lunes, 1 de diciembre de 2014

Tema nuclear iraní, ¿problema técnico o político?

Finalizó la fecha fijada para los diálogos nucleares, el 24 de noviembre de 2014, que había sido acordado para suscribir el acuerdo sobre las actividades nucleares iraníes, no obstante, los diálogos no terminan aquí, ya que esta fue renovada hasta el próximo mes de junio.
En el siguiente artículo analizaremos el porqué de la falta de acuerdos en la fecha límite, y si esta demora resulta beneficiosa para el resultado de los diálogos o, de lo contrario, perjudicial.
Por más de una década, ambas partes negocian sobre el programa nuclear iraní. Desde sus inicios, 2002, el régimen israelí y Occidente han estado acusando a Teherán de estar a punto de fabricar armas atómicas, y aunque ya han pasado 12 años desde el inicio de estas especulaciones, ni la Agencia Internacional de la Energía Atómica ni el propio régimen de Tel Aviv o sus aliados occidentales han podido probar que Irán se haya adentrado en el camino del desarrollo de la armas de destrucción masiva.
Por lo tanto, se puede decir que el programa nuclear iraní más que un tema técnico es uno político cuyo objetivo es impedir el avance y la supremacía del país en la región de Oriente Medio, donde se encuentran el régimen israelí, Arabia Saudí y Catar, contrarios a un Irán poderoso, sin mencionar la cuestión ideológica del sistema persa de base chií.
El régimen de Israel, desde el triunfo de la Revolución Islámica de Irán y la llegada de un nuevo sistema al país persa, perdió uno de sus principales aliados en la región. La ideología adoptada por Irán se opone a la ocupación de este régimen que, como ha venido haciendo hasta ahora, recurre a todos los recursos a su alcance para impedir su desarrollo.
Por otra parte, países árabes como Arabia Saudí, Catar, entre otros, no pueden aceptar que un país chií que se opuso al sistema monárquico con numerosas manifestaciones populares, amplíe su influencia política y económica en la región, contagiando a otras naciones que podrían verse sumergidas en movimientos similares y poner en peligro su poderío, tal como ocurrió en Baréin, Egipto, Túnez, etc.
Esto significa que hay que tener en cuenta seriamente el rol que están desempeñando algunos actores que, aunque aparentemente no están en el juego, sí influyen en los diálogos. Las reuniones del canciller saudí, Saud al-Faisal, y las autoridades israelíes con las estadounidenses y francesas en Viena, especialmente en tal delicada situación, ratifican esta afirmación.
Además, en este proceso existen algunos países que a pesar de estar, aparentemente, a favor de un acuerdo nuclear, en el fondo se oponen a cualquier trato o reconciliación entre Irán y Occidente, por lo que no actúan en aras de lograr un resultado que beneficie al país persa. La asistencia del canciller chino, Wang Yi, el último día de los diálogos en Viena, y la pasividad palpable de Rusia son una muestra de ello. Convencer a Occidente de suscribir un acuerdo fue una gran prueba para Pekín y Moscú, no obstante, no solo no lo pudieron hacer, sino que ellos mismos terminaron alineándose con el resto.
Hay que decir que el principal motivo del fracaso en la firma del acuerdo definitivo, se debe a la incapacidad de EE.UU. y la troika europea para adoptar una decisión determinante e independiente en los diálogos, aceptando el derecho nuclear de Irán, basados en los documentos de la Agencia Internacional de Energía Atómica y del Tratado de No Proliferación Nuclear.
Se puede decir que un acuerdo político, automáticamente, resultaría en un acuerdo técnico, es decir, la obtención de un acuerdo nuclear depende de que Occidente cuente con la aprobación de Israel y otros actores involucrados indirectamente en estos diálogos. Además, hay que tener en cuenta que EE.UU. y Occidente no tienen autorización para decidir de forma independiente sobre temas a ese nivel, ya que siempre deben actuar de acuerdo con las directrices que reciben o, en el caso de Washington, de la postura del Congreso, o de quienes tengan la mayoría, los republicanos o demócratas, para que no bloqueen la decisión presidencial. Sin embargo, en Irán, ocurre todo lo contrario es una sola persona quien decide sobre los temas principales de la política exterior y las líneas rojas del país, según las facultades conferidas en la Constitución iraní; el Líder Supremo de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, así que ahora la pelota está en el terreno de la contraparte para poner fin a este largo proceso.
Ahora, Occidente debe tener en cuenta que mientras más se prolongue el tema, más disminuirá la posibilidad de llegar a un acuerdo, ya que Irán ha cumplido con las exigencias de los diálogos y ha demostrado que su programa nuclear es pacífico, tal como reconoció el secretario estadounidense de Estado, John Kerry, en su rueda de prensa posterior a las reuniones de Viena. Por tanto, Irán no puede esperar más a que la contraparte cumpla con sus obligaciones de retirar el caso del Consejo de Seguridad de la ONU y el levantamiento de todas las sanciones que pesan sobre sus espaldas. Así que, cualquier demora excesiva u obstáculo ilógico creado en el camino de los diálogos podría perjudicar más a Occidente, si las circunstancias llevan a Irán a retirarse de la mesa de los diálogos.
Desde que Occidente comenzó a presionar a Irán, el país multiplicó el número de centrifugadoras, pasando de 194 a 19 mil, y aumentó el nivel de enriquecimiento de uranio al 20 %; no obstante, en el último año, desde que los diálogos se continuaron desarrollando bajo el mandato del nuevo presidente iraní, Hasan Rohani, este no solo aceptó reducir la cantidad de centrifugadoras, sino también el nivel de enriquecimiento al 5 % para fomentar la confianza y demostrar que su programa es pacífico, por lo que, si Occidente no posibilita un acuerdo, tendrá que prepararse para un Irán más avanzado en tecnología nuclear.
Además, Irán es un país importante en la región de Oriente Medio y tiene cierta influencia en algunos países de la zona, a raíz de la situación actual; la amenaza de los terroristas de Daesh, cuya erradicación requiere de la colaboración de Teherán. Así que un acuerdo nuclear entre Irán y Occidente podría allanar el terreno para una colaboración entre ambos en las ecuaciones regionales e internacionales.
Rasul Gudarzi
Tomado: Librered.net