Turquía bombardeó ayer la región de Afrin, en el noroeste de Siria, después de que el Gobierno sirio enviara allí a sus milicias en apoyo de las fuerzas kurdas, que controlan la zona y que son desde hace un mes el objetivo de una ofensiva turca.
Afrin es uno de los dos frentes donde escaló ayer la violencia, después de que al menos 50 personas, entre ellas 13 niños, murieran en un nuevo ataque de las fuerzas del Gobierno contra Guta Oriental, un enclave rebelde situado cerca de la capital Damasco. Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, son ya casi 200 los civiles muertos allí en las últimas 48 horas, entre ellos 52 niños.
El bombardeo turco en Afrin amenaza con abrir una nueva brecha en el conflicto, pues supone un enfrentamiento directo entre las tropas turcas y los aliados de Damasco en territorio sirio. Los ataques turcos forzaron de momento la retirada de las milicias aliadas del Gobierno sirio que se estaban entrando en la ciudad de Afrin, y que se replegaron a unos diez kilómetros del centro ante los “disparos de advertencia” turcos, según la agencia de noticias turca Anadolu.
Una fuente kurda dijo en condición de anonimato que al menos cinco proyectiles impactaron cerca de una carretera utilizada por las fuerzas sirias, mientras la televisión pro-gubernamental Al Mayadeen mostró imágenes de una explosión que atribuyó a un ataque turco. Los periodistas sobre el terreno huyeron de la zona, informó la televisión siria.
Poco antes, las milicias aliadas al presidente sirio, Bashar al Assad, habían entrado en el enclave homónimo, según confirmaron las milicias kurdas Unidades de Protección Popular (YPG) que controlan la zona. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos matizó que se trataba de una avanzadilla de las llamadas “fuerzas populares” y que no llevaban consigo armas pesadas. Las YPG son el objetivo de la ofensiva turca “Rama de Olivo” lanzada hace un mes por Ankara. Son son aliadas de la coalición liderada por Estados Unidos contra la milicia terrorista Estado Islámico (EI), pero Turquía las acusa de estar vinculadas al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una organización turca prohibida y considerada terrorista tanto por Turquía como por Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, había anunciado horas antes la intención de sus tropas de sitiar Afrin y había alertado la víspera a Damasco que no enviara a sus tropas en apoyo de los kurdos.
Actualmente, las fuerzas turcas se encuentran a más de 17 kilómetros de Afrin, según el Observatorio Sirio. “En los próximos días” quedará rodeado el centro de la ciudad, aseguró Erdogan ante miembros de su partido AKP en Ankara. “De esa forma se bloqueará la ayuda desde el exterior y la organización terrorista no tendrá la posibilidad de negociar con nadie”, dijo el presidente turco respecto a las negociaciones de los kurdos con el Gobierno de Damasco para el envío de las tropas que llegaron ayer. Rusia alertó anteayer del peligro de división que corre Siria a causa del conflicto entre Turquía y los kurdos, dijo el ministro de Exteriores, Serguei Lavrov, en Moscú. Es inaceptable que el “problema kurdo” se utilice para sembrar el caos en la región y para dividir, señaló. Lavrov dijo comprender tanto la postura de Turquía como a los kurdos. En cualquier caso, la cuestión debe resolverse respetando la unidad territorial de Siria, señaló.
En la guerra, Rusia es un importante aliado del Gobierno sirio, mientras Turquía apoya a la oposición. Sin embargo, Rusia y Turquía llevan tiempo colaborando juntos en la búsqueda de una solución pacífica y lanzaron junto a Irán una iniciativa paralela a la mediada por Naciones Unidas. Por otra parte, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) condenó ayer los ataques contra Guta Oriental en un estilo poco habitual, con una única frase de su director regional, Geert Cappelaere, seguida de una página en blanco: “Ninguna palabra hará justicia a los niños asesinados, sus madres, padres y seres queridos”. Le sigue una página en blanco con una nota al pie: “Publicamos este comunicado vacío. Ya no tenemos palabras para describir el sufrimiento de los niños y nuestra indignación. ¿Les quedan palabras a los responsables de este sufrimiento para justificar sus actos de barbarie?”
Se calcula que en la zona están atrapadas 400.000 personas aisladas del mundo exterior. Los cooperantes informan de una situación humanitaria dramática, pues durante semanas no ha podido entrar ninguna ayuda, lo que ha provocado una grave crisis alimentaria. “La situación humanitaria de los civiles en Guta Oriental está fuera de control”, dijo el coordinador de ayuda humanitaria de la ONU. Amnistía Internacional (AI), por su parte, describió los ataques en Guta Oriental como “crímenes de guerra”.
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