Alrededor de 59.000 personas murieron en Estados Unidos en 2016 en relación con la sobredosis de drogas, lo que se trata de la cifra más alta registrada en la historia de ese país, según establece un estudio reciente, informa ‘The New York Times’.
Esta cifra representa un aumento del 19% de fallecimientos respecto a 2015, cuando se registraron 52.404 muertes, lo que convierte a los casos de sobredosis de droga en la principal causa de muerte en personas menores de 50 años.
Sin embargo, impacta aún más el hecho de que, según las estimaciones para este 2017, las cifras siguen en aumentando.
“Se calcula que más de dos millones de estadounidenses dependen de los opiáceos y que 95 millones usaron analgésicos recetados durante el año pasado (2016)”, indica la investigación.
Medicamentos en la mira
El intelectual estadounidense James Petras, cree que si se comparan las cifras de fallecidos por drogas con las de las víctimas de adicciones a medicamentos, las primeras podrían resultar insignificantes.
“El problema no es la heroína. La heroína viene siendo un asunto marginal. El problema más serio que debe afrontar Estados Unidos son las farmacéuticas“, afirma en una entrevista con RT.
Con las cifras en la mano de los Centros de Erradicación y Prevención de Enfermedades, Petras recuerda que entre los años 2000 y 2015 se contabilizaron más de medio millón de fallecimientos prematuros relacionados al consumo “totalmente irresponsable de calmantes y demás depresores del sistema nervioso central, como los tranquilizantes, que provocan adicción”. “También fallecieron personas a causa de las contraindicaciones de tales medicamentos”, recuerda.
Obreros: el objetivo
El intelectual subraya que, en la mayoría de estas muertes, se trata “individuos de raza blanca que pertenecen a la clases trabajadora y media baja que viven en las regiones rurales y en las ciudades donde cerraron fábricas”.
La tasa de mortalidad del obrero blanco marginado, subraya Petras, es superior a la de obreros afrodescendientes o latinos.
Los fallecimientos prematuros (de personas de menos de 50 años) se relacionan con el alza de la tasa de suicidios, enfermedades derivadas de la diabetes y la obesidad, pero “muy particularmente, con el envenenamiento, un concepto genérico en el que, además del alcohol, los estupefacientes, y los analgésicos narcóticos que recetan los médicos, abarca un amplio espectro de contraindicaciones”.
Ganancias millonarias
Las drogas legales e ilegales mueven anualmente en Estados Unidos millones de dólares.
Un reporte del citado por diario estadounidense asegura que un kilo de heroína comprado en Colombia por 6.000 dólares puede venderse al por mayor en unos 80.000 dólares.
Mientras tanto, de un kilogramo de fentanilo adquirido en China por menos de 5.000 dólares, pueden obtenerse entre 16 y 24 kilos al procesarlo con talco o cafeína. Cada kilo puede venderse al por mayor en 80.000 dólares y cuando llega a las calles de Estados Unidos ronda los 1,6 millones de dólares.
En el mundo legal, las empresas farmacéuticas establecidas en Estados Unidos reportan en los medios de comunicación impresionantes ganancias anuales.
Por ejemplo, Johnson & Johnson, considerado como el primer fabricante de medicamentos de ese país, obtuvo en 2016 ganancias cercanas a los 72.200 millones de dólares.
Otra industria de medicamentos, los laboratorios Pfizer, consiguieron en el primer semestre del año pasado 2.000 millones de dólares en ingresos por venta en suelo estadounidense de medicamentos de marca sin patentes, según ‘Financial Times’.
Sin sanciones
Según James Petras, la industria farmacéutica vende grandes cantidades de pastillas que “son narcóticos”.
El también académico observa “una confabulación” entre los médicos y las farmacéuticas. Los primeros “ordenan”, mientras que los segundos “distribuyen pastillas que, cada vez más, causan adicciones en personas que no tienen dinero suficiente para costear el tratamiento de sus dolencias en un centro de salud”.
Ante esa evidente situación, los políticos se muestran muy preocupados, pero no se toman medidas concretas. ¿Por qué? Petras cree saber el motivo.
“En Estados Unidos, ni el poder político, ni los medios de comunicación tienen el valor de enfrentarse a las farmacéuticas, porque son industrias multimillonarias. Además, son financistas de las campañas electorales”, recalca.
Tomado. matrizur.org