jueves, 2 de julio de 2015

Panamá, un país humillado por la ocupación norteamericana

Su gobierno sería poco recordado, a no ser porque durante esos cuatro cortos meses que se mantuvo en el poder, el 28 de junio de 1918, hoy hace 97 años, el país fue ocupado por segunda ocasión en la era republicana por las tropas estadounidenses.
Siendo segundo designado a la Presidencia (posición a la que actualmente se le llama la Vicepresidencia), accedió a la primera magistratura del país a la muerte, a los 50 años, del presidente Ramón Maximiliano Valdés, el 3 de junio de 1918.
MUERTE MISTERIOSA
Tal vez como presagio de los conflictos y problemas que tendría por delante, el periodo de Urriola empezó entre fuertes rumores de que la muerte de Valdés se debía a un envenenamiento fraguado por los americanos.
Esto fue desmentido en una nota publicada en La Estrella de Panamá , en la que los doctores Alfonso Preciado y Augusto S. Boyd, ‘ante el juez primero del circuito y bajo la gravedad del juramento’, aseguraban que Valdés había muerto de afección cardíaca y no ‘envenenado’.
REFORMISTAS Y NO REFORMISTAS
Al despejarse el tema de la muerte de Valdés, otro interés candente ocupó la mente de los panameños.
El 7 y 14 de julio de ese mismo año se realizarían las elecciones municipales y legislativas. La composición de la Asamblea era vital para los intereses políticos, en una época en que eran los diputados quienes elegían al presidente de la República.
Uno de los temas que más dividía a la opinión pública era un proyecto de reformas constitucionales que reposaba en la Asamblea desde los tiempos de Valdés, dirigido a cambiar los requisitos para ser considerado candidato.
La reforma permitía que los nacidos en Colombia, que hubiesen permanecido residiendo en el país tras la separación, pudiesen acceder a este puesto.
Para muchos, la medida tenía nombre y apellido: Eusebio A. Morales, quien, al igual que Valdés, era un liberal aferrado a la doctrina y opuesto al estilo caudillista del expresidente Belisario Porras.
La situación se volvía muy tensa a medida que se acercaban las elecciones. Se hacían amenazas contra la estabilidad del país. La oposición presionaba y surgían voces que intentaban dar a entender que Panamá no debía ser libre.
EL DECRETO 80
Sometido a grandes presiones, Urriola optó por una movida osada: canceló las elecciones por medio de el Decreto No. 80 del 20 de junio de 1918.
Furiosos y preocupados, los políticos Pablo Arosemena y Ricardo Arias enviaron un memorándum al encargado de Negocios de Estados Unidos en Panamá, William Jenning Price, solicitándole que su país ‘ tomara cartas en el asunto’.
De acuerdo con los historiadores Celestino Arúz y Patricia Pizzurno, en el memorandum Arias y Arosemena sostenían que la medida de Urriola era inconstitucional y que obedecía solamente a sus deseos de ‘perpetuarse en el poder’.
Los firmantes pedían que Estados Unidos procediera a restablecer el orden constitucional ‘previniéndole al Gobierno de Panamá el deber en que está de verificar las elecciones en las fechas que la ley señala’.
Arias y Arosemena recordaban que el Artículo 136 de la Constitución facultaba al Gobierno estadounidense para ello.
Siguiendo los consejos de sus ‘amigos panameños’, el 25 de junio, Price notificaba a la Cancillería panameña que el discutido decreto no era constitucional y que sería conveniente su derogación.
El titular de La Estrella de Panamá lo recoge así: ‘El Gobierno de los Estados Unidos aconseja la inmediata derogación del Decreto número 80′.
Pero Urriola no derogó el decreto y el 28 de junio, a las 2:00 p. m., soldados del cuerpo de marinos estadounidenses, proccedentes de un buque anclado en la costa y de la Zona del Canal, penetraron en las ciudades terminales para ‘garantizar’ la paz en ambas ciudades.
USURPACIÓN DEL PODER
En los días siguientes, las tropas estounidenses asumían sin disimulo el mando del país, a través de la publicación de medidas como la prohibición de la prostitución y el servicio de las cantinas (se rumoraba que era un plan de los panameños emborrachar y contagiar con enfermedades venéreas a los soldados).
DEROGAN EL DECRETO
El día 2 de julio, Urriola tomó la determinación de derogar el Decreto No.80, esperanzado de que con esta medida se retirarían las fuerzas invasoras del territorio nacional.
Sin embargo, la medida no bastó para lograr la retirada.
El 4 de julio de 1918 , el Coronel W.D. Anderson, del Ejército norteamericano, tomaba pleno control de las principales ciudades del país, anunciando que ‘el gobierno de Estados Unidos supervisará, dentro de lo posible, las elecciones en toda la República, incluyendo las ciudades de Panamá y Colón’.
La ciudadanía no estaba contenta. En muchas partes del país, sobre todo en la capital, se activaban en horas de la noche las alarmas de incendio, alertando de la inconformidad que reinaba entre la población.
LAS ELECCIONES
El 7 de julio de 1918 se efectuaron las elecciones para elegir a los nuevos diputados.
De acuerdo con los reportes del Tribunal Electoral (sitio web), las elecciones se celebebraron en todo el país en medio de escandolosos fraudes.
A muchos electores se les impidió votar. A otros, se les permitió hacerlo en varias mesas de votación.
El domingo siguiente, 14 de julio se llevaron a cabo las elecciones municipales.
Esa noche, las muchedumbres, cantando la Marsellesa, se volcó al Palacio presidencia como una forma de manifestarle su apoyo en momentos de humillación nacional.
PRESIONES
El 28 de julio, las tropas norteamericanas ocuparon las provincias de Chiriquí y Veraguas, alegando que ‘era preciso en virtud de la seguridad de los ciudadanos americanos en el istmo’.
Las provincias de Veraguas, Panamá y Colón se verían pronto liberadas de la presencia de los soldados extranjeros, sin embargo, en Chiriquí permanecieron durante dos años más, repletos de eventos traumáticos.
Mientras que eso sucedía, en la capital, días antes de la toma de posesión de la nueva legislatura, los norteamericanos convocaban a los diputados electos a una reunión.
La idea era ‘hacerles recomendaciones’ sobre la forma en que debían elegir a los nuevos designados a la Presidencia de la República por el bienio 1918-1920.
Pero, una vez instalada la nueva Asamblea, el 13 de septiembre de 1918, los diputados desconocieron las ‘recomendaciones’ de los estadounidenses y escogieron a los nuevos designados a la Presidencia: Belisario Porras (Primer Designado), Pedro Antonio Díaz (Segundo Designado) y Ernesto Tisdel Lefevre (Tercer Designado).
Durante ese periodo legislativo, la Asamblea aprobó que las próximas elecciones presidenciales y de diputados se hiciera por voto directo, el mismo día y por el mismo período de cuatro años.
Tomado: tercerainformacion