martes, 14 de agosto de 2012

Mientras la izquierda se divide la ultraderecha se recompone


Lo que se espera de la izquierda en Colombia, es que se convierta en una verdadera opción política, sin embargo, aunque el POLO mostró que podía tener una capacidad de aglutinar a las grandes masas, inconformes reclamando cambios sociales. No logro convertirse en una opción de cambio suficiente para llegar a la presidencia o consolidar unas mayorías en el Congreso. La tradición politiquera y la élite dueña del poder no han estado dispuestas a ceder su lugar. Por el contrario, ha convertido a la izquierda en objetivo militar o criminal, lo que originó el exterminio de la Unión Patriótica, este es solo uno de los más recientes hechos que han ocurrido al interior de la llamada democracia colombiana.

La opción política que para algunos sectores pudo representar el PDA, se ha ido diluyendo, no solo por sus administraciones cuestionables como el caso de la alcaldía de Bogotá, sino por las pugnas internas por el manejo del poder y la burocracia alrededor de unos puestos en el Congreso y la alcaldía de Bogotá,  que en realidad no han representado un cambio sino la continuidad de la tradición politiquera que busca acomodarse al sistema. Vasta analizar la vida política de personajes como los Garzón, Petro y los Progresistas, para entender cómo a partir de un discurso político lograron hacer carrera y luego se acomodaron a las burocracias que les ofrecía el poder, los que fueron consecuentes con su causa infortunadamente hoy no están presentes.

Hoy el PDA, se siente con el poder suficiente de juzgar y expulsar de sus filas a los miembros del Partido Comunista, por considerar según ha dicho, incurrió en doble militancia, esta por su compromiso que adquirieron con el movimiento de masa Marcha Patriótica, y lo que puede representar a futuro para las burocracias que se tomaron el POLO y las verdaderas opciones políticas.

El PDA, entro en el mismo juego de las élites políticas que vieron en el nuevo movimiento Marcha Patriótica, una amenaza para su permanencia en el poder de ahí su estigmatización, rechazo y judicialización por considerar que es un movimiento político de las FARC, que busca opciones de poder político, El temor a que el movimiento Marcha Patriótica se convierta en opción de poder, no solo lo comparten las élites sino las burocracias que se hacen llamar de izquierda pero que están prestas a servirle al gran capital o pactar acuerdos y a desconocer las demandas sociales.  

Mientras esto ocurre en la Izquierda la ultraderecha que siempre ha permanecido unida y aunque ahora pretendan mostrar que existe una división entre Uribe –Santos, lo que no es cierto, simplemente se ha buscado un reacomodo, este explicado por las condenas judicialización y la huida de los principales alfiles que han acompañados estos gobiernos, la diferencia entre Uribe-Santos radica en el manejo del discurso. Es decir, el que mejor trata en público a sus ministros como peones o en el manejo del vocabulario, el de Uribe denotaba su pobreza intelectual y burda, el de Santos es más sutil pero esconden lo mismo. Por lo que se refiere al modelo político no ha cambiado en nada, seguimos el modelo neoliberal y la entrada de las multinacionales como parte de lo que han llamado la confianza inversionista y la política de guerra sostenida que es la base sobre la que se soporta este modelo, limpiar el campo de campesinos, indígenas pobres para garantizar mejores resultados.

El reacomodo de la ultraderecha se hizo por lo alto, en una reunión que tuvo lugar en el club el Nogal, sitio del despliegue del gran capital, que como era de esperarse conto con una gran cena y toda la parafernalia dispuesta para tal fin, ningún medio cuestionó este encuentro ni se pregunto de donde salieron los fondos, se entendía que los que allí se reunían, eran las “altas personalidades” del país, que cuentan con el capital suficiente para estas burocracias.

Contrario a lo ocurrido con el nacimiento del movimiento Marcha Patriótica, que en vez de una cena tuvo un tamal y la cita se dio no en lugar prestigio sino en la plaza de Bolívar, donde se dieron cita todos los movimientos sociales que buscan un cambio. Vale decir, que esta cita sí fue cuestionada, no por la cantidad de comida y los platos que se repartieron, sino por lo contrario, el tamal se convirtió en un derroche de recursos los cuales no podrían ser financiados sino por la guerrilla o como se explica que los pobres puedan acceder a un tamal, esta comida es solo un privilegio.

Lo paradójico es que el PDA se uniera a todos los que creen que los pobres no tienen la capacidad suficiente para realizar encuentros y peor aún que no cuentan con los medios suficientes para departir con tamal, de ahí la estigmatización hacia el PC y la expulsión.


Por ahora el reto que tiene el PC, es convertirse en una verdadera opción política con capacidad de aglutinar a los sectores excluidos, lejos de las alianzas y pactos que le han representado un retroceso y su casi desaparición.