencia, sin tener acceso a una educación adecuada o medios de subsistencia, sin contar los que no alcanzan a cumplir siquiera los 5 años y mueren por desnutrición, otros más son abandonados y deambulan por las calles.

Sin embargo, estos niños no son importantes para el Estado y sus políticas sociales, pues no constituyen capital electoral o no están en la edad de prestar servicio militar, lo que no los deja por fuera del conflicto, con lo que muchos son inducidos como informantes, guías o infiltrarse en las filas guerrillas, sobre este tema los medios nunca se han pronunciado.

Por otro lado están los menores combatientes algunos de forma voluntaria deciden ingresar a las filas de las organizaciones guerrilleras, bandas de paramilitares o grupos de delincuencia organizada, otros más son reclutados a la fuerza o inducidos a cometer delitos.

Pese a este flagelo aberrante para una sociedad, las estadísticas solo dan cuenta de los menores que ingresan a las filas insurgentes todos los demás no existen para el Estado, estos son útiles para quitarle el estatus político a la insurgencia, no para el restablecimiento de sus derechos.

Por ello, los medios de desinformación o las entidades encargadas de brindarles protección a los menores solo hacen referencia a estos niños o la fuerza pública, denunciando lo inhumano de estas prácticas a la Comunidad Internacional, sin contar que ellos también hacen lo propio con esta población vulnerable, no solo cuando de forma ilegal los reclutan para el ejército, sino cuando son utilizados a dar información o delatar a sus jefes o las niñas utilizadas como carnada para atraer a determinado jefe guerrillero.

O peor aun cuando se persigue a los menores hijos de algún insurgente con fin de llegar hasta donde se encuentra su progenitor o se les induce con amenazas para delatar su paradero, sin duda estas prácticas van más allá de lo que puede ser la permanencia de los menores en el conflicto y deben estar presentes en la tipificación de un delito contra los menores y debe ser un tema de la Comisión de la Verdad.

Los medios de comunicación se han escandalizado mostrando a menores de edad en videos que evidencian no solo portar un arma sino en entrenamientos u otros asuntos concernientes de la guerra, pero no se pronuncian cuando unos menores participan de un desfile con uniforme, frente a un grupo de hombres armados o cuando la policía les permite vestir el uniforme, Esto crea imaginarios violentos en los menores, sin contar los que viven en zonas rojas expuestos a acciones violentas o a la toma de sus escuelas por parte de la fuerza pública, sin que el Estado prohíba tales acciones.

La insurgencia por su parte ha afirmado que entregara los menores de 17 años que existen en sus filas, con el fin de que se restablezcan sus derechos y abandonar esta práctica, donde solo se evidencia es la desprotección por parte del Estado.

Abandonar las armas

Pese a que distintos sectores se han mostrado críticos frente a los menores de la insurgencia, no se han pronunciado sobre los otros menores los que pertenecen a los demás grupos. En el caso concreto de los niños desmovilizados pertenecientes a los paramilitares. Si tenemos en cuenta la cifra que entregó el gobierno de Uribe sobre más de 30 mil desmovilizados, de estos cuantos menores dejaron las armas, sus edades entre que rango se encuentran, nivel de escolaridad, su familia.

Después de este periodo de más de 8 años el gobierno debería estar en capacidad de mostrar cifras de restablecimiento de derechos, seguimiento a estos menores, que ha pasado con su núcleo familiar y la forma como se ha integrado a la sociedad y que va a pasar con los menores que abandonen las armas en esta etapa, aquí surge una pregunta existe un programa de gobierno que logre sacar estos niños de la guerra e integrarlos a la sociedad sin que se vulneren sus derechos.

Pues no se trata de que un menor abandone las armas o las prácticas violentas de supervivencia y el Estado no le restablezca sus derechos, se estaría dando paso a que estos menores sean rápidamente inducidos a participar en hechos violentos.


La sociedad está preparada para recibirlos, teniendo en cuenta que los medios diariamente publican sus acostumbradas encuestas en las que pretenden inducir al lector, haciendo preguntas como estas: estaría usted de acuerdo que sus hijos fueran amigos de un desmovilizado.