viernes, 25 de septiembre de 2015

Afganistán, el saldo de una invasión fracasada

Las declaraciones del padre del marine Gregory Buckley Jr. publicadas por el diario estadounidense The New York Times han recorrido el mundo y generado alerta en la comunidad internacional. En ellas recuerda la última preocupación que revelara su hijo asesinado junto a otros dos compañeros en una base militar de la provincia de Helmand, en Afganistán: “Por la noche, podemos oírles gritar, pero no estamos autorizados para hacer nada al respecto”.
Durante años, miembros de la policía afgana han abusado sexualmente de niños, refleja el diario. El joven marine había denunciado la existencia de un séquito de menores que hacían de sirvientes para el comandante de la policía afgana Sarwar Jan, cuyos antecedentes le vincu­laban al secuestro de menores, abusos y corrupción.
Mientras, el gobierno afgano calificó de “falsas e injustas” las denuncias de los supuestos abusos sexuales cometidos por las fuerzas de seguridad afganas con la connivencia del ejército de Estados Unidos.
El periódico norteamericano sostiene que el abuso de niños para el entretenimiento o las prácticas sexuales, llamado bacha bazi (jugar con chicos), está presente en Afganistán desde hace siglos.
Durante el régimen talibán de 1996 y 2001, que fue derrocado por la invasión estadounidense, estas prácticas fueron prohibidas al ser consideradas contrarias a la ley islámica.
Pero el problema ha regresado por sus fueros tras 14 años de presencia militar norteamericana. En la última etapa se han documentado denuncias en distintos pueblos, cuyo control ha ido entregando el Ejército de Estados Unidos a la policía local.
Ante ellas, los mandos estadounidenses han seguido una política del silencio, aseguran el diario norteamericano y la cadena Fox.
Por su parte, el Ministerio de Interior afgano rechazó en un comunicado estas alegaciones y las calificó de falsas e injustas. En la nota se afirma que la pedofilia no es parte de la cultura del país.
“La pedofilia no es solo un acto atroz, sino que también es un crimen recogido en el Có­digo Civil afgano y la policía nacional y local están obligadas a evitar esos actos”, dijo el Mi­nisterio.
Además, el organismo ratificó su compromiso “para tomar acciones contra aquellos que cometen actos de pedofilia, un acto que no es tolerado en la Policía”.
El comandante de la OTAN y de las fuerzas de Estados Unidos en Afganistán, el ge­neral John Campbell, respondió también a estas acusaciones y declaró que no existe una política de ignorar los supuestos abusos sexuales a menores practicados por sus aliados afganos.
Las revelaciones de The New York Times  han desatado una fuerte polémica en EE.UU., al extremo que la Casa Blanca se ha declarado “muy preocupada” por la seguridad de los niños afganos.
El Pentágono aseguró que jamás ha tenido una política que emplace a los militares “a ignorar los abusos contra los derechos humanos”, aunque en un comunicado enviado a Fox un portavoz de las fuerzas estadounidenses en Afganistán indicó que no se exige a los soldados informar sobre casos de abusos a menores.
Estados Unidos aún tiene desplegados más  de 9 000 soldados en Afganistán en tareas de entrenamiento y asistencia a las fuerzas afganas hasta, supuestamente, finales de año. Desde que empezó la guerra en el país asiático, han muerto 2 200 estadounidenses.
El presidente afgano, Ashraf Gani, anunció una comisión para investigar los supuestos abusos sexuales a menores en Afganistán. Foto: Reuters


AfGANISTÁN HOY
Años después del derrocamiento del movimiento talibán, la situación afgana actual es confusa y compleja. El Gobierno, instaurado  por las fuerzas de ocupación y que luego ha sido refrendado en polémicos ejercicios electorales en el 2005, 2010 y 2014, controla la capital y no mucho más del resto del país, que continúa siendo “inestable”, resistente a la nueva forma de gobierno pues existen aún focos de talibanes que buscan mantener e incrementar su poder regional.
El Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ratificó la voluntad del organismo de mantener la ayuda económica y armada al gobierno afgano para el establecimiento del orden interno.
Así la ONU y otras organizaciones internacionales desempeñan un papel principal en la reconstrucción de la nación, pero aún resulta delicado predecir qué va a ser de la misma a largo plazo.
Según el informe anual de Global Peace Index 2015, Afganistán es considerado el tercer país más peligroso, especialmente para las mujeres. Además de la pobreza y la corrupción, se deben tomar en cuenta los factores de salud, violencia sexual, doméstica y la discriminación económica. La mortalidad materna asciende a 1 de cada 11 partos, el 87 % de las mujeres son analfabetas y hasta el 80 % padecen matrimonios forzados, no tienen acceso a los médicos, a recursos financieros ni libertad para elegir pareja.
En cuestión económica el país, eminentemente agrícola, tiene muy bajo desarrollo debido a la situación de guerra permanente, a la falta de un gobierno central efectivo, y a la fragmentación de la sociedad en grupos tribales.
Después de la inacción que causó el derrocamiento de los talibanes en noviembre del 2001 la mayoría de los agricultores abandonaron sus tierras por trabajos a corto plazo en lugar de cultivar alimentos para el consumo interno.
Afganistán en estos momentos ocupa los primeros puestos en el cultivo de drogas como el opio. Según el resumen ejecutivo de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC en sus siglas inglesas) en el 2014 el cultivo de amapola creció un 59 % y la producción del opio en un 49 %.

EL MUNDO AGUARDA POR LA PAZ
Nicholas Haysom, representante especial de la ONU para ese país, subrayó en un informe al Consejo de Seguridad la agudización de la violencia en Afganistán y la importancia de renovar un proceso de paz que sea viable. Recordó además que este año ha sido uno de los más intensos para las Fuerzas de Seguridad Afganas, puesto que los insurgentes han mostrado una gran capacidad para congregar a numerosos combatientes en las zonas aisladas.
“Reitero mi llamado a las conversaciones directas entre el Talibán y el gobierno. La po­blación afgana, se encuentra exhausta por la guerra, clama la paz, y la merece”, apuntó.
Haysom explicó, por otra parte, que no to­das las amenazas emanan del territorio afgano, y recordó que muchos insurgentes llegan de los países vecinos, por lo que este país precisa de ayuda externa, particularmente de la región, para combatirlas.
Destacó las dificultades económicas, de se­guridad y políticas de Afganistán, y advirtió que la estabilidad y autosuficiencia del país no se concretarán si no continúa el apoyo internacional.
Por otra parte la cadena Telusur informa que el jefe actual de los talibanes afganos, el mulá Ajtar Mansur, advirtió al Gobierno que la paz solo reinará en el país cuando las tropas extranjeras se vayan y se revoquen los tratados militares entre Kabul y sus aliados.
“Si el gobierno de Kabul quiere el final de la guerra y la llegada de la paz, la ocupación debe cesar y los tratados militares con los invasores deben ser revocados”, sentenció el sucesor del mulá Omar en su primer mensaje, difundido en el sitio web de los talibanes, en ocasión de la fiesta musulmana del Aid.
Mansur se refirió específicamente al tratado bilateral de seguridad que autoriza la presencia de unos 13 000 soldados extranjeros, que se mantienen allí pese a la culminación de la misión de la Organización del Tratado del Atlán­tico Norte (OTAN) en el 2014.
El nombre Afganistán etimológicamente significa “tierra de los afganos”, entonces so­lo­ queda esperar cuando realmente la tierra orien­tal sea de quienes, en efecto, la habitan.
tomado: Granma