Si hay una región donde se ha replicado a cabalidad ese símil de “los ejercicios de relevos” entre la fuerza pública y los paramilitares, es en el Catatumbo. Se turnan para agredir a la población. Cuando unos atacan los otros se repliegan y al revés.
Es una vieja y descarada práctica, desde finales de los años 80, que ha dejado una trágica estela de sangre y dolor.
La martirizada región del Catatumbo sí que tiene suficientes razones para hacer parte de la actual protesta nacional. Son décadas de violencia institucional, masacres, desplazamiento forzado; el abandono del Estado ha sido la constante; una extensa región sin vías de acceso, carencias abismales en salud y educación; una explotación petrolera que no ha revertido en obras y progreso las necesidades sociales de la región.
Los sonados paros regionales llevaron a suscribir convenios con sucesivos gobiernos, que nunca fueron cumplidos.
Comunidades que se encuentran reunidas en el COMITÉ DE UNIDAD DEL CATATUMBO, del cual hace parte la USO Subdirectiva Tibú, provenientes de diferentes áreas de la región, se encontraban manifestándose de manera pacífica en el sector de Agualasal, municipio del Zulia, Norte de Santander; Este 12 de junio de 2021, llegaron hasta allí seis sujetos armados, en motocicletas, los señalaron de ser guerrilleros, amenazaron, golpearon y abrieron fuego contra los campesinos que allí se encontraban expresando su voz de protesta.
Los individuos se identificaron como paramilitares. Hicieron disparos con armas de fuego, impactando a dos miembros de la comunidad. Uno de ellos tiene lesiones de gravedad; Igualmente se llevaron al menos 15 celulares y billeteras con los documentos de identidad y dinero de los campesinos. También fueron hurtados varios chalecos de la guardia campesina y cuatro motocicletas. En el sitio se recolectaron casquillos de munición.
Según lo revelado por los campesinos, realizaron aproximadamente 150 tiros con armas de distintos calibres. Además de los heridos, otros resultaron lesionados por armas traumáticas. Los paramilitares estuvieron alrededor de 10 minutos en el punto y luego se retiraron. Ante esta brutal agresión, los manifestantes se dispersaron y en estos momentos se desconoce la ubicación de dos de ellos.
No fue suficiente que hubiera la visita de verificación de la CIDH; a las élites gobernantes, amamantadas en la guerra y la muerte eso no les importa. Dicen que son respetuosos de los Derechos Humanos y de la protesta ciudadana, pero en la realidad se niegan a dar garantías para que la indignación popular se exprese.
La Unión Sindical Obrera (USO) solicita a la comunidad internacional acompañamiento y monitoreo a las comunidades que se encuentran haciendo uso legítimo a la protesta social, dado que en Colombia tanto la fiscalía como los entes de control se encuentran sometidos a la política del gobierno y por tanto no actúan conforme a la constitución y la ley.