La principal fuerza opositora ya había sido proscripta tras el derrocamiento de Mohamed Mursi, en julio pasado. Con esta decisión, el gobierno interino profundiza la fractura política del país árabe.
El gobierno egipcio declaró ayer a los Hermanos Musulmanes como organización terrorista. La principal fuerza opositora ya había sido proscripta tras el derrocamiento de Mohamed Mursi. De este modo, profundizó la fractura política en el convulsionado país árabe, que celebrará en enero un referéndum sobre una nueva Constitución.
En declaraciones difundidas por la agencia estatal de noticias Mena, el viceprimer ministro y titular de Enseñanza Superior, Hosam Isa, informó la decisión del gobierno, después de que un ataque suicida contra una sede policial causara anteayer al menos 16 muertos y 140 heridos en la ciudad de Mansura, en el delta del río Nilo.
A partir de ahora, el gobierno de facto egipcio aplicará las sanciones estipuladas por la ley contra el terrorismo para “aquellas personas que participen en las actividades del grupo, las financien o hagan propaganda a su favor mediante cualquier medio”. También se castigará a quienes se unan a los Hermanos Musulmanes o sigan vinculados a ellos, precisó Isa, que añadió que se avisará de la decisión a los países que firmaron un acuerdo de lucha antiterrorista en 1998.
Las fuerzas armadas y la policía deberán proteger las instalaciones públicas, mientras que las fuerzas de seguridad serán las encargadas de vigilar las universidades y garantizar la seguridad de los estudiantes “frente al terrorismo de ese grupo”. El gobierno egipcio no dudó en vincular de inmediato a la Hermandad Musulmana con el ataque perpetrado anteayer en Mansura. El partido islamista aseguró no tener nada que ver con el hecho y lo consideró un ataque directo contra la unidad del pueblo egipcio, reclamando una investigación para que los autores de este crimen sean llevados ante la Justicia.
Ayer, la milicia Ansar Bayt al Maqdis, un grupo islamista con sede en el Sinaí, reivindicó el atentado contra el complejo policial. “Seguiremos, si Dios lo permite, combatiéndolos”, prometió el grupo en un comunicado colgado en una web islamista en la que definió el edificio atacado como “el nido de la apostasía y la tiranía”. Ansar Bayt al Maqdis, cuyo nombre significa Partidarios de Jerusalén, también reivindicó la autoría del atentado fallido contra el ministro del Interior en El Cairo el pasado mes de septiembre.
El gobierno interino, respaldado por el Ejército, prometió además combatir al “terrorismo negro”, asegurando que el último atentado “no afectará a la transición política en marcha”, cuya próxima etapa es el referendo en enero sobre la nueva Constitución. Los ataques islamistas contra las fuerzas de seguridad en el Sinaí se hicieron frecuentes desde que el ejército derrocó el pasado mes de julio al presidente Mohamed Mursi, referente de los Hermanos Musulmanes.
A pesar de la declaración del gobierno egipcio, los Hermanos Musulmanes no abandonarán sus actividades, señaló Islam Taufiq, portavoz del movimiento. “Los Hermanos Musulmanes continuarán existiendo porque reciben su fuerza del pueblo egipcio”, afirmó Taufiq, y recordó que otros gobiernos egipcios prohibieron a los Hermanos Musulmanes en el pasado, pero la Hermandad siguió existiendo y ellos desaparecieron.
El vocero denunció que la decisión gubernamental no tiene ninguna base jurídica, ya que la Justicia egipcia no ha condenado a ninguno de los detenidos de los Hermanos Musulmanes por terrorismo. La Hermandad Musulmana gobernó Egipto de junio de 2012 hasta el 3 de julio pasado, cuando el ejército, tras una serie de protestas masivas contra el estilo de gobernar autoritario del presidente, destituyó a Mursi, quien procede de sus filas. A partir de este golpe institucional, un baño de sangre contra los Hermanos Musulmanes y un panorama político muy confuso, con partidos y movimientos políticos que realinean sus alianzas a un ritmo vertiginoso, se plasmaron en el país árabe.
El golpe que derrocó a Mursi unió a un amplio arco formado por jóvenes revolucionarios, partidos laicos, salafistas, instituciones religiosas, pero también a la red de instituciones e intereses que gobernó Egipto desde hace décadas. La hoja de ruta aprobada por el presidente interino, Adli Mansur, establece elecciones legislativas y presidenciales para 2014, pero el paso previo del segundo proceso de transición es una consulta para la ratificación de la nueva Carta Magna.
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