
Luego
del fallo el gobierno anuncio que recorrería todas las instancias internacionales
con el fin de anular el fallo. Sin embargo, Colombia sabe y entiende que ese
fallo es inapelable y por consiguiente debe llegar a un acuerdo de
entendimiento con Nicaragua y no tratar de entorpecer el fallo.
Colombia
que es un país caracterizado por su obediencia y el único en la región que
apoya abiertamente las decisiones que se toman desde Washington, contra el
mundo así estén lejos de su competencia o su apoyo no tenga ningún valor como
cuando Santos, salió a decir públicamente que reconocía a los rebeldes Libios,
o que no apoya el ingreso de Palestina en puesto no permanente de la ONU, sin
ir más lejos cuando reconoció al gobierno de Honduras que había dado un golpe
de Estado al gobierno de Zelaya o ahora reconoce como legitimo al gobierno de
Uruguay. Debido a la coyuntura se declara en desacuerdo sobre el fallo, solo si
le beneficiara entonces estaría de acuerdo. ¿Por qué no lo hizo antes?
La
cuestión es que si este fallo fuera para favorecer a los intereses de EEUU, no solo estaría entregando la parte
de mar, sino que tal vez estaría gustoso de entregar la isla de San andrés y
Providencia, sustentado el progreso. El falso nacionalismo que hoy profesa la
clase política lo ha llevado a entregar buena parte del territorio a las
transnacionales, que explotan los recursos naturales, despojando a una buena
parte de las comunidades que habitan esos territorios en aras del progreso que
nunca llega, por el contrario la pobreza, saqueo, desplazamiento, violencia y
el daño del medio ambiente es lo que ha caracterizado esos territorios.
El
territorio no solo lo perdemos con este fallo, lo perdemos cuando el país
acepta la entrada de las transnacionales con su modelo de privatización y
entrega los recursos naturales y la minería al capital financiero, sin olvidar
que Colombia es uno de los países de la región que no tiene una política sobre
la tenencia de la tierra a manos extranjeras, y que el ministro de agricultura
dijo que “deberíamos perder el miedo sobre esta explotación de tierras en manos
extranjeras”, la pregunta que surge ¿cuánto
territorio habremos perdido con este modelo de desarrollo? Pero cuando el Estado acepta está entrega del
territorio, el nacionalismo de la clase política funciona de manera diferente,
en beneficio propio y no como país, se atreven de manera cínica a llamarlo
progreso y desarrollo.
La
cuestión es que si el fallo le hubiera favorecido en su totalidad a Colombia
muy seguramente ya existirían algunas compañías con las que se estuviera
contratando estudios de exploración sobre la existencia de recursos
naturales, petróleo. La molestia de Santos y de Uribe serviles del modelo
neoliberal es que no pudieron cumplirle a algunas de las multinacionales que
han visto en el territorio y en la clase política su gran fuente de fortuna como Pacific Rubiales o Occidental
Petroleum, entre otras más.