Veterano de la guerra de Afganistán y ex infante de marina de Estados Unidos, Tahmooressi cruzó la frontera con una escopeta, un rifle, una pistola 45 y algo más de 400 municiones. Su caso es un problema para Obama.
Andrew Paul Tahmooressi está preso en México hace casi cinco meses. Veterano de la guerra de Afganistán y ex infante de marina de Estados Unidos, cruzó la frontera con una escopeta, un rifle, una pistola 45 y algo más de 400 municiones. Desde su detención en Tijuana por violar la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, su caso se transformó en un problema político para el gobierno de Barack Obama. Hillary Clinton y varios congresistas pidieron su liberación. La gestión de más alto nivel la hizo el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, en un encuentro con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, en mayo pasado. Pero aun así, con presiones, una furibunda campaña televisiva de la derechista cadena Fox y la recolección de adhesiones en Facebook, el ex sargento de 25 años continúa alojado en Tecate, Baja California, de donde intentó escaparse un par de veces. El juicio, que hoy está en el período de pruebas, se prolonga. Y los delitos que se le imputan podrían sumar hasta treinta años de cárcel.
“Este asunto es realmente importante para nosotros”, dijo la ex secretaria de Estado y posible candidata a las presidenciales de 2016 por el Partido Demócrata. Hillary Clinton se pronunció en el mismo sentido que el senador republicano Marco Rubio, otro aspirante a ocupar la Casa Blanca, aunque fogoneado por el Tea Party. En el análisis de la situación de Tahmooressi, los referentes de las dos principales fuerzas políticas no parecen tener fisuras. Sí están separados por un campo de las legítimas aspiraciones mexicanas a cumplir la ley en su propio territorio.
El 6 de junio, la Procuraduría General de la República (PGR) difundió un comunicado sobre la situación del ex militar: “El pasado 1º de abril fue detenido el ciudadano norteamericano Andrew Paul Tahmooressi tras internarse en la ciudad de Tijuana, Baja California, por la línea internacional Tijuana-San Ysidro, mientras viajaba en un vehículo pick up en portación de armas y cartuchos, considerados bajo las leyes mexicanas de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea”.
El ex marine alegó que se dirigía a cenar con amigos en un barrio de San Ysidro. Pero según él, equivocó el camino: no tomó la última salida de la ruta interestatal Nº 5 y siguió de largo hasta México. La carretera está muy bien señalizada. Quienes cruzan la frontera a diario –citados por medios mexicanos– sostienen que nadie podría alegar una equivocación de manejo.
El texto de la PGR, en este punto, es lapidario para el detenido: “Como resultado de su investigación, el Ministerio Público ha presentado ante el juez información proporcionada por autoridades estadounidenses que señalan que el señor Tahmooressi había ingresado al país por la misma garita en tres ocasiones anteriores al cruce en el que fue detenido con armas. Esta información contrasta con su declaración original en que aseguró que era la primera vez que realizaba este cruce y lo había hecho por error”.
Al estadounidense se le imputan tres delitos federales en México: posesión de armas de fuego, posesión de cartuchos y portación de armas sin permiso. La escopeta calibre 12 marca Benell y el rifle calibre 5,56, marca M6A2- Spartan Alpha son considerados de uso militar. Pero según su abogado, Fernando Benítez Castillo, “hemos comprobado, sin lugar a duda, que durante el procedimiento aduanero que se llevó a cabo, se cometieron no una, sino múltiples irregularidades”. Y citó que la detención de su cliente se reportó tres días antes de que cruzara la frontera y que nunca hubo un intérprete presente, entre otros errores que describió.
El letrado se basó en estas presuntas irregularidades para pedir la nulidad del juicio. Lo anunció durante una conferencia de prensa, el martes de la semana pasada: “Si podemos argumentar violaciones a los derechos humanos afirmadas sobre esas omisiones, creo que podemos conseguir que se excluya la mayor parte de las pruebas”. Junto a él se encontraba Jill, la madre de Tahmooressi. “Sé que la mayoría de la gente, incluyéndome a mí, nos gustaría ver a Andrew absuelto, pero me conformo con un juicio nulo”, agregó el abogado en la conferencia que dio en Solana Beach, San Diego. También informó la mujer que se habían juntado 133 mil firmas en Estados Unidos para que fuera posible elevarle un pedido de intervención al gobierno en el caso. Se requieren 100 mil como mínimo.
Una prueba de las demostraciones de solidaridad que recibió Tahmooressi está en el Facebook “Free United States Marine” (Libertad al marine de Estados Unidos). Sus defensores subieron decenas de fotos con carteles donde pueden leerse mensajes como “México libera al marine” y “Liberen a nuestro marine” o la imagen de una anciana con una cartulina junto a un tanque de guerra que dice más o menos lo mismo. En la mayoría de las instantáneas se observan cintas amarillas atadas al tronco de los árboles, como marca la tradición en Estados Unidos. ¿Cuál es su significado? Desde la Guerra de Secesión en el siglo XIX hasta la de Irak, las familias cumplen aquel rito hasta que sus soldados regresan a casa. Luego desatan las cintas.
En el caso de Tahmooressi, el sentido que se le dio a esta costumbre fue desvirtuado. El ex sargento, quien sufre estrés postraumático por haber estado dos veces en Afganistán, cruzó la frontera hacia México, pero no para pelear en una guerra. Los verdaderos motivos todavía no se saben. Su madre Jill dijo que “estamos en el quinto mes. Ha sido extremadamente largo, pero él está resistiendo como un buen soldado”. En el Facebook se la ve a ella junto a una fotografía de su hijo enmarcada y junto a una inmensa torta que reproduce la bandera de Estados Unidos. Las estrellas parecen pedacitos de chocolate y las barras rojas son frutillas prolijamente alineadas sobre una base de crema.
Desde el 1º de abril el ex militar permanece detenido a disposición de un juez federal mexicano. El comunicado de la PGR también señala que “durante su reclusión ha sido visitado en diversas ocasiones por funcionarios consulares de su país. Asimismo ha recibido más de 50 visitas de sus abogados, su pastor y su madre, así como del congresista estadounidense Matt Salmon, ésta última el pasado 31 de mayo”.
Republicano y representante por Arizona (uno de los estados con leyes más duras contra los inmigrantes, muchos mexicanos), Salmon no quiso recibir en su despacho en junio pasado a un grupo de jóvenes que apoyan la reforma migratoria del gobierno. La policía los desalojó.
En cambio sí prefiere, como quedó demostrado en su visita al detenido en México, abrazar causas más cercanas al sentir nacional del ciudadano estadounidense promedio. La del veterano de Afganistán de apellido difícil le vino a medida. Tiene todos los ingredientes de un reality show con connotaciones políticas. En México, por ahora, la Justicia piensa muy distinto. Prima facie, considera que Tahmooressi cometió tres delitos.
Tomado: Pagina/12