A menudo se critica, y no sin razón, el tratado Molotov-Ribbentrop, firmado entre la URSS y la Alemania nazi, el 23 de agosto de 1939. Este tema ha sido utilizado constantemente como ingrediente de la «historia oscura» escrita contra los soviéticos en la Segunda Guerra mundial.
Pero la verdad es que ya en los días 29 y 30 de septiembre de 1938, en la ciudad alemana de Munich, se habían reunido los primeros ministros de Gran Bretaña y Francia con el Führer alemán y el Duce italiano.
Según Arthur Neville Chamberlain, el pacto derivado de ese cónclave garantizaba la paz y las responsabilidades futuras, pero en realidad se había acordado el desmembramiento de Checoslovaquia, la entrega de Polonia y el ataque alemán a la urss. Roosevelt envió un breve mensaje a Churchill: «Muy bien».
La Unión Soviética, que ya en la Conferencia de Desarme, celebrada en Ginebra en 1932, había propuesto un convenio para el desarme general, propuso en 1938 a los círculos dirigentes de Francia y Gran Bretaña una alianza que fue rechazada tajantemente. Las grandes potencias capitalistas soñaban con ver desfilar a los Panzer alemanes por las calles de las ciudades soviéticas.
Tomado: Granma