Las revelaciones sobre planes estadounidenses para crear un Twitter cubano denominado Zunzuneo, con fines subversivos contra la Isla caribeña, están en consonancia con los reglamentos del Pentágono para la guerra cibernética, confirman documentos oficiales.
En ese sentido el Departamento de Defensa norteamericano cuenta con toda una estructura oficial, recursos millonarios y personal especializado bajo las órdenes del llamado Cibercomando, que encabeza el general Keith Alexander, también jefe de la polémica Agencia de Seguridad Nacional (NSA).
Alexander ha presionado al Congreso para que los centenares de militares y civiles bajo su mando en Fort Meade, estado de Maryland, reciban más recursos financieros y, para ello, acude a audiencias en el Capitolio, donde trata de convencer a los legisladores sobre la importancia de este tipo de guerra.
El presupuesto del Departamento de Defensa para el año fiscal 2015, presentado el 4 de marzo pasado, asciende a más de 496 mil millones de dólares e incluye una partida de cinco mil millones para las actividades del Pentágono en el ciberespacio.
Para cumplir sus funciones en ese campo, los militares poseen más de 15 mil redes y siete millones de equipos de computación en centenares de instalaciones en docenas de países, señala la Estrategia del Departamento de Defensa para operar en el Ciberespacio, aprobada en julio del 2011.
Con esos medios, dicha agencia federal apoya el desarrollo de todo el espectro de las operaciones militares convencionales y no convencionales, así como las misiones de inteligencia y subversión en todo el mundo en cooperación con otras entidades.
El aumento ininterrumpido de los sistemas de redes y plataformas informáticas implica que el ciberespacio es parte de un creciente número de actividades que cumplen las fuerzas armadas estadounidenses a nivel global, añade la Estrategia.
Las acciones para garantizar las comunicaciones rápidas y la obtención de información de inteligencia son elementos vitales para el cumplimiento de las misiones en ese campo que proporcionan ventajas estratégicas a Estados Unidos, señala el texto oficial.
La meta principal es alcanzar la superioridad en el ciberespacio, definida por la Publicación Conjunta JP-3-12 como el grado de dominio que tiene una fuerza que le permite la realización segura y confiable de sus misiones y las de las agrupaciones terrestres, aéreas, marítimas y espaciales que las apoyan.
En noviembre del 2012 el presidente Barack Obama firmó la Directiva Presidencial número 20 que ordena una mayor agresividad a los militares en las redes informáticas globales.
Funcionarios no identificados revelaron al diario The Washington Post en esa fecha que este es el esfuerzo más intenso de la Casa Blanca por actualizar “la lucha en el plano de la ciberguerra y el ciberterrorismo”.
Por primera vez un documento rector hizo una distinción explícita entre la defensa de las redes y las operaciones cibernéticas ofensivas bajo el argumento de que estas se realizan para proteger los sistemas computarizados del país.
La directiva del jefe de la Casa Blanca es un intento por imponer determinadas reglas en un debate que existe desde hace varios años acerca de quién está autorizado a tomar determinadas medidas en el ciberespacio.
De igual forma, la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, en su versión actualizada en el 2013, “reafirma que los militares tienen la responsabilidad otorgada por el Presidente”, para involucrarse en operaciones ofensivas en ese campo.
“No podemos dejar que nos tomen por sorpresa actores estatales y no estatales que escojan el juego de la ciberguerra contra nosotros y por eso Estados Unidos está comprometido con la expansión del reclutamiento, entrenamiento y desarrollo de especialistas en ciberseguridad”, acota el texto.
Aunque casi todos estos programas militares estadounidenses permanecen en el más estricto secreto, las informaciones anteriores revelan la existencia de una maquinaria amplia, agresiva y con cuantiosos recursos que utiliza el ciberespacio como campo de batalla para el logro de los objetivos estratégicos de Washington.
Tomado: Granma