jueves, 26 de julio de 2012

Exigen salida Ejército, policía y paramilitares de región colombiana


El máximo jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño Echeverry, alias Timoleón Jiménez, anunció que si el Ejército, la policía y los paramilitares salen del Cauca, la guerrilla lo hará también.

  Si en Colombia cesan las operaciones militares, los bombardeos y ametrallamientos, los desplazamientos forzados, el despojo de la tierra, los crímenes contra el pueblo y la impunidad, no tendrá sentido la existencia de la guerrilla, asegura.

Así lo expresa en un comunicado dirigido a la Asociación de Cabildos Indígenas del Cauca, fechado el 20 de julio en las montañas de esa región del suroccidente del país y publicado en la página web de las FARC-EP.

Nosotros creemos que el Ejército debe salir no solo de las comunidades indígenas, sino de todo el campo colombiano, declara.

La misión natural es guarnecer las fronteras en defensa de la soberanía nacional, expone, pero las clases dominantes lo han convertido en una máquina al servicio de poderosos intereses extranjeros, dirigida directamente por generales norteamericanos.

En respuesta al reclamo de las comunidades autóctonas que exigen a las FARC no emplear las armas con riesgo para la población civil, Jiménez puntualiza: 

"Nosotros somos una población civil a la que la violencia estatal y paramilitar obligó a alzarse. Jamás podríamos albergar la idea de afectar gente inocente", declara.

"En eso compartimos por completo su reclamo con plena disposición de evitar que ocurra. ¿Pero qué hacer con las fuerzas terroristas de ocupación?", se pregunta.

"Las FARC, argumenta, no están integradas por soldados pagos ni conscriptos,sino por gente sencilla del pueblo de Colombia, campesinos, indígenas, negros y mestizos que decidimos enfrentar con las armas la agresión".

El problema de ustedes, agrega, no puede ser examinado a la simple luz de la no presencia del ejército o la guerrilla en los resguardos, "porque como dice (presidente Juan Manuel) Santos, el Ejército jamás va a abandonar sus bases".

Al contrario, su presencia encarna, pormenoriza Jiménez, un modelo de dominación nacional, continental, de aspiraciones mundiales.

Lo que hay que hacer es derrotar ese modelo, y para ello comenzar por el cambio del régimen, manifiesta. Es nuestra lucha y la de millones de colombianos. El asunto en la hora es unir fuerzas, no separarlas, resalta el líder guerrilero.

Tras expresar que las FAR-EP sienten un sincero respeto por la oposición de los indígenas al empleo de la violencia como mecanismo de lucha, asevera que "en una humanidad civilizada, ajena a los intereses de clase, seguramente tal pretensión sería generalizada".

Pero no es menos cierto, añade, que las realidades de Colombia, gobernada secularmente por una casta violenta y agresora, terminaron por producir la respuesta digna de los de abajo.

Esa también es una forma respetable de lucha, que no puede ser condenada por principio sin borrar de un plumazo la historia y rozar los límites de la utopía, reseña el texto.

Compartimos completamente todas las aspiraciones de las comunidades indígenas y de hecho las estamos apoyando al riesgo de nuestra propia vida, asevera, pero la fuerza de los hechos históricos demuestra también que los indígenas no son las únicas comunidades violentadas y perseguidas en Colombia, plantea.

En todo el país crece un ruidoso clamor por la paz, por una salida política de la confrontación. Esa ha sido entre todas la más vieja de nuestras banderas, afirma el jefe guerillero.

Es el régimen, reflexiona, el que jamás se ha prestado a poner fin a su predilección por la violencia y obligarlo a abrir un diálogo.

Ustedes, que sufren más que nunca el estilo característico de responder en Colombia a las aspiraciones de paz, son bienvenidos al trabajo por ella, subraya.
Tomado: Prensa Latina