miércoles, 3 de junio de 2015

Desplazadas, personas en zonas humanitarias de Colombia siguen buscando soluciones en medio del conflicto

Aunque Colombia vive con atención los pasos que se están dando para alcanzar un acuerdo de Paz desde las negociaciones en La Habana, no se puede negar que hay obstáculos grandes, como el cese del alto el fuego unilateral decretado por las FARC y la reciente muerte de más de 40 personas en los enfrentamientos entre guerrilleros y ejército.
En medio de este conflicto que dura ya más de 50 años Colombia cuenta con el mayor número de personas desplazadas internas de todo el mundo. Se estima que más de 6 millones de personas han abandonado su territorio por causa de la violencia de la guerrilla, los paramilitares o el propio ejército. De esta población desplazada el 30% es afrocolombiana y la mayoría son mujeres, niños y niñas. No es raro entonces que la voz de los desplazados no sea la que más fuerte se oiga.
Ligia María Chaverra es una mujer de 72 años que ha liderado a su comunidad después de sufrir el desplazamiento interno en la zona de Curvaradó. Ella fue una de las representantes que habló en la Corte Interamericana de Derechos Humanos para denunciar cómo se vulneran sus derechos, cómo la violencia de unos y otros los ha expulsado de su tierra y cómo los intereses económicos tienen mucho que ver con el conflicto y los desplazamientos que se provocan. En las tierras donde vivía Ligia María y su familia hoy hay plantaciones de palma africana aceitera.
Cansados de huir estas comunidades decidieron crear las Zonas Humanitarias, que resisten cercanos a su territorio en medio del conflicto y a pesar del asedio de la violencia. Estas zonas se basan en el principio de distinción entre civiles y combatientes del Derecho Internacional Comunitario y constituyen una herramienta de protección para la población que vive en un conflicto como el colombiano. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha respaldado la creación de Zonas Humanitarias como «mecanismo positivo para la protección de la población civil ante la acción de los distintos grupos armados en la zona».
Ligia María, su nieto Edile y el resto de familias desplazadas construyeron una zona humanitaria “Las Camelias”, donde se prohíbe la entrada con armas, ya sea un actor legal o ilegal. Se delimita y visibiliza el espacio donde viven y reclaman un sitio en paz en medio del conflicto. Con la ayuda de la Comisión Intereclesial Justicia y Paz (CIJP), contraparte de InspirAction, “Las Camelias” es ahora un espacio habitable y tranquilo, aunque con muchas carencias, como contar con una escuela adecuada para que los niños estudien, o fuentes de ingresos que permitan a las familias vivir dignamente.
¿Cuándo van a poder regresar a su territorio? ¿Quién va a garantizar su seguridad? ¿Cómo van a poder continuar con sus vidas después de haberlo dejado todo atrás?
Mientras el proceso de paz avanza y encuentra respuestas para estas personas, el apoyo de la comunidad internacional sigue siendo imprescindible, apoyando las reivindicaciones políticas de estas comunidades desplazadas y sustentando sus necesidades básicas mientras les permiten vivir con dignidad en su territorio.
Tomado: tercerainformacion