viernes, 19 de abril de 2013

La democracia para EEUU



La democracia es considerada por Occidente como el sistema político liberal de participación, que en su discurso da la impresión de canalizar las aspiraciones de todos los sectores sociales, haciendo énfasis en las motivaciones populares de orden económico, social y político. Este discurso les sirvió de telón de fondo a las élites latinoamericana para mantener su posición de dominio socioeconómico y político, ajustadas por EEUU, de ahí que a la región se le conozca como el patio trasero.

En este escenario, la participación democrática se convierte en el único sistema político perfecto, entendido como la etapa final de la sociedad, elegir y ser elegido, así el ciudadano puede tener el control sobre sus gobernantes y ejercer alguna veeduría. En la práctica este sistema político excluye al conjunto de la sociedad (pobres, obreros desempleados, discapacitados, negros, indios) que no representa sus intereses y son considerados inferiores, sin capacidad de gobernar ni dirigir, su participación solo se concreta a  través del voto.  

Según EEUU, este sistema garantiza la estabilidad política y económica, sin olvidar que el gobernante de turno debe cumplir con las recetas impuestas desde Washington, y los gobernados deben acatar a cabalidad la ley y el orden,  pues de no ser así, se está atentando en contra de la democracia.

Pese a esto, a finales del siglo XX, surgieron nuevas alternativas democráticas al interior de algunos Estados latinoamericanos, que se distanciaron del modelo económico e impulsaron un modelo más incluyente para el conjunto de la sociedad.  Lentamente estas transformaciones le han dado un papel más participativo a los sectores excluidos por la democracia liberal,  entendiendo al sujeto  como parte activa del desarrollo social, político y económico.

Estas nuevas transformaciones han encontrado resistencia por las élites políticas que no están dispuestas a perder lo que les ha garantizado bienestar, poder y dinero. A su vez, estos cambios amenazan la permanencia de EEUU,  en la región y suponen un cambio en el modelo capitalista. Los primeros cambios se han dado en Venezuela, con el llamado el socialismo del siglo XXI, otros países han venido consolidando modelos políticos más incluyentes, todos ellos fundados en la democracia como sistema de participación política.

A pesar, que sus gobiernos han sido elegidos en las urnas, lo que les da legitimidad en la toma de decisiones, estos han chocado con los intereses de la clase dominante y el poderío de EEUU. Por ello, vuelve al escenario político, los golpes de Estado, no con las mismas características de antes, aunque el primer intento desestabilizador en Venezuela en 2002, podría recordar las épocas violentas de los militares que se tomaron el poder a sangre y fuego y sometieron a la sociedad bajo las torturas y la muerte.

La nueva singularidad de golpe de Estado, es más quirúrgica, dando la idea, de respetar la Constitución e impedir violaciones a los derechos humanos, bajo esta modalidad se han venido dando algunos golpes en Honduras, Paraguay e intentos en Ecuador, Bolivia. Para ello, ha sido necesario desacreditar a sus mandatarios e instigar a la desobediencia civil. En este escenario EEUU, ha jugado un papel protagónico, al reconocer como legítimos a los golpistas, poniendo en entredicho la democracia como sistema político de participación ciudadana, desconociendo las Constituciones propias de cada país.

Los últimos intentos se han venido presentando en Venezuela, con la puesta en duda sobre la cantidad de votos que le dieron el mandato al presidente Maduro (fraude electoral), el no reconocimiento del nuevo presidente por parte del candidato opositor ha generado una inestabilidad política al interior del país e instigado al desorden y la violencia, sin olvidar que EEUU, no ha reconocido al mandatario, con ello abre la puerta a una intervención militar o a un nuevo golpe.  La pregunta que surge es ¿sí el denunciante del fraude fuera Maduro cual sería la posición de EEUU? O los muertos fueran simpatizantes del ex candidato opositor.

En este sentido solo las democracias son validas si se ajustan a los requerimientos de Washington, si el candidato es su peón y no va a poner en riesgo su poderío. Olvidando con ello que todos los pueblos son soberanos y dueños de su autodeterminación.