viernes, 15 de mayo de 2020

José Gonzalo Sánchez y Eutiquio Timoté Tique: los olvidados precursores del movimiento indígena en Colombia

José Gonzalo Sánchez (1900-1947) y Eutiquio Timoté Tique (c.a.1890 – c.a.1952) fueron dos destacados dirigentes indígenas, uno totoró y el otro pijao, que brillaron con luz propia en las etapas más convulsionadas de las luchas agrarias llevadas a cabo en Colombia durante la primera mitad del siglo XX, constituyéndose así en tempranos precursores, sobre todo de la región andina, de las actuales organizaciones indígenas y, así mismo, en ser prácticamente de los primeros que abordaron un inédito trabajo organizativo de base, probablemente inspirados en los aportes teóricos del peruano José Carlos Mariátegui (1894-1930), en el que de manera sui generis sintetizaron creativamente dos tradiciones revolucionarias distintas: la histórica resistencia de los pueblos indígenas, años después abordada teóricamente en otros lugares de América Latina desde el llamado indianismo, y de la experiencia que bebe de las fuentes de los marxismos. En suma, fueron dos líderes indígenas que, sin diluir sus conciencias identitarias en una perspectiva de clase social, desplegaron un notable trabajo de organización entre los pueblos indígenas del Tolima, Huila y Cauca, el cual sentaría las bases de las organizaciones indígenas que irrumpieron a principios de los años setenta del siglo pasado. No obstante, hoy por hoy sus herederos y sucesores, aunque sin reclamarse como tales, muy poco los recuerdan, más allá de algunos pasajes y sucesos, que a medida que transcurre el tiempo se tornan cada vez más borrosos. Este olvido en buena medida se explica porque, injustamente, quedaron a la sombra de la figura y personalidad de otro dirigente indígena, nasa en este caso, que actuó en la misma época: Manual Quintín Lame Chantre (1880-1967), que recibió mucha más atención desde distintas orillas, incluida la academia, pero también obedeció al anticomunismo que, fruto de una sistemática y descomunal represión, llegó a instalarse de alguna manera en el imaginario colectivo, generando un menosprecio y minusvaloración del trabajo desarrollado por éstos dos insignes dirigentes indígenas que, siempre con orgullo, sin dejar de ser totoró y pijao, se reclamaron como comunistas.
Disputa entre memoria y olvido
El movimiento indígena contemporáneo en Colombia, especialmente el referido a aquellos procesos organizativos en los que convergen los pueblos indígenas de los Andes, se reclama heredero del legado de Manuel Quintín Lame Chantre, icónico dirigente nasa que en el Cauca, a comienzos del siglo XX entre 1912 y 1925, protagonizó La Quintinada, una serie de levantamientos armados de resistencia en contra del régimen hacendatario y el pago del terraje, dinámica a la que se vincularon distintas parcialidades de los pueblos Nasa, Misak, Totoró, Kokonuco, Pubenense, entre otros, y que posteriormente, trasladando el epicentro de sus actividades al sur del Tolima, algunas comunidades del pueblo Pijao, alrededor de su liderazgo carismático y caudillista, le dieron forma al movimiento lamista que no logró trascender el hecho que su líder haya terminado sus días en Ortega, Tolima, relegado y retirado de las luchas indígenas.
Contrasta esta reivindicación de la imagen de Manuel Quintín Lame Chantre, que hoy por hoy ocupa un lugar central en la iconografía conmemorativa del movimiento indígena colombiano que lo ha erigido como una suerte de héroe fundacional, con el profundo olvido al que han sido arrojados los dirigentes, el totoró José Gonzalo Sánchez y el pijao Eutiquio Timoté Tique, quienes no solamente durante un largo trecho estuvieron activamente vinculados a los procesos liderados por Manuel Quintín Lame Chantre, fungiendo como sus “secretarios”, sino que desplegaron a lo largo de más de tres décadas un intenso y fructífero trabajo organizativo entre varias parcialidades de los pueblos indígenas del Cauca, Tolima y Huila.
