ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, condena los episodios de violencia ocurridos el 2 de mayo contra refugiados malienses en el campamento de Mentao, en los que al menos 32 personas resultaron heridas, algunas de gravedad, y que habrían sido presuntamente perpetrados por parte de las fuerzas de seguridad.
El campamento, que acoge a cerca de 6.500 personas refugiadas, está situado en la volátil región del Sahel en Burkina Faso, cerca de la frontera con Malí.
Según los testimonios de los refugiados, las fuerzas de seguridad irrumpieron en el campamento en busca de individuos armados implicados en un ataque contra un grupo de soldados que había tenido lugar horas antes en la carretera entre Djibo y Uagadugú, cercana al campamento. En el atentado falleció un miembro de las fuerzas de seguridad y otra persona está desaparecida.
En el campamento, las fuerzas de seguridad rastrearon casa por casa y, según las informaciones, forzaron a los hombres y jóvenes a salir de sus hogares para luego golpearlos con palos, cinturones y cuerdas.
Los refugiados fueron acusados de ser cómplices de los asaltantes armados no identificados, y recibieron un ultimátum para abandonar el campamento en un plazo máximo de 72 horas, o harían frente a la pena de muerte.
“La comisión de tales actos por parte de las fuerzas de seguridad, según lo reportado, es absolutamente inaceptable”, declaró Millicent Mutuli, Directora de la Oficina Regional de ACNUR para África Central y Occidental. “Los refugiados que viven en el campamento de Mentao deben ser protegidos”, añadió.
ACNUR ha pedido la apertura de una investigación urgente sobre este incidente en una carta dirigida al Ministro de Asuntos Exteriores, en la que también se expresa una gran preocupación por la seguridad de las personas refugiadas.
Todos los refugiados heridos están siendo tratados en el centro de salud de Djibo, cuatro de ellos por fracturas.
ACNUR reitera su petición al Gobierno de Burkina Faso para que permita el traslado de las personas refugiadas desde el campamento a otro lugar más seguro, y ha ofrecido su apoyo a las autoridades.
En noviembre de 2019, la situación de violencia obligó a ACNUR a reubicar a sus trabajadores fuera del campamento de Mentao. Desde entonces se tiene un acceso esporádico a las personas refugiadas, principalmente mujeres, niños y niñas, que viven en condiciones extremas: sin escuelas, centros de salud ni puesto de seguridad, después de que todas estas infraestructuras tuvieran que cerrarse.
Tomado: tercerainformacion