Las potencias occidentales en su desenfrenada carrera por
tomar el control de los recursos naturales, han creado escenarios falsos sobre
el peligro nuclear y químico, con este argumento invadieron Irak y se
apoderaron del petróleo, ahora manejado por las transnacionales occidentales,
para ello fue necesario declarar la guerra a un antiguo aliado, formar y
entrenar milicias que contribuyeran con la desestabilización, para luego
permitir el ingreso de las tropas norteamericanas comandadas por la OTAN.
Pese a este escenario, se necesitaba abrir nuevos frentes de
guerra para asegurar no solo el control de los recursos naturales sino de sus
gobiernos, con la primavera Árabe, se creaba un descontento social, lo que
permitió crear un caos en Túnez y Egipto aliados de EEUU, pero que no modifico
las estructuras de poder.
Pero que si le sirvió de excusa para invadir Libia e intentar
lo mismo en Siria e Irán, para ello ha sido necesario armar milicias, entrenar
y dotar de armamento en la sombra a grupos contrarios al régimen, encontrando
una resistencia no solo del gobierno sino del nuevo escenario apoyado por Rusia
y China. Los bombardeos ordenados por las potencias occidentales han generado
una crisis humanitaria que hoy está golpeando las puertas de Europa.
En este nuevo escenario de guerra y exclusiones se forma el
autodenominado estado islámico, los sunitas se han fortalecido incorporando
fuerzas militares del antiguo régimen de Irak, con lo que se han constituido en una fuerza
mortal con acciones suicidas en contra de los enemigos del Islam.
Estos grupos se han vigorizado con el financiamiento que ha
hecho EEUU a las milicias que operan en contra del régimen en Siria, que desde
hace 4 años intentan derrocar al gobierno de Bashar Al Assad. Dentro de esta
misma lógica y con la excusa de combatir a los grupos terroristas Francia y el
Reino Unido, han bombardeado territorio sirio, violando todas las normas
internacionales, apoyados en tierra por milicias que reciben armas y
entrenamiento. Esos mismo que un día han sido aliados y al otro enemigos.
Estas potencias durante años de neocolonialismo han invadido,
bombardeado, saqueado, secuestrado, matado, no solo a los que les han declarado
la guerra sino a cientos de civiles entre ellos niños, ancianos, mujeres y
jóvenes que han sido víctimas, lo que
algún analista gringo le dio por llamar los “daños colaterales”. Mientras los
que ordenan gritan, saltan y algunos lloran de la alegría de ver a sus enemigos
destrozados por las bombas o las balas de un arma, la guerra no los toca.
Todo esto importa más, porque no es en el propio territorio
donde se está librado, la destrucción y el dolor que deja la guerra asimétrica
es de otros, así mismo son los muertos unos tienen más valor que otro, o acaso
vale más un muerto en el centro de Paris o un muerto en Siria o en el Medio
Oriente.
De esta misma forma se explica el terrorismo, aunque tenga
las misma letalidad o violencia, el de unos son ataques defensivos con el ánimo
de eliminar al enemigo e impedir que se siga propagando y los otros son ataques
perpetrados por terroristas que quieren infundir terror y desorden.
En este mismo, lugar se encuentra Colombia, país con un
conflicto armado, factor que le ha servido para fortalecer sus fuerzas armadas,
armamento y tecnología, con ello formar mercenarios con capacidad de combate en
cualquier lugar del mundo, lo que supone una contribución a las guerra que
libra occidente. Según cifras oficiales existen más 10 mil mercenarios
colombianos participando de guerras, de las cuales no tienen ni la menor idea
que se combate ni el por qué, cuales son los intereses que defiende, igual
ocurre con los soldados que operan en Colombia y dicen defender una democracia
¿pero cuál?.
El problema de la contribución que hace Colombia a las
guerras del mundo, está por un lado, en que está haciendo parte de la guerra con consecuencias imprevistas, cuando se está
tratando de desactivar el conflicto armado. Por otro lado, que va a pasar con
los mercenarios que regresen al país y sus nuevos aprendizajes, no todos
deciden quedarse fuera, ni todos mueren. La pregunta que surge ¿si le estamos
dando paso a un nuevo conflicto que puede ser más violento y atroz que el
desatado por los paramilitares contra comunidades enteras?