Lo que parecía una simple protesta ciudadana por el aumento de las contribuciones a la seguridad social en Nicaragua, desembocó a partir de la semana pasada en una ola de violencia que deja al menos una decena de muertos y cientos de establecimientos destruidos.
Ante el nivel de organización mostrado, el alcance de los daños y la participación de grupos delincuenciales, surgen preguntas claves: ¿Cuál es el origen de las manifestaciones? ¿Quiénes están detrás de los grupos más violentos?
Las manifestaciones tomaron fuerza a mediados de la semana pasada como reacción a una reforma del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS). La medida del Ejecutivo sandinista preveía subir de 6,25 % al 7 % el aporte de los trabajadores, mientras los empleadores pasarían de pagar el 19 % al 22,5 %.
El objetivo de la decisión era corregir el déficit del INSS y hacerlo sostenible a mediano y largo plazos.
Grupos de estudiantes y jubilados, que reciben sus pensiones del mismo fondo, protagonizaron las primeras muestras públicas de descontento, pero en pocas horas los hechos derivaron en saqueos masivos y ataques contra ambulancias, centros hospitalarios, clínicas, comercios, autos, instituciones gubernamentales e incluso viviendas familiares.
Las escenas de los últimos días contrastan con las estadísticas que muestran a Nicaragua como uno de los países más seguros y pacíficos de Centroamérica.
Las autoridades sandinistas consideran que, más allá de una «protesta cívica», lo que vive Nicaragua es un plan de la derecha para azuzar delincuentes y obtener rédito político mediante la inestabilidad y la creación artificial de un escenario de desabastecimiento y escasez de productos básicos.
El Comandante Daniel Ortega aseguró el domingo último que quienes irrumpieron en los centros comerciales no fueron «gente pobre», sino «los interesados en desatar el caos».
El Gobierno dio marcha atrás a la reforma de la seguridad social y se mostró dispuesto a establecer una mesa de diálogo para encontrar una solución al déficit del INSS.
Sin embargo, los cabecillas de las protestas aseguraron que no detendrán sus acciones. «La seguridad social ya no es el tema, sino la libertad de expresión, la corrupción, y tantos otros», afirmó la presidenta del Frente Amplio por la Democracia (FAD), Violeta Granera.
Cuando una «minoría quiere imponer su voluntad a la fuerza», señaló el Comandante Ortega, «la oposición entonces ya no es sana y se convierte en un factor de desestabilización».
El Presidente criticó también que la derecha local busque el respaldo de políticos estadounidenses con el objetivo de que les «financien planes de desestabilización».
Resulta llamativo que la movilización para las protestas de los últimos días se haya llevado a cabo mediante las redes sociales con métodos muy similares a los de la Guerra No Convencional (GNC).
Uno de los principios básicos de la GNC, perfeccionada por Washington para derrocar gobiernos que no son de su agrado, es lograr que la sociedad se enfrente al gobierno con cualquier excusa, potenciar el conflicto desde el exterior y cerrar el cerco a nivel diplomático.
Como parte de las acciones desestabilizadoras, Washington ordenó el lunes la salida de los familiares de sus diplomáticos en Managua y redujo los servicios en su embajada. Asimismo, el Departamento de Estado renovó hoy la petición a sus ciudadanos de «reconsiderar viajes» a Nicaragua.
Entretanto, los pobladores comenzaron a organizarse para defender barrios, comercios, centros asistenciales y espacios públicos frente a los actos vandálicos de los grupos violentos. Asimismo, el ejército fue desplegado para garantizar la protección de los edificios del Gobierno y las instalaciones vitales para la ciudadanía.
El clima de paz y convivencia de Nicaragua atrae a un creciente número de turistas e inversores extranjeros. El país centroamericano ostenta una de las tasas de crecimiento económico más altas de la región, en torno al 5 % del Producto Interno Bruno anual.
«El objetivo de los que están dirigiendo estos planes criminales es destruir la imagen de Nicaragua», criticó el Comandante Ortega. Sin embargo, se mostró seguro de que los nicaragüenses no repetirán los errores del pasado y escogerán el camino del diálogo en lugar del de la guerra.
Tomado: Granma