viernes, 7 de marzo de 2014

Votar o Botar al final es lo mismo.

Para las elecciones que se celebran el próximo 9 de marzo, no existe novedad alguna, si revisamos con cuidado el 70% de los candidatos que se presentan pertenecen a la casta política que ha dirigido este país, desde hace poco más o menos 40 años, sin que su paso por algunas de las instituciones del Estado haya merecido algún recordatorio, salvo lo extravagante de su sueldo, las clientelas que ha logrado acumular, los torcidos y chanchullos para tramitar algunas leyes que lo blinden contra toda investigación, el uso indebido de los carros que les otorgan a los congresistas y los bienes que usufructúan en beneficio propio con el impuesto de todos los colombianos.

Sin duda, este es el nuevo Congreso que según dicen sus candidatos le apuntan a la renovación, al cambio radical, a vivir bien. Parece un chiste de mal gusto, pensar que un Gerlein pueda transformar la política colombiana cuando lleva 40 años ocupando un sillón del Congreso, sin que sepamos cual ha sido su contribución al país, salvo su odio visceral contra los homosexuales y las mujeres, realmente en palabras del propio senador su permanencia en el Congreso es excremental. Igual que la presencia de otros como Serpa, o el nefasto Uribe, no son garantía de cambio sino por el contrario de la permanencia de una élite corrupta e inepta que se resiste a abandonar las jugosas ganancias que les deja el Estado, pues, no olvidemos que la corrupción en el gobierno de Uribe tuvo un crecimiento exponencial donde todos sus aliados cercanos se han visto involucrados no solo en delitos graves, sino en corrupción.

Pero lo nuevo y novedoso que pretende la política no solo se concentra en estos pro-hombres de la patria, sino también en las nuevas generaciones, vale decir, que los que ya se han retirado han dejado sus retoños que vienen a significar un cambio generacional, que en realidad no significa lo nuevo, sino asegurar mejor la repartición del botín que significan los dineros públicos. De ahí, que la política colombiana signifique una carrera de relevos, por el manejo de los dineros del Estado, los contratos, las gabelas, las clientelas y la corrupción que se mueve alrededor.

Pues, si hacer política no resultara tan rentable, sin duda hombres como Gerlein, Serpa, Uribe, Gaviria, Galán, Roy, parapolíticos gobernando en cuerpo ajeno, entre otros muchos no estarían atornillados a las sillas del Congreso, buscando beneficios propios y no comunes. La pregunta que surge ¿Cuánto ha avanzado el país en reformas sociales?  Y qué decir de la educación, que futuro puede tener un país donde se construyen más cárceles que universidades o colegios. Será que realmente estamos caminando por la senda del cambio.


Pese a esto, la izquierda colombiana tampoco da muestra de transformación, pues Navarro y otros, están demostrando que el cambio no es posible, o que solo ellos merecen un puesto en el Congreso. Valdría la pena una renovación que se ajuste a los cambios que necesita el país, sobre todo cuando se piensa en un país en paz. Definitivamente los cambios no están en esta jornada electoral. Sin olvidar, los candidatos para la presidencia, que como van las cosas Santos puede ser el ganador, premio que se gana por inepto y corrupto o por sustracción de materia o por la ley de la inercia, pues, si Petro no ha sabido gobernar a Bogotá a Santos le quedo grande el país, pero pequeño para las multinacionales, sin olvidar que fue el ministro de defensa de Uribe, donde hasta ahora está saliendo lo podrido que ha resultado ese ministerio.