viernes, 5 de julio de 2013

Uranio empobrecido, bombas y centrales nucleares

El uranio es un elemento químico que en la naturaleza se presenta en forma de tres isótopos diferentes: U-238, U-235 y U-234. En una muestra de uranio, el 99,28 % corresponde al U-238, el 0,71 % es U-235 y el U-234 está en una proporción ínfima. De los dos isótopos más abundantes del uranio, solo el 235 es fisionable y, por tanto, es el isótopo que se debe utilizar para obtener energía mediante la fisión nuclear.
El mineral de uranio que se extrae de las minas, contiene entre un 0,05 y un 0,3 % de óxido de uranio. Y, de este, solo el 0,71 % está en forma del isótopo U-235. Los reactores nucleares para generar energía eléctrica necesitan que el combustible nuclear tenga una riqueza del 4-5 % de este isótopo y, para fabricar bombas nucleares, debe ser superior al 90 %. Así, el mineral de uranio se debe someter a un largo y costoso proceso para lograr la proporción adecuada, sea para fabricar combustibles nucleares o para las cargas de las bombas nucleares. Este proceso se llama enriquecimiento. El material de desecho de este proceso tendrá una alta proporción del isótopo U-238, que es el llamado uranio empobrecido.
El uranio 238 es un isótopo radiactivo que emite partículas alfa y tiene un periodo de semidesintegración de 4 500 millones de años. Es un material muy denso (más que el plomo) y tiene propiedades pirofóricas (reacciona violentamente en contacto con el aire y desprende gran cantidad de energía en forma de calor). Estas propiedades físicas y químicas hacen que se use en diversas aplicaciones civiles como lastre en yates, contrapesos en aviones y en contenedores de materiales radiactivos. Pero su gran interés está en las aplicaciones militares. Se utiliza en la fabricación de municiones, obuses anticarro y proyectiles de aviación. Los proyectiles con cabezas de uranio empobrecido pueden perforar el acero de los blindados.
Cuando un proyectil con uranio empobrecido llega a su objetivo, se pulveriza en pequeñas partículas micrométricas, gracias a sus propiedades pirofóricas. Estas partículas, que contienen diferentes óxidos de uranio, se dispersan por el medio y, por la acción del viento, se pueden desplazar a grandes distancias. Estas partículas pueden ser inhaladas por las personas con posibles incidencias negativas para la salud a consecuencia de su toxicidad química y de la irradiación interna producida por el uranio incorporado en el organismo.
La industria militar utiliza uranio empobrecido desde 1977. Se calcula que EE.UU. lanzó casi un millón de proyectiles con uranio empobrecido en la primera Guerra del Golfo, lo que representa un diseminación de 300 toneladas de uranio empobrecido, que podría afectar la salud de 250 mil personas. En la guerra de Kosovo las fuerzas de la OTAN lanzaron más de 30 mil proyectiles con uranio empobrecido. También se ha utilizado en la segunda Guerra del Golfo y en Afganistán. Se estima que, actualmente, hay más de un millón de toneladas en el mundo. Los principales estados que lo almacenan son EE.UU., Rusia y Francia.
Su utilización debería considerarse un problema de salud pública. Las personas que están cerca del lugar donde se produce una explosión de municiones que contengan uranio empobrecido, pueden desarrollar enfermedades a corto o largo plazo como consecuencia de la inhalación de partículas. Estas personas no son únicamente militares, la población civil también puede resultar afectada, otro ejemplo de los cada vez más habituales "efectos colaterales" de las guerras modernas.
Pero, además, las partículas con uranio, finalmente, se depositarán sobre el suelo y los animales herbívoros pueden quedar contaminados cuando coman la hierba de la zona. Esta contaminación también puede afectar a los peces de los ríos. Además, la acción de la lluvia hará que el uranio penetre en el suelo, que puede llegar a los niveles freáticos. Así el uranio empobrecido puede llegar a ser ingerido por la población, sea a través de la alimentación o del agua "potable", con posibles peligros para su salud.

Su producción no se deriva únicamente de la producción de armas nucleares, recordemos que el combustible de las centrales nucleares de generación de energía eléctrica también necesita de un proceso de enriquecimiento y también produce uranio empobrecido. Así pues, hay que incorporar la gestión del uranio empobrecido en el debate sobre el uso de la energía nuclear, tanto civil como militar, ya que este es un factor de contaminación radiactiva y de posibles consecuencias negativas para la salud. (Tomado de Rebelión)
Tomado. Granma