
Cuando
en Colombia se habla de guerra siempre se hace relación al enfrentamiento
armado entre la insurgencia y el Estado, ocultando con ello las
particularidades del conflicto armado. Que son las verdaderas causas que buscan
soluciones sociales, frente a un Estado que se ha mostrado incapaz de
representar a la sociedad en su conjunto y encaminar las demandas, generando
equidad y desarrollo.
Por
el contrario durante su existencia el Estado ha develado una constante en el
manejo de los conflictos sociales, económicos y políticos por parte de una
élite dominante, que los han planteado desde un problema de inseguridad,
subversión hasta en la actualidad el terrorismo, para no darle salida a las
problemáticas sociales y mantener el orden social impuesto por la dominación de
clase en el poder. A este sistema político se le conoce como democracia.
La permanencia
de esta democracia ha dado lugar a profundas crisis sociales, violencia,
desplazamiento y por su puesto al conflicto armado, sin que ello, represente
alguna inestabilidad para las élites en el poder, que con leyes y normas,
buscan reprimir las reclamaciones hacia el Estado. De ahí la importancia de la
Fuerza Pública como garante del orden y la obediencia.
El camino hacia la Paz
La insurgencia
y el gobierno nuevamente se han propuesto sentarse a dialogar con el fin de
encontrar caminos hacia una reconciliación nacional, si bien, este hecho puede
significar un avance. El gobierno ha dejado claro que no se discutirá el modelo
económico ni la doctrina militar, elementos fundamentales para el desarrollo y
el progreso del país. El modelo económico implica que el país siga entregando
los sectores claves para el desarrollo a las multinacionales, sin que represente alguna ganancia, por el contrario
la explotación de la minería erosiona y daña el medio ambiente, sin contar los
pocos beneficios que le representan a la nación. Por otro lado, la doctrina
militar, en un eventual fin de la guerra, las Fuerzas Armadas son las primeras
que deberían desmontarse, su justificación se basa en la permanencia del
conflicto y la amenaza de la insurgencia a la toma del poder. Lo que no se
explica el afán del gobierno de aumentar el número de efectivos y otorgarle
beneficios consagrados en el fuero militar, ¿será otra la intensión que se
tiene sobre la Paz?
Es de
anotar, que el proceso que se inicia se da en medio de la agudización de las
confrontaciones militares y del supuesto por parte del gobierno de la derrota
militar a la insurgencia, por ello dijo abiertamente que había ordenado la muerte
de Alfonso Cano, cuando buscaba acercamiento de diálogos, por lo que solo necesitaría
una rendición y entrega de armas. Sin enredarse en acuerdos, eso se deduce después de escuchar a la delegación del
gobierno haciendo su presentación en Oslo.
Con ello
el gobierno continúa desconociendo el carácter de la insurgencia, pues el
proceso de Paz se trata de dialogar, concertar y negociar, sin que el Estado
imponga, como lo ha hecho durante su existencia. De no ser así, se estaría
prolongando la guerra.
La firma
de la Paz no se trata de otorgarles algunos beneficios a los miembros del
secretariado al estilo M-19, con una curul en el senado o con algún cargo público,
sin que para el Estado y las élites signifique algún costo político o económico.
De ahí que las élites se han querido blindar con su famoso marco para la paz,
lo que no supone un avance sino los mismos esquemas de dominio político, económico,
social y cultural. Frente a las nuevas
fuerzas políticas que reclaman su derecho a participar en la toma de decisiones
públicas.
Aquí
surgen varios interrogantes ¿será que la clase dominante está dispuesta a
entregar los beneficios económicos que les representa la política, incluyendo
la familia Santos?, ¿los terratenientes y gamonales que representan una parte
de esa élite están dispuestos a entregar las tierras usurpadas a los campesinos
para proyectos agrícolas? ¿Las multinacionales van a reformular sus contratos o
abandonar el país? Teniendo en cuenta que el gobierno ha buscado por todo el
mundo la firma de TLC, que comprometen al país en su desarrollo y crecimiento económico,
por varias décadas. ¿Las fuerzas armadas están dispuestas a abandonar las armas
y perder los beneficios económicos? ¿Los medios de comunicación están dispuestos
a perder todo lo que les representa la guerra?
La verdadera
Paz se construye transformando al Estado.