Barack Obama lo dejó claro; Estados Unidos seguirá espiando. En un esperado discurso este viernes, el presidente anunció algunas reformas en la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), pero advirtió que no detendrá su sistema de recopilación de datos.
La intervención, que tuvo lugar en el Departamento de Justicia, llegó más de siete meses después de que comenzaran las filtraciones del excontratista de la NSA Edward Snowden, que dejaron en evidencia un programa global de espionaje.
Aunque Obama reconoció que el desarrollo tecnológico permite espiar a las personas de una manera que plantea riesgos para las libertades civiles, insistió en que las prácticas de la NSA no constituyen un abuso de su autoridad, y que en muchos casos son necesarias para proteger la seguridad nacional.
Así, sobre la recopilación de registros telefónicos de millones de estadounidenses —uno de los temas que causaron más escándalo en ese país— dijo que el programa terminará "tal como existe actualmente".
A partir de ahora, la NSA deberá pedir autorización para consultar las bases de datos recopilados. Además, dio un plazo hasta el 28 de marzo a la comunidad de inteligencia y al Fiscal General, Eric Holder, para que le propongan un nuevo sistema para almacenar esa información.
No obstante, Obama afirmó que la NSA no espía "el contenido de las llamadas telefónicas o los nombres de las personas que hacen las llamadas", sino los destinos y los tiempos de duración.
Aún así, congresistas y defensores de las libertades civiles consideran que se trata de una violación a la Cuarta enmienda de la Constitución, que protege a los ciudadanos contra los registros e incautaciones no ordenados por la justicia.
Inmediatamente después del discurso de Obama, el senador republicano Rand Paul declaró a CNN que con los cambios anunciados se mantendrá "el mismo programa in-constitucional con una nueva configuración".
"La Cuarta Enmienda requiere una orden individualizada basada en una causa probable antes de que el gobierno pueda buscar registros telefónicos y correos electrónicos", argumentó.
Los programas sacados a la luz por Snowden demostraron también que Estados Unidos espió las conversaciones telefónicas de al menos 35 líderes mundiales, algo que provocó tensiones diplomáticas incluso con países aliados.
Sobre este tema, el mandatario norteamericano aseguró que a menos que haya un "motivo de seguridad nacional", no monitorearán las comunicaciones de los jefes de Estado y de Gobierno de sus "amigos y aliados". Acto seguido, enfatizó que continuarán "recabando información sobre las in-ten-cio-nes de los gobiernos en todo el mundo, de la misma manera que los servicios de inteligencia de todas las demás naciones lo hacen".
Obama dedicó casi la mitad de su intervención a justificar los programas de vigilancia, necesarios, a su juicio, por la defensa de la "seguridad nacional", y la llamada "guerra contra el terrorismo", la misma que permitió la aprobación de la Ley Patriota, expedida rápidamente por el Congreso después de los atentados del 11 de septiembre, con la cual se les dio poderes a los organismos de seguridad para interceptar comunicaciones y producir detenciones arbitrarias.
Los cambios cosméticos anunciados para la NSA eran ineludibles dado el escándalo internacional en torno al tema, pero él, que se formó como profesor de derecho constitucional y comenzó su carrera política criticando las prácticas de espionaje del gobierno de George W. Bush, ha seguido los pasos de este, y al parecer no se arrepiente. (SE)
Tomado: Granma