Durante casi dos décadas, las trayectorias biográficas de José Gonzalo Sánchez, Eutiquio Timoté Tique y Manuel Quintín Lame Chantre se articularon estrechamente, como quiera que los tres coincidieron y participaron de manera conjunta en proyectos organizativos con los pueblos indígenas del suroccidente del país, en los que cada uno de ellos, de acuerdo con sus capacidades y potencialidades, aportaron lo mejor de sí mismos. Si bien, en algunos episodios los reflectores se dirigieron hacia la figura de Manuel Quintín Lame Chantre, detrás de él existió un trabajo en equipo que no siempre se reconoció.
Las luchas indígenas toman dos caminos distintos
El sendero de luchas y resistencias que transitaban estos tres importantes dirigentes indígenas llegó a un punto en el cual, infortunadamente, hubo de bifurcarse en direcciones distintas, razón por la cual nunca más volverían a trabajar juntos. Así las cosas, distanciados debido a diferencias políticas e ideológicas que, por otra parte, devinieron en una rivalidad personal, Manuel Quintín Lame Chantre tomó una ruta y José Gonzalo Sánchez en compañía de Eutiquio Timoté Tique tomaron la otra. Esta separación de alguna manera terminaría marcando el camino que más adelante transitarían las organizaciones indígenas del país, principalmente las de los Andes, las cuales, como una paradoja de la historia y pese a que hoy en día reivindican la herencia de uno de ellos, en sus inicios optaron por recorrer el rastro que en su trasegar por los procesos organizativos dejaron quienes se distanciaron de Manuel Quintín Lame Chantre. ¿Pero cuáles fueron los motivos que llevaron a este divorcio? Simplificando una respuesta podría decirse lo siguiente:
En primer lugar, los procesos adelantados por Manuel Quintín Lame Chantre siempre se levantaron alrededor de su especial carisma y del peso específico de su liderazgo personal, el cual llegó a adquirir fuertes visos místicos y mesiánicos, expresados con frecuencia en una narrativa que exhibía una abigarrada mixtura de distintas tradiciones indígenas con alegorías judeo-cristianas que le impidieron desembarazarse de su atávico conservadurismo, lo cual sin duda alguna, comenzó a generar reparos y reservas en José Gonzalo Sánchez y en Eutiquio Timoté Tique que venían desde hacía algún tiempo acercándose a dinámicas políticas socialistas y de izquierda, comprendiendo que la resistencia de los pueblos indígenas en solitario no podría quebrar el poder hegemónico de las élites políticas y el régimen latifundista.
En segundo lugar, si bien José Gonzalo Sánchez y Eutiquio Timoté Tique ya hacían parte desde 1926 del Partido Socialista Revolucionario (PSR), fue su vinculación, en julio de 1930, al naciente Partido Comunista Colombiano (PCC), lo que catalizó la fractura definitiva con Manuel Quintín Lame Chantre, el cual, debido a su arraigada formación religiosa católica siempre manifestó su oposición al comunismo.
En tercer lugar, mientras José Gonzalo Sánchez y Eutiquio Timoté Tique, probablemente en razón de su condición de indígenas campesinos, consideraban importante, sin desmedro de las especificidades culturales de los pueblos indígenas, articular el trabajo organizativo con los sectores populares, Manuel Quintín Lame Chantre, el cual si bien llegó a participar en algunos eventos de obreros y trabajadores, en su mesianismo siempre expresó su intención de llevar un proceso autónomo y al margen de las luchas de otros sectores sociales.
En cuarto lugar, cabe resaltar que fue muy coherente la decisión de estos dos dirigentes indígenas de ingresar al PCC, no sólo porque, como ya se dijo anteriormente, desde tiempo atrás traían una militancia en el seno del PSR en el que tuvieron bajo su responsabilidad lo referido a las relaciones con los pueblos indígenas, sino que participaron activamente en la construcción de los referentes programáticos de lo que en esa época se conocía como la “cuestión indígena” y su inserción en la plataforma política e ideológica del nuevo partido, en la que se recogieron demandas fundamentales de las “nacionalidades indígenas”, entre ellas la devolución y reconocimiento de sus tierras, el apoyo al desarrollo de sus especificidades culturales, legales y políticas y el reconocimiento a su “derecho a la autodeterminación”.
