jueves, 12 de julio de 2012

Pacific Rubiales ni es Colombia ni somos todos





Hace algún tiempo y luego de las multitudinarias manifestaciones que tuvieron lugar en Puerto Gaitán, Meta, por los trabajadores, quienes denunciaron públicamente los vergonzosos sistemas de contratación y las precarias condiciones en las que los trabajadores tenían que laboral y pernotar. La multinacional canadiense como parte de su estrategia inició una campaña por todos los medios de comunicación en donde los trabajadores dan cuenta de las bondades de ser parte de campo rubiales; según ellos, todos hacen parte de la multinacional y peor aún todos somos Pacific.

Los  grandes beneficios que ostenta un trabajador como: la alimentación, vivienda hasta un gimnasio dice tener para que los trabajadores se relajen en el tiempo libre, sin contar con la escuela para los hijos de los obreros. En un aparte de la publicidad mentirosa una mujer dice “si a Pacific le va bien a mi esposo le va bien y a mi familia también” cuando todos sabemos que a la multinacional nunca le ha ido mal por el contrario ha extendido su negocio no solo a los hidrocarburos, sino en minería, palma de aceite y caucho.

Sin contar  como la multinacional ha alterado la información sobre la producción de hidrocarburos y el cálculo sobre el pago de regalías, con lo cual el Estado y las regiones productoras se ven afectadas, mientras que las ganancias netas se van del país. Pero según, los comerciales Campo rubiales; es algo así como un paraíso del que gozan sus trabajadores, y los colombianos deberíamos sentirnos privilegiados y ser parte de ella,  permitiéndole que extraiga nuestros recursos ya que nosotros no somos capaces.

Con ello, la multinacional quiere vender la imagen de lo oscuro que resulta el enclave del siglo XXI y, ser empleado de dicha compañía, la forma arbitraria como los trabajadores son despedidos masivamente, desconociendo todo derecho laboral y de asociación; que aunque la ley contempla el derecho a sindicalizarse la multinacional impide este derecho con el fin de obstaculizar las reclamaciones. Las ganancias que obtienen no se reflejan  en la mejora de salarios ni en las condiciones laborales, por el contrario van en detrimento de los empleados de base que son quienes desarrollan la extracción del crudo.

Sin contar con el daño ambiental que el derramamiento de aguas hervidas vertidas a caños y ríos, perjudica a las comunidades que han visto disminuida su producción agrícola y de pesca, la flora y la fauna gravemente afectadas. Además, de perder la movilidad en sus mismas comunidades, su desplazamiento es controlado por empresas de vigilancia privada que les prohíben y controlan el paso, a su vez la fuerza pública que ejerce el control de la zona para impedir algún brote de manifestación, como si se tratara de los bienes del Estados a los que hay que proteger con todo el rigor de la fuerza. 

En realidad no somos Pacific si fuéramos habría una repartición equitativa de los ingresos, todos los empleados estarían en igualdad de condiciones, todos serian propietarios, no se perjudicaría el medio ambiente y peor no se trataría a los obreros como peones del siglo XIX, donde no contaban con las mínimas condiciones laborales y eran tratados como esclavos.

 Al paso que vamos Pacific si va poder decir que es Colombia, no porque se sientan colombianos sus socios sino por la forma brutal como se ha apoderado de nuestros recursos naturales y desconoce las leyes nacionales, todo con el beneplácito de una élites y un gobierno que le brinda todas las condiciones para el saqueo.