ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, pide una acción internacional concertada para poner fin a los conflictos armados en la región del Sahel Central en África, que han obligado a más de 2,5 millones de personas a huir de sus hogares en la última década.
El desplazamiento interno se ha multiplicado por diez desde 2013, pasando de 217.000 personas a la abrumadora cifra de 2,1 millones a finales de 2021. El número de personas refugiadas en los países del Sahel Central -Burkina Faso, Malí y Níger-, asciende ahora a 410.000. La mayoría de los refugiados en la región han huido de la violencia en Malí, donde el conflicto comenzó en enero de 2012.
El aumento de los ataques violentos en toda la región durante 2021 desplazó a casi 500.000 personas, sin bien las cifras de diciembre aún están pendientes de confirmación.
Los grupos armados habrían llevado a cabo más de 800 ataques el año pasado, según las estimaciones de los socios de ACNUR. Esta violencia forzó a unas 450.000 personas a desplazarse dentro de sus países y obligó a otras 36.000 a huir a países vecinos.
Sólo en Burkina Faso, el número total de desplazados internos ascendió a más de 1,5 millones de personas a finales de 2021. Seis de cada diez desplazados internos del Sahel son ahora burkineses.
En Níger, el número de desplazados internos en las regiones de Tillaberi y Tahoua aumentó en un 53% en los últimos 12 meses. En el vecino Malí, más de 400.000 personas están desplazadas dentro del país, lo que supone un aumento del 30% respecto al año anterior.
Mientras tanto, la situación humanitaria en Burkina Faso, Malí y Níger va deteriorándose rápidamente en medio de una crisis con múltiples frentes. Si bien la inseguridad es el principal motor, la crisis se está viendo agravada por la pobreza extrema, la pandemia de COVID-19 y el agravamiento de los efectos de la crisis climática, registándose un aumento de las temperaturas en la región 1,5 veces superior a la media mundial. Las mujeres y los niños son los principales afectados y se ven desproporcionadamente expuestos a la extrema vulnerabilidad y a la amenaza de la violencia de género.
Las comunidades de acogida han seguido dando muestras de resiliencia y solidaridad, acogiendo a las familias desplazadas pese a sus escasos recursos. Las autoridades gubernamentales también han demostrado un compromiso inquebrantable para ayudar a los desplazados, pero están cediendo ante la creciente presión.
ACNUR y sus socios humanitarios hacen frente a crecientes dificultades para acceder a las personas afectadas y prestar asistencia y protección para salvar vidas. El personal humanitario sigue enfrentándose a ataques en las carreteras, emboscadas y robos de vehículos.
ACNUR hace un llamamiento a la comunidad internacional para que actúe con valentía y no escatime esfuerzos a la hora de apoyar a los países del Sahel Central para conseguir la paz, la estabilidad y el desarrollo que tanto necesita la región.
En respuesta a la crisis actual, ACNUR está liderando los esfuerzos conjuntos de las agencias de la ONU y las ONG para proporcionar alojamiento de emergencia, gestionar los campamentos para desplazados y prestar servicios de protección vitales, entre los que se incluye la lucha contra la violencia de género y la mejora del acceso a documentación civil.
ACNUR sigue actuando en coordinación con las autoridades y otros socios para garantizar la respuesta humanitaria más eficaz para satisfacer las necesidades de las personas refugiadas, desplazadas internas y las comunidades de acogida del Sahel, a pesar de los innumerables desafíos.
Con los recursos peligrosamente al límite, ACNUR insta a que se preste más apoyo para ayudar a salvar vidas y hacer frente a las vulnerabilidades. En 2021 quedaron sin cubrir más de un tercio de los fondos que necesitaba ACNUR en el Sahel Central. Para poder organizar una respuesta eficaz en 2022 en Burkina Faso, Níger y Malí, ACNUR necesita 307 millones de dólares.
Tomado: Tercerainformacion