Cientos de jóvenes con lágrimas en los ojos por los amigos que perdieron y también, aunque parezca contradictorio, por la suerte de haber sobrevivido; cadenas humanas custodiadas por la policía evacuando la zona de peligro y globos de San Valentín y osos de peluche tirados en el suelo. Esas fueron las imágenes que dieron la vuelta al mundo tras el tiroteo masivo en una escuela de la Florida que dejó 17 fallecidos y una veintena de heridos el pasado 14 de febrero.
Esos mismos rostros reclaman hoy a lo largo y ancho de Estados Unidos que «Nunca más» ocurran tragedias como la de la escuela Stoneman Douglas, en Parkland, y que las autoridades apliquen leyes más estrictas en el control de armas.
«No importa cuántas personas mueran. Los legisladores que están en el poder no toman medidas», dijo a la prensa Ryan Deitsch, uno de los estudiantes sobrevivientes tras sostener un encuentro con varios legisladores.
«Ahora es el momento de ponerse del lado correcto en esto, porque no es algo que vamos a barrer debajo de la alfombra», señaló por su parte Emma González al programa de NBC News Meet the Press.
Pero lo que eran apariciones aisladas en los medios de comunicación y muestras de dolor espontáneas, se ha convertido en todo un movimiento que ya es conocido por la etiqueta #NeverAgain (#NuncaMás).
Los jóvenes tocaron una fibra sensible de la opinión pública y empezaron a movilizarse en los ayuntamientos de las ciudades exigiendo un cambio en las leyes para el control de armas.
Pronto ganaron decenas de miles de seguidores en las redes sociales y lograron apariciones frecuentes en la televisión a nivel nacional. También recibieron donaciones millonarias de celebridades como George Clooney, Oprah Winfrey o Steven Spielberg para financiar las futuras manifestaciones.
En Washington está convocada una marcha para el 24 de marzo que esperan tenga una repercusión nacional.
Su impacto es mayor que otras iniciativas anteriores, pues la voz de los jóvenes llega en medio de un escenario politizado en el que el tema de las armas se diluye en conflictos políticos y los intereses económicos que van más allá de los partidos tradicionales.
La legitimidad de las demandas, que llegan en muchos casos de los familiares de las víctimas o sobrevivientes de la masacre, están poniendo contra las cuerdas a políticos como el senador por la Florida Marco Rubio, que ha recibido más de 3,3 millones de dólares de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) para comprar sus votos en el tema de las armas.
Durante una asamblea pública en Sunrise, Florida, el padre de una de las víctimas de Parkland desafió a Rubio a que dijera la verdad y reconociera que «las armas fueron un factor en la muerte» de su hijo. Rubio trató de escabullirse y respondió que si creyera que una prohibición de las armas de asalto «hubiera impedido que esto sucediera, lo hubiera apoyado». Su respuesta fue abucheada por la audiencia.
Luego la estudiante Cameron Kasky le dijo al senador: «Es difícil mirarte y no ver el cañón de un AR-15 y no ver a Nikolas Cruz», en referencia al arma de asalto utilizada en el tiroteo y al perpetrador de 19 años, quien adquirió el fusil de manera legal a pesar de tener un historial de violencia. «¿Puedes decirme ahora mismo que no aceptarás una sola donación de la Asociación Nacional del Rifle?», añadió la joven.
La presión de los estudiantes de Parkland llegó incluso a la Casa Blanca, donde el presidente Donald Trump se reunió este miércoles con varios de ellos y sus padres.
El mandatario se vio presionado a declarar que buscará «soluciones» al problema.
Pero hasta ahora algunas de sus ideas van por el camino de autorizar a los profesores a que porten armas en las escuelas y ser más severos con la revisión de los antecedentes de los posibles compradores.
Esa es precisamente la visión que apoya la NRA para desviar la atención del problema principal que ahora denuncian los estudiantes norteamericanos: «las armas no son solo una variable de la situación, sino que son la clave del problema».
Tomado: Granma