Basado en un texto de Arthur González – Blog “El Heraldo Cubano”.- Al asumir Barack Obama la presidencia de EEUU, muchos incautos pensaron que algo cambiaría en la estrategia de terrorismo de estado impuesta contra Cuba desde 1959. Pero se equivocaron.
Cierto que eliminó las restricciones de viaje de la emigración cubana, y que aumentó sus posibilidades de envío de dinero a la Isla. Pero hasta ahí.
Porque ha sido esta administración, por ejemplo, la que ha llevado con mayor rigor la imposición de sanciones millonarias a empresas y bancos de terceros países, por supuestas “violaciones del embargo a Cuba”. La más reciente y emblemática: la multa de 10 mil millones de dólares al Banco Francés BNP Paribas.
El bloqueo sigue persiguiendo su objetivo inicial, el “desencanto y desaliento” de la población –ahora, especialmente de su juventud-, para provocar una revuelta interna. Algo que Washington combina –desde el más depurado de los cinismos- con la difusión, a través de los grandes medios, de la idea del fracaso económico de Cuba.
Por otro lado, el Gobierno de Obama entrega, cada año, 20 millones de dólares a la llamada “disidencia” cubana, una oposición absolutamente artificial que sigue sin el menor calado social.
Y sigue desarrollando programas secretos, dirigidos a la juventud cubana, para provocar una hipotética rebelión popular al estilo de la primavera árabe.
Las denuncias de Cuba ante los organismos de Naciones Unidas por esta política de injerencia son constantes. Como la condena del bloqueo, que ha llevado a toda la Comunidad Internacional –con excepción de Israel- a respaldar las posiciones de Cuba.
Denuncias que rara vez recoge la llamada “prensa libre”, que prefiere seguir justificando, con total descaro, la política de la Casa Blanca o, sencillamente... mirar para otro lado.
Tomado: tercerainformacion