lunes, 14 de agosto de 2023

Una súplica en favor de Simón Trinidad

 El título recuerda al del ensayo de Henry David Thoreau "Una súplica por el capitán John Brown". Trinidad, como John Brown, destaca por su implacable determinación y su respeto por la justicia.

Trinidad tenía 58 años cuando un tribunal estadounidense lo condenó en 2008 a sesenta años de prisión. Su presunto delito fue conspirar para mantener como rehenes a tres contratistas estadounidenses de la guerra contra el narcotráfico que operaban en Colombia. En efecto, está cumpliendo cadena perpetua. No tuvo nada que ver con la toma de rehenes.

Los contratistas, capturados en 2003, quedaron en libertad en 2008. La guerra antidroga de Estados Unidos en Colombia ha ocultado el gran papel de Estados Unidos en la guerra de Colombia contra los insurgentes de izquierda, principalmente las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Simón Trinidad fue dirigente de las FARC. Las FARC y el Gobierno de Colombia firmaron un acuerdo de paz en 2016 y Trinidad y otros excombatientes esperaban formar parte de un proceso de paz. Ahora está preso en una cárcel de máxima seguridad en Estados Unidos y está confinado en su celda durante todas las horas del día menos dos, no recibe correo y se le permiten muy pocas visitas.

El 27 de julio, Simón Trinidad apareció inesperadamente en las noticias de Colombia. Una carta sin fecha que había escrito al canciller colombiano Álvaro Leyva solicitando su repatriación a Colombia había aparecido en las redes sociales. Los informativos la reproducían.

Los observadores asociaron la carta de Trinidad con el anuncio hecho la víspera por el Gobierno estadounidense de que el sanguinario ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso, también encarcelado en Estados Unidos, sería extraditado pronto a Colombia. El presidente Gustavo Petro designó a Mancuso "promotor de la paz".

Trinidad, no tan favorecido como éste, en su carta expresó su determinación de declarar ante la Jurisdicción Especial para la Paz, como lo han hecho otros ex combatientes de las FARC, y Mancuso también, virtualmente. Este tribunal, creado en virtud del Acuerdo de Paz de 2016, ofrece a los excombatientes la oportunidad de contar la verdad sobre los crímenes que pudieron haber cometido durante la guerra civil y, una vez hecho esto, ser indultados o castigados.

Al parecer, Trinidad espera no solo que el canciller Leyva informe al secretario de Estado estadounidense de su petición de ser repatriado, sino también que su mensaje llegue al presidente Biden, que tiene la potestad de liberarlo de la cárcel.

El senador progresista colombiano Iván Cepeda, "una de las personas que habla de paz en nombre del presidente Gustavo Petro", acogió "con satisfacción la propuesta de Simón Trinidad … [y] la envió directamente al canciller Álvaro Leyva".

Trinidad se había unido a la coalición electoral de izquierdas Unión Patriótica (UP) tras su formación en 1985. Un año más tarde, los paramilitares iniciaron la masacre de adeptos de la UP que, con la impunidad del Gobierno colombiano, duró años. En respuesta, Trinidad se unió en 1987 a las FARC y, en el proceso, dejó de llamarse Ricardo Palmera Pineda. Para las FARC, Trinidad era responsable de educación política y propaganda, y era negociador.

En el año 2000, el Gobierno de Estados Unidos presentó su Plan Colombia, mediante el cual el ejército colombiano consiguió armas y ayuda para entrenamiento de Estados Unidos; se desplegaron tropas y contratistas militares estadounidenses en Colombia. La aparición del Plan Colombia condenó al fracaso las negociaciones de paz en curso entre las FARC y el Gobierno colombiano.

Como principal negociador de las FARC en esas conversaciones, Simón Trinidad se dio a conocer a los observadores internacionales. Su trayectoria con las FARC terminó abruptamente el 2 de enero de 2004, cuando militares colombianos y la CIA lo apresaron en Quito. Trinidad se encontraba allí buscando ayuda de la ONU para una propuesta de intercambio de prisioneros.

El Gobierno colombiano extraditó a Trinidad a Estados Unidos en Nochevieja de 2004. Según su abogado estadounidense, Mark Burton, los captores estadounidenses de Trinidad lo consideraban un "prisionero trofeo".

Los manejadores estadounidenses de Trinidad tuvieron que celebrar cuatro juicios para lograr finalmente una condena. Su captura y sus múltiples comparecencias ante los tribunales estadounidenses entre 2005 y 2008 sirvieron como publicidad en tiempo real que atestiguaba el compromiso de Estados Unidos con la guerra contra la insurgencia y el narcotráfico en Colombia.

La desgracia de Trinidad fue haber caído en las garras de una nación cuyo historial con los presos es horrible. Después de todo, "Estados Unidos es la única nación que condena a cadena perpetua sin libertad condicional por delitos cometidos antes de cumplir los 18 años". (No es de extrañar: de 196 países, sólo Estados Unidos no ha ratificado aún la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño).

Como preso político estadounidense, Simón Trinidad recuerda a los Scottsboro Boys, que en Alabama se enfrentaron a penas de muerte en la década de 1930; a los miembros del Partido Comunista encarcelados en virtud de la Ley Smith; a los miembros del Partido de las Panteras Negras atrapados en el proyecto Cointelpro del Gobierno estadounidense.

Simón Trinidad también es representativo de los presos recogidos en las guerras y otras intervenciones estadounidenses en el extranjero. Entre ellos se encuentran: Ricardo Flores Magón, revolucionario mexicano que murió en la prisión federal de Leavenworth en 1922; los Cinco Cubanos, presos que se resistieron a las hostilidades estadounidenses contra Cuba; y los desgraciados que acabaron en la prisión estadounidense de Guantánamo durante y después de la guerra de Irak.

A pesar del Acuerdo de Paz, los paramilitares u otros matones han asesinado desde entonces a casi 400 ex combatientes de las FARC; 300 prisioneros de guerra de las FARC siguen en prisión casi siete años después.

La violencia en el campo persiste. El ejército colombiano es incapaz o no está dispuesto a reprimir a una nueva generación de paramilitares. Un informe destaca la "relación simbiótica" de los paramilitares con los actores estatales colombianos. Documentos desclasificados del Departamento de Estado y de la CIA procedentes de los Archivos de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington dicen lo mismo.

La trama se complica: la estrecha relación entre los ejércitos de EEUU y Colombia y la alianza de EEUU con el Gobierno de Colombia sugieren conjuntamente la complicidad de EEUU con una violencia que el Ejército y el Estado de Colombia no pueden o no quieren controlar.

La mala noticia para Simón Trinidad es que el Gobierno de Estados Unidos no apuesta por la paz en Colombia, sino por la continuación de la guerra. Por ello, Simón Trinidad se enfrenta a barreras formidables para satisfacer su necesidad de unirse al proceso de paz de Colombia.

Las palabras de Mark Burton ponen fin a este informe: "Simón Trinidad es un hombre con una visión clara de una nueva Colombia, una Colombia en paz y con justicia social. Colombia necesita escuchar su voz, su visión, sus propuestas de paz. Su encarcelamiento continuado en Estados Unidos por cargos falsos es un insulto a Colombia, a su historia y a su pueblo".

Los comentarios de Burton aparecen en un nuevo eBook extraordinario, accesible aquí. Contiene comentarios de activistas, escritores e intelectuales que piden la repatriación de Trinidad. El anuncio de este libro ofrece una presentación en vídeo, aquí, de las reflexiones y el material documental.

Red Contacto Sur