Desde hace décadas, EEUU
hace parte del gobierno colombiano; es decir, toda decisión o ley que se
apruebe a nivel nacional no pasa sin el visto bueno del embajador, pasan las
leyes que le beneficien sin importar si son buenas para los colombianos, o por
el contrario perjudican, caso como la aspersión aérea con glifosato, luego de
una intensa lucha por las comunidades que durante años se vieron afectadas por
la fumigación, no solo sus cultivos y ríos se vieron en peligro, sino los daños
que este químico causa a la salud.
Ahora resulta, que EEUU,
país receptor de la coca que se produce en estos países, que no hace nada al
interior de su país para desestimular el consumo, no existe una lucha frontal
contra los verdaderos carteles de drogas, los gringos narcotraficantes no se
conoce, mientras se preocupan por los narcos latinos, a pesar, que las mayores
ganancias se quedan en ese país.
Por ello, es que no reconoce
que la lucha contra las drogas ha fracasado, su interés es que permanezca así,
con ello puede entrometerse, en el ordenamiento interno de estos países, caso
concreto el colombiano y ordenar como lo ha hecho la fumigación, olvidando que
ya está suspendida, sabemos que esta fumigación beneficia a EEUU, con la venta
del glifosato y la rendida de cuentas que el gobierno colombiano debe hacer
sobre la cantidad de áreas fumigadas por meses, años.
Por otro lado está el tema de
la paz, entendiendo que somos un país soberano, autónomo y que la paz es un
tema que debemos solucionar, dentro del ordenamiento nacional y que las
decisiones que deje el acuerdo son temas que se han estudiado y sometido a
consideración de la derecha nacional como lo fue el plebiscito y desmantelar el
acuerdo. A pesar, de tener un delegado de EEUU, en la mesa de La Habana, por lo
que el acuerdo no fue a espaldas, sino por el contrario demostrando que somos pseudo
colonia y que temas como la paz, antes que solucionar el conflicto interno
deben pasar por el tamiz o la conveniencia de EEUU.
El descarado intervencionismo,
es el cuestionamiento que en los últimos días se le ha hecho al proceso de paz
y las decisiones que tome la Corte con respecto a la Justicia Especial para la
Paz, lo que EEUU, espera es que después de firmar la paz los comandantes
guerrilleros suban a un avión que los lleve rumbo a ese país a rendirle cuentas
y que los bienes que la guerrilla entregue al Estado, sean direccionados al
departamento del tesoro, como ha pasado con los bienes de los paramilitares
quienes no entregaron nada al Estado ni repararon las víctimas, pero si lo han
venido haciendo a los EEUU.
El que el embajador Kevin Whitaker,
le envíe una carta a la Corte exigiendo explicación sobre la decisión judicial,
de no concederle la extradición a un guerrillero que se encuentra en proceso de
dejación de armas e incorporación a la vida civil, supone no solo la intromisión
sino que va más allá cuando el funcionario afirma que le hicieron seguimiento
al magistrado, esto puede sonar como una amenaza o pérdida de visa.
Lo que genera dudas, es si
EEUU, va a respetar lo acordado entre el gobierno y las FARC, o solo va a
quedar tranquilo hasta tener bajo su jurisdicción a los miembros del
secretariado. Es decir, la paz colombiana para EEUU, es solo la que lo
beneficie, le guste y este de acuerdo así los colombianos tengamos otras
visiones de lo que debe ser un país en paz. Estas intromisiones tienen el
objetivo que la JEP, no se apruebe como se acordó y por ende siga la guerra, lo
que beneficia a la ultraderecha que no ha encontrado otro programa político
para desarrollar en un remoto gobierno en el 2018.
Con la puesta en marcha del
acuerdo se queda sin fundamento el Plan Colombia, que es el mayor logro de los
gringos para este país, hacer que los colombianos entren en guerra, la paguen
con sus impuestos y les compren armas a las multinacionales gringas e
israelitas que las producen. Mientras al interior de ese país afirma que está
luchando contra la producción de drogas ilícitas y los colombianos de todos los
pelambres rogamos no nos deje de mandar sus limosnas.
Para concluir se puede decir,
que todos los gobiernos colombianos han aceptado la descarada intervención de
EEUU, sin que ello, tenga un rechazo de los electores o de los órganos de
control.