El
término cartel apareció inscrito a los narcotraficantes quienes conformaron
estructuras de poder asociado al negocio de las drogas ilícitas, constituyendo
grandes empresas destinadas a tal fin. Se puede decir que ese fue la primera
vez que en el país se empezó a hablar de cartel, hizo referencia a una empresa
criminal.
Cuando
se creía que esta práctica había desaparecido, aparecieron nuevos carteles esta
vez los que operan bajo el amparo de empresas e inversionistas, destinados a
proveer servicios que tienen la legalidad de una firma constituida frente al
Estado, lo que no la convierte en una empresa delincuencial.
Uno
de los factores que se argumentaron al aplicar el modelo neoliberal fue la poca
responsabilidad de lo público y la corrupción que se había tomado gran parte
del Estado al este dejar la economía en manos de inversionistas privados se
creyó que la corrupción como tema inherente al Estado iba a desaparecer y con
ello se daría una mejor repartición, en todos los aspectos.
Pues
bien, luego de ese largo periodo de neoliberalismo ninguna de las prácticas
asociadas a la corrupción se ha desmontado, por el contrario son más los
empresarios que se han hecho a estas prácticas de corrupción desde lo privado. Es
decir, conformaron carteles con el fin de hacer un negocio eliminar la
competencia e imponer los precios a su acomodo, con excepcionales ganancias;
los últimos conocidos el cartel de los
pañales, las multinacionales se unieron con el fin de mantener el monopolio
desleal y acomodar los precios a sus ganancias, pero como si esto no fuera poco
ahora aparece el cartel del papel higiénico, que contempla la misma práctica
gerentes y empleados de alto nivel se unieron con el fin de delinquir y
acomodar sus precios y beneficios.
No
solo estas pobres multinacionales han logrado conservar prácticas
delincuenciales y mantenerse en el país, sino otras más como el cartel del
cemento, agro insumos, sin contar la apropiación de terrenos para sus
monocultivos y la explotación minera, lo que configura un cartel. Que para el
Estado y los entes de control son prosperas empresas que solo dejan desarrollo y
producen bienestar a la sociedad, por ello no sería lo más adecuado pedirle
cuentas a estos empresarios y menos sancionar estas prácticas.
Pero
esta cartelización se ha desarrollado en todos los ámbitos ahí que ver lo que
ha pasado con los medicamentos y la forma como las EPS, han convertido a los
pacientes en mercancía a los cuales se atienden no de acuerdo a su estado de
salud ni historial médico sino de acuerdo a la guía que le dice que debe recetar
y diagnosticar, mientras que con el dinero dispuesto para la salud se construyen
edificios, campos de tenis entre otro bienes suntuarios, que no se relacionan
con la salud.
O
los carteles formados para contratar con el Estado, verdaderas empresas
criminales que se unen para repartir el dinero de nuestros impuestos sin el
menor escrúpulo, sin que exista responsables directos, como el caso Nule y
hermanos Moreno, pues todos constituyen un entramado organizado que impide que
el Estado logre recuperar el dinero. Pero esto son solo algunos de los carteles
que se han conocido públicamente por la evidencia de sus acciones, sin duda
existen otros como los empresarios de las basuras y otras prácticas desleales
que convierten al país en un verdadero paraíso de la corrupción.
Todo
esto ocurre bajo la mirada de los gobiernos que no ejercen ningún control, por
ello somos el mejor país para hacer negocios y seguimos ostentando los primeros
lugares en corrupción no solo de las entidades públicas sino privadas, algunos
dirán que así opera el mercado.
La
pregunta final será que el gobierno está dispuesto a desarticular estos carteles
o solo con una irrisoria sanción los castiga y los deja seguir operando en el
país.