Hace
algún tiempo y luego de las multitudinarias manifestaciones que tuvieron lugar
en Puerto Gaitán, Meta, por los trabajadores, quienes denunciaron públicamente
los vergonzosos sistemas de contratación y las precarias condiciones en las que
los trabajadores tenían que laboral y pernotar. La multinacional canadiense
como parte de su estrategia inició una campaña por todos los medios de
comunicación en donde los trabajadores dan cuenta de las bondades de ser parte
de campo rubiales; según ellos, todos hacen parte de la multinacional y peor
aún todos somos Pacific.
Los grandes beneficios que ostenta un trabajador
como: la alimentación, vivienda hasta un gimnasio dice tener para que los
trabajadores se relajen en el tiempo libre, sin contar con la escuela para los
hijos de los obreros. En un aparte de la publicidad mentirosa una mujer dice
“si a Pacific le va bien a mi esposo le va bien y a mi familia también” cuando
todos sabemos que a la multinacional nunca le ha ido mal por el contrario ha
extendido su negocio no solo a los hidrocarburos, sino en minería, palma de
aceite y caucho.
Sin contar
como la multinacional ha alterado la
información sobre la producción de hidrocarburos y el cálculo sobre el pago de
regalías, con lo cual el Estado y las regiones productoras se ven afectadas,
mientras que las ganancias netas se van del país. Pero según, los comerciales
Campo rubiales; es algo así como un paraíso del que gozan sus trabajadores, y
los colombianos deberíamos sentirnos privilegiados y ser parte de ella, permitiéndole que extraiga nuestros recursos
ya que nosotros no somos capaces.
Con
ello, la multinacional quiere vender la imagen de lo oscuro que resulta el
enclave del siglo XXI y, ser empleado de dicha compañía, la forma arbitraria
como los trabajadores son despedidos masivamente, desconociendo todo derecho
laboral y de asociación; que aunque la ley contempla el derecho a
sindicalizarse la multinacional impide este derecho con el fin de obstaculizar
las reclamaciones. Las ganancias que obtienen no se reflejan en la mejora de salarios ni en las
condiciones laborales, por el contrario van en detrimento de los empleados de
base que son quienes desarrollan la extracción del crudo.
Sin
contar con el daño ambiental que el derramamiento de aguas hervidas vertidas a
caños y ríos, perjudica a las comunidades que han visto disminuida su
producción agrícola y de pesca, la flora y la fauna gravemente afectadas. Además,
de perder la movilidad en sus mismas comunidades, su desplazamiento es controlado
por empresas de vigilancia privada que les prohíben y controlan el paso, a su
vez la fuerza pública que ejerce el control de la zona para impedir algún brote
de manifestación, como si se tratara de los bienes del Estados a los que hay
que proteger con todo el rigor de la fuerza.
En
realidad no somos Pacific si fuéramos habría una repartición equitativa de los
ingresos, todos los empleados estarían en igualdad de condiciones, todos serian
propietarios, no se perjudicaría el medio ambiente y peor no se trataría a los
obreros como peones del siglo XIX, donde no contaban con las mínimas
condiciones laborales y eran tratados como esclavos.
Al paso que vamos Pacific si va poder decir
que es Colombia, no porque se sientan colombianos sus socios sino por la forma
brutal como se ha apoderado de nuestros recursos naturales y desconoce las
leyes nacionales, todo con el beneplácito de una élites y un gobierno que le
brinda todas las condiciones para el saqueo.