La Comisión Nacional de la Verdad (CNV) identificó 371 casos de torturas entre 1964 y 1966 solo en Río de Janeiro, lo cual corrobora la resistencia a la dictadura militar impuesta tras el golpe militar hace 50 años.
Una investigación realizada por solicitud de la Comisión de Derechos Humanos de Río revela que las violaciones y abusos del régimen de facto ocurrieron desde sus inicios con trabajadores y líderes sindicales, opuestos al derrocamiento del gobierno del presidente Joao Goulart y a la entonces naciente dictadura.
Los torturados no fueron guerrilleros, lo cual revalida el clima de terror instalado desde la toma del poder por los militares en 1964, muestra la pesquisa.
Hasta el momento, los informes de la CNV sobre maltratos, vejaciones y persecuciones de líderes de grupos sociales, sindicales y políticos indicaban que la tortura arrancó después de 1968, fundamentalmente en respuesta a las acciones de los grupos de guerrilla urbana.
Para la abogada Rosa Cardosa, coordinadora de la Comisión de la Verdad en 2013, estos datos muestran el contexto y las motivaciones del golpe militar de 1964, que desde su inicio tuvo claras intenciones de sembrar el pánico e intentar silenciar cualquier tipo de resistencia.
A partir de un estudio de la Pontifica Universidad Católica de Rio de Janeiro, se analizaron mil cinco denuncias y se llegó a la conclusión de que el 43,68 por ciento de las graves violaciones ocurrieron en los primeros años de la dictadura, antes de la contraofensiva insurgente, señaló.
Esto denota también que los militares implicados en el golpe fueron preparados con anterioridad, inclusive recibieron entrenamientos en la práctica de torturas, para tomar el poder por la fuerza e imponer un sistema dictatorial con mucha violencia, aseveró.
La detención asimismo de trabajadores y líderes sindicales evidencia igualmente que hubo colaboración de grandes empresas con las Fuerzas Armadas.
Con esto se demuestra que no se trató de un golpe meramente militar, sino de una asonada cívico-castrense, pues hubo cooperación del empresariado, aseveró.
Tras la sublevación de las Fuerzas Armadas en 1964, el legislativo aprobó la destitución de Joao Goulart, quien se encontraba aún en el país y buscaba apoyo contra los golpistas.
La Iglesia católica, la prensa conservadora y sectores sociales respaldaron esta asonada golpista, que marcó el inicio de 21 años de regímenes de facto en Brasil.
Tomado: Prensa Latina