lunes, 6 de mayo de 2013

A propósito del Perdón



Mucho se ha dicho sobre lo que debe ser el perdón para  los alzados en armas que se encuentran negociando la paz con el gobierno en Cuba. Para los que ostentan el poder político y económico reconocidos señores de la guerra. Las FARC simplemente deberían entregar las armas y desfilar hacia las cárceles. Sin que medie ningún acuerdo de paz o peor aun sin que el Estado los reconozca como actores políticos. Es decir, no debería existir una agenda con temas centrales a tratar, sino la continuidad de la vía armada o la entrega de armas.

Si bien, es cierto que todo proceso de paz requiere, entre otras cosas de la verdad, como garante, sobre los actos de guerra, fundamentales para construir un nuevo país, una propuesta podría ser una comisión internacional, como la propusieron las FARC.  Sabiendo que al interior del Estado existen diversos intereses que se verían reflejados a la hora de tomar decisiones y que el Estado también esta involucrados en delitos. Por otro lado, los tratados suscriptos por Colombia en materia de Derechos humanos, la obligan a investigar y castigar los crímenes de guerra, lo que no se puede convertir en obstáculo a la hora de buscar la paz, siendo de otro modo estaríamos en la guerra perpetua.

Es aquí donde debe entrar la justicia transicional, la superación de varios conflictos en el mundo se ha dado bajo esta figura, si bien, no todos parecen haber  solucionado sus diferencias, es el primer paso hacia la reconciliación, que tampoco puede ser borrón y cuenta nueva. Para el caso de Colombia el conflicto armado de larga duración, que por sus efectos en la sociedad no puede ser similar a la amnistía concedida a las guerrillas liberales, quienes solo negociaron la entrega de las armas y fueron diezmadas por el mismo Estado.

Indudablemente con esta amnistía, el único indultado fue el mismo Estado, pues, en ella no se juzgaron a los principales artífices de la violencia como fueron los políticos de las dos contiendas partidistas (Liberal- conservador), los militares quienes cometieron múltiples masacres. Por el contrario, el Estado fue tomado como botín de guerra, repartido en periodos presidenciales.

Es aquí donde se pueden buscar  una de las causas de la continuidad de la violencia, pues el Estado, jamás buscó esclarecer los hechos, simplemente hizo tránsito hacia otra etapa de la violencia, con fuertes implicaciones en el orden nacional y el incremento en el pie de fuerza y tecnología.    

Por sus connotaciones en lo que puede ser el orden interno del país sin conflicto, los hechos propios del conflicto armado solo deben cobijar a quienes se alzaron en armas contra el Estado, más no al Estado, que actuó bajo la legitimidad que le dio la Constitución y sobre esta cometió toda suerte de violaciones a los derechos humanos que fueron justificados por la defensa de la Constitución. Es decir, el Estado no se debe equiparar con los alzados en armas, pues cuenta con la institucionalidad y las leyes.

Colombia siendo el Estado que se precia de ser la democracia más estable de la región, cometió actos peores de barbarie que en países donde la democracia sufrió una fractura y fue invadida por las dictaduras. De conceder un perdón a los militares, políticos y empresarios, se estaría reconociendo que el Estado es algo parecido a una organización criminal ilegitima o peor aún, que el Estado fue tomado por asalto, bajo la sombra de una elección popular. En otras palabras, los ciudadanos eligieron en las urnas a sus verdugos,  caso contrario a las dictaduras tomadas a sangre y fuego. Sin olvidar, que solo algunos casos han sido juzgados  (Palacio de Justicia, caso Cajamarca, Comunidad de Paz) entre otros muchos, sin dejar de lado los delitos que cometieron en alianza con paramilitares. Aquí se puede tipificar un doble delito, por ser representante de la autoridad legítima y actuar como criminal en ejercicio del servicio.  

En relación a los militares que han sido juzgados y condenados por haber cometido delitos de lesa humanidad y graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos, la impunidad por parte del Estado viene a ser soporte que se le concede por proteger la democracia, sin contar la pena que en muchas ocasiones solo le otorga una sanción por tres meses, el despido y los que no corren con esa misma suerte por la evidencia de sus delitos son enviados a lugares de recreo, convirtiendo a la justicia y  las víctimas en burla. Entre otros beneficios que reciben los militares esta el recién aprobado fuero militar, les otorga a los militares vía libre para cometer delitos sin que sean tipificados como crímenes de lesa humanidad, en adelante serán contravenciones que no impliquen sanción. Este fuero nos recuerda el nefasto estatuto de seguridad.

Al reconocer igual perdón para todos, se estaría dando pie a que el Estado, cuando lo considere necesario y bajo el amparo de la Constitución vuelva a cometer delitos, este tipo de justicia fue la que permitió que en Colombia se siguieran violando los derechos humanos después de superada la guerra civil que fue conocida como la Violencia, sobre estos hechos nunca se juzgo a los culpables,  las mismas élites que originaron la guerra civil, salieron fortalecidas sin permitir oposición política.

El Estado mismo se ha ocupado de proteger sus delitos, ya que se podría derrumbar el edificio democrático que una élite corrupta y criminal construyó para su beneficio.