martes, 17 de julio de 2012

La soberanía indígena en el Cauca


Las luchas de los indígenas del Cauca, se remontan a los años de la conquista, cuando los españoles llegaron y tomaron posesión de su territorio, sus mujeres y hombres sometiéndolos y enajenando su territorio. Sin embargo, los indígenas lograron resistir lo que les permitió permanecer en su territorio y reconstruir la identidad que había sido pérdida gracias al proceso de conquista y vasallaje impuesto por la corona. Pero esta no sería la única guerra que tendrían que soportar los indios del Cauca, en defensa de su territorio y su autonomía.

El siglo XIX, después del proceso de independencia, los que vinieron a usurpar el territorio indígena del Cauca fueron los terratenientes quienes con el beneplácito del gobierno Central se adueñaron de parte del territorio sometiendo a los indios a los sistemas de contratación y a la pérdida del derecho a la propiedad que sostenían sobre su territorio, lo que los llevo a su casi desaparición como organización indígena.  Sin embargo, los indios no abandonaron la resistencia y sus formas de organización. Esta se inició hacia 1910, donde se constituyeron como Consejos y Ligas de indios que reivindicaron los derechos indígenas, los que el gobierno no atendió. Como respuesta se da la insurrección indígena de Manuel Quintín Lame en 1914, luego de que no prosperaran sus reiterados recursos jurídicos para la defensa y autonomía de los pueblos indígenas.

Por su parte, el gobierno somete a estas comunidades a una violencia sostenida, a lo largo de todo el siglo XX, lo que finalmente  conduce a la defensa del territorio con acciones armadas, de ahí el surgimiento del Movimiento Armado Quintín Lame que emergió como autodefensa a mediados de la década de los setenta del siglo XX, frente a la violencia ejercida por los pájaros al servicio de los terratenientes y por la insurgencia que desconocía la autonomía de los pueblos. Este grupo armado se convertiría en movimiento insurgente a mediados de la década de los ochenta, para asumir la protección de las comunidades indígenas y la defensa de los derechos de los pueblos indígenas. A principios de la década del noventa este movimiento se desmoviliza, lo que no quiere decir que los indígenas renunciaran a su autonomía sobre sus comunidades.

El derecho de los cabildos y comunidades a controlar, vigilar y organizar su vida social y política al interior de los resguardos y de rechazar las políticas impuestas por el Estado. Quedo consagrado en la Constitución del 91 a saber: el derecho de posesión de sus territorios, conservación de la cultura, educación, participación en las Cámaras Legislativas y derecho a ejercer su propio gobierno. Esta autonomía se hace extensiva a todas las entidades gubernamentales, privadas y no, que  ejercen e imponen aspectos económicos, sociales, políticos y religiosos. Sin duda estas formas de organización les ha permitido a los pueblos indígenas mantenerse como comunidades frente a las agresiones externas.

En los últimos tiempos, las múltiples confrontaciones armadas han dejado una estela de violencia para las comunidades asentadas en este territorio, son más de 1500 personas desplazadas y al menos 30 mil personas que se encuentran sin los servicios básicos e incomunicadas, no solo por no contar con vías y desarrollo, sino por las constantes incursiones militares. La  única presencia que se conoce del Estado es la fuerza pública que lejos de proteger aumenta la zozobra y el desplazamiento, luego de que sus viviendas, escuelas y lugares públicos son utilizados como trincheras y teatro de operaciones. Como oposición, los indígenas que han demostrado gran unidad y cohesión en su comunidad, decidieron poner fin al olvido estatal y exigirles a los actores armados el retiro de su territorio y el derecho a conservar su autonomía.

Ante la crisis social que vive el Cauca, el presidente Santos, organizó una visita a la que esperaba que las comunidades lo recibieran casi de rodillas, y le agradecieran por tan grata visita y se doblegaran ante la fuerza pública, aceptando que su territorio sea teatro de operaciones. Frente a la posición de los indígenas, Santos les responde con una estrategia de consolidación en la que espera enviar un total superior a los 12.000 soldados, una estrategia de guerra para una región que solo espera inversión social y desarrollo. A bala se eliminan las asimetrías sociales, menos pobres que reclamen sus derechos.

Las paradojas del Estado colombiano, mientras cede soberanía frente a los EEUU, considera que es ilegitimo que los indios sean soberanos en su propio territorio, posiblemente esto se debe a los recursos naturales que posee la región, desocupar el territorio para entregarlo a las multinacionales.

Por otro lado, el ex juez Baltasar Garzón se ofreció como facilitador para que las partes (Estado- indígenas), concilien sobre el retiro de la fuerza pública, decisión que ya está tomada por parte de los indígenas de no admitir ningún actor armado en sus territorios y del gobierno de enviar más tropas y mantener la guerra. La permanencia de Baltasar Garzón, en estos territorios nos recuerda cuando la corona enviaba sus emisarios a controlar a los indios que se levantaban a “imponer el orden”, estos también lo hacían a través de las armas. Aquí surgen algunas preguntas ¿Qué intereses defiende Garzón? ¿Cuáles han sido los logros para la comunidad durante tantos años que dice representarlos?, ¿será que el gobierno es incapaz de dialogar con los indígenas y necesita que la corona española intermedie como hace 200 años? No hemos avanzado mucho, sobre todo cuando se trata de pueblos indígenas que reclaman sus derechos frente al Estado.