martes, 30 de diciembre de 2014

El humanitarismo selectivo de la OTAN

“No sorprende que los delitos contra la humanidad que invocó la OTAN ante organizaciones internacionales como Human Rights Watch (HRW), como fundamento para intervenir en Libia, sean los mismos que ahora está perpetrando en Ucrania el régimen de Kiev sin que la organización atlántica manifieste, no ya interés por intervenir para detenerlos, sino que ella misma sea la patrocinadora principal y facilitadora de la guerra contra el pueblo ucraniano que libra Kiev”.
En artículo aparecido en la revista digital “Nueva Perspectiva Oriental”, el investigador y escritor radicado en  Bangkok, Tony Car­talucci, hace notar que los POR CUANTOS de las Resoluciones 1970 y 1973 del 2011 del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la situación en Libia describían un situación casi idéntica a la que hoy se presenta ante los ojos del mundo en Ucrania: “Deplorando la grave y sistemática violación de los derechos humanos, incluyendo la represión de manifestantes pacíficos; …expresando su profunda preocupación por la muerte de civiles; …rechazando inequívocamente la incitación a la hostilidad y la violencia contra la población civil hecha por el más alto nivel del gobierno libio”.
Cartalucci recuerda que múltiples documentos de la HRW en el 2011 se hacían eco de acusaciones de la OTAN contra el gobierno de Libia, como parte de su campaña para justificar una intervención militar en la nación del norte de África, por usar en zonas civiles sistemas de cohetes de campo transportados por vehículos de lanzamiento múltiple tipo BM-21.
“El uso del cohete múltiple no puede ser permitido en una ciudad llena de civiles… viola las leyes de la guerra”, dicen muchos informes que la OTAN hacía circular en Naciones Unidas atribuyéndole la cita a HRW.
En aquellos días la OTAN acusaba al gobierno legítimo de Siria de “bombardear indiscriminadamente, por aire y artillería, áreas pobladas y utilizar escuadrones punitivos para detener, golpear y torturar, así como por el arresto arbitrario de ciudadanos”, todo lo cual conformaba la base legal y retórica de su “guerra humanitaria”.
“El uso indiscriminado de cohetes en zonas pobladas viola el derecho internacional humanitario y las leyes de la guerra, y puede constituir crimen de guerra,” se argumentaba contra el gobierno libio.
Apenas tres años más tarde, HRW se ha visto obligada a instar a todas las partes en conflicto en el este de Ucrania, en particular a las fuerzas del gobierno ucraniano, a dejar de usar los sistemas de cohetes múltiples en o cerca de áreas pobladas debido a la probabilidad de matar y herir civiles, porque estos no pueden ser dirigidos con precisión y a menudo son usados en salvas desde camiones militares para saturar un área amplia. Llamó también a las fuerzas insurgentes a minimizar el riesgo a los civiles bajo su control evitando el despliegue de fuerzas y armas en zonas densamente pobladas.
HRW ha documentado sus investigaciones acerca de varios incidentes en los que Kiev, con su indiscriminado uso de cohetes múltiples en áreas pobladas, ha provocado numerosos muertos. El HRW ha hecho notar que el régimen de Kiev ha negado tanto los ataques específicos como que practique el uso de lanza-cohetes múltiples como táctica general, no obstante lo que ha mostrado el monitoreo practicado por la HRW.
Según ha informado CNN, además de los cohetes múltiples, el régimen de Kiev también ha desplegado enormes misiles balísticos con ojivas de 1 000 libras (450 kilos) contra su propia población. Varios analistas en­trevistados por CNN —vocero de la política exterior de Washington en los medios corporativos occidentales— señalaron la indolencia con que occidente tapa las atrocidades de Kiev sin condenarlas, lo que contrasta con la fingida indignación de los países de la OTAN cuando Gadafi, supuestamente, lanzó misiles Scud contra manifestantes en los últimos días del conflicto libio.
Para la OTAN y los medios de comunicación y políticos bajo su férula, el uso por Libia de misiles balísticos se considera utilización de “armas de destrucción masiva”, mientras que el uso por Ucrania de misiles balísticos es una cuestión que habrá que encubrir, opina Cartalucci.
La interpretación de las “normas internacionales” por Occidente y su sistemática manipulación cuando sirve para presionar a otras naciones, revela las profundidades de la hipocresía y la depravación en la que habita la política exterior occidental.
“Si lo que practica el Occidente, incluyendo la aplicación selectiva de las reglas contra la violación de los derechos humanos deben adaptarse a su agenda política para constituir  ‘normas internacionales’,” entonces es hora de formular nuevas “normas”, concluye el investigador.
Tomado: Granma