jueves, 18 de octubre de 2012

El proceso de Paz



Los diálogos de paz que se inician en la ciudad de Oslo, es la oportunidad para que en Colombia cese la guerra, no solo la de los fusiles, sino la guerra que diariamente deben afrontar la mayoría de colombianos en el campo y en la ciudad, en busca de condiciones dignas o lo más humanas posibles.

Cuando en Colombia se habla de guerra siempre se hace relación al enfrentamiento armado entre la insurgencia y el Estado, ocultando con ello las particularidades del conflicto armado. Que son las verdaderas causas que buscan soluciones sociales, frente a un Estado que se ha mostrado incapaz de representar a la sociedad en su conjunto y encaminar las demandas, generando equidad y desarrollo.

Por el contrario durante su existencia el Estado ha develado una constante en el manejo de los conflictos sociales, económicos y políticos por parte de una élite dominante, que los han planteado desde un problema de inseguridad, subversión hasta en la actualidad el terrorismo, para no darle salida a las problemáticas sociales y mantener el orden social impuesto por la dominación de clase en el poder. A este sistema político se le conoce como democracia.

La permanencia de esta democracia ha dado lugar a profundas crisis sociales, violencia, desplazamiento y por su puesto al conflicto armado, sin que ello, represente alguna inestabilidad para las élites en el poder, que con leyes y normas, buscan reprimir las reclamaciones hacia el Estado. De ahí la importancia de la Fuerza Pública como garante del orden y la obediencia.

El camino hacia la Paz

La insurgencia y el gobierno nuevamente se han propuesto sentarse a dialogar con el fin de encontrar caminos hacia una reconciliación nacional, si bien, este hecho puede significar un avance. El gobierno ha dejado claro que no se discutirá el modelo económico ni la doctrina militar, elementos fundamentales para el desarrollo y el progreso del país. El modelo económico implica que el país siga entregando los sectores claves para el desarrollo a las multinacionales, sin que  represente alguna ganancia, por el contrario la explotación de la minería erosiona y daña el medio ambiente, sin contar los pocos beneficios que le representan a la nación. Por otro lado, la doctrina militar, en un eventual fin de la guerra, las Fuerzas Armadas son las primeras que deberían desmontarse, su justificación se basa en la permanencia del conflicto y la amenaza de la insurgencia a la toma del poder. Lo que no se explica el afán del gobierno de aumentar el número de efectivos y otorgarle beneficios consagrados en el fuero militar, ¿será otra la intensión que se tiene sobre la Paz?  

Es de anotar, que el proceso que se inicia se da en medio de la agudización de las confrontaciones militares y del supuesto por parte del gobierno de la derrota militar a la insurgencia, por ello dijo abiertamente que había ordenado la muerte de Alfonso Cano, cuando buscaba acercamiento de diálogos, por lo que solo necesitaría una rendición y entrega de armas. Sin enredarse en acuerdos, eso se  deduce después de escuchar a la delegación del gobierno haciendo su presentación en Oslo.

Con ello el gobierno continúa desconociendo el carácter de la insurgencia, pues el proceso de Paz se trata de dialogar, concertar y negociar, sin que el Estado imponga, como lo ha hecho durante su existencia. De no ser así, se estaría prolongando la guerra.

La firma de la Paz no se trata de otorgarles algunos beneficios a los miembros del secretariado al estilo M-19, con una curul en el senado o con algún cargo público, sin que para el Estado y las élites signifique algún costo político o económico. De ahí que las élites se han querido blindar con su famoso marco para la paz, lo que no supone un avance sino los mismos esquemas de dominio político, económico,  social y cultural. Frente a las nuevas fuerzas políticas que reclaman su derecho a participar en la toma de decisiones públicas.

Aquí surgen varios interrogantes ¿será que la clase dominante está dispuesta a entregar los beneficios económicos que les representa la política, incluyendo la familia Santos?, ¿los terratenientes y gamonales que representan una parte de esa élite están dispuestos a entregar las tierras usurpadas a los campesinos para proyectos agrícolas? ¿Las multinacionales van a reformular sus contratos o abandonar el país? Teniendo en cuenta que el gobierno ha buscado por todo el mundo la firma de TLC, que comprometen al país en su desarrollo y crecimiento económico, por varias décadas. ¿Las fuerzas armadas están dispuestas a abandonar las armas y perder los beneficios económicos? ¿Los medios de comunicación están dispuestos a perder todo lo que les representa la guerra?
La verdadera Paz se construye transformando al Estado.