Eutiquio Timoté Tique, el líder pijao del que pocos se acuerdan
Sobre el líder pijao Eutiquio Timoté Tique, más allá de algunos trazos de sus actividades organizativas realizadas junto a José Gonzalo Sánchez y a Manuel Quintín Lame Chantre o de su trabajo militante realizado en el seno del PSR y del PCC, es muy poco lo que se sabe. No deja de sorprender que habiendo sido un connotado dirigente indígena que se involucró activamente en las luchas por la tierra que se llevaron a cabo en el suroccidente del país durante la primera mitad del siglo XX, existan tan pocos datos sobre su trayectoria vital, los cuales ciertamente deben estar dispersos en noticias de la prensa obrera y popular de la época o en los archivos históricos donde reposan los innumerables memoriales que escribió en defensa de distintas comunidades de pueblos indígenas en el Tolima, Huila y Cauca.
A diferencia de otros dirigentes indígenas del país, junto a los cuales escribió las primeras páginas de la historia del movimiento indígena contemporáneo y sobre quienes existen varias referencias sobre sus vidas, respecto de Eutiquio Timoté Tique no hay información precisa. Se sabe que nació en una comunidad del municipio de Coyaima, Tolima, en una fecha difícil de precisar alrededor de 1890, que no alcanzó a terminar sus estudios de educación básica primaria, apenas lo suficiente como para leer y escribir con cierta solvencia y que murió en el mismo municipio que lo vio nacer, hacia 1952, en el contexto de la época de La Violencia, asesinado a manos de bandas mixtas de policías y civiles al servicio de los terratenientes. De él llegó a decir uno de sus contemporáneos y gran conocedor de las luchas obreras y populares de esa época, Ignacio Torres Giraldo (1893-1968), que fue un “indígena fundido en la población campesina, jefe de prestigio en las luchas del campo y por consiguiente una figura auténtica del campesinado y de los pueblos y naciones indígenas que moran en el país”.
Pese a lo espeso de la sombra de la desmemoria que se ha cernido sobre la vida y acciones de este notable dirigente indígena, actualmente es recordado por dos circunstancias en la que estuvo involucrado con una destacada participación: su arduo trabajo organizativo desplegado durante casi dos décadas entre las comunidades del Tolima y del Huila y por haber sido el primer candidato presidencial que tuvo el PCC.
Junto a José Gonzalo Sánchez trabajó con ahínco en la constitución de una de las que puede ser considerada la primera organización indígena contemporánea del país, el Consejo Supremo de Indios (CSI), fundado el 16 de marzo de 1916 en Ortega, Tolima, cuya sede se estableció en un pueblo construido ex profeso para ello, llamado San José de Indias o Llanogrande, que años después sería saqueado y destruido por pistoleros al servicio de los hacendados. En ese sentido, se dio a la tarea de recuperar los resguardos de origen colonial y de rescatar la figura de los cabildos como expresiones de los gobiernos propios de las parcialidades indígenas. Si bien es a Manuel Quintín Lame Chantre a quien se le considera haber sido el artífice de que el gobierno nacional, en enero de 1939, reconociera formal y simbólicamente al Gran Resguardo de Ortega y Chaparral, esto no hubiera sido posible sin el previo esfuerzo organizativo efectuado en la región por Eutiquio Timoté Tique.
De otro lado, se precisa resaltar que Eutiquio Timoté Tique fue uno de los participantes al pleno ampliado del PSR, realizado en julio de 1930, en el que se protocolizó la creación del PCC, formación política que tiempo después, en el marco de una de sus Conferencias Nacionales llevada a cabo el 6 de enero de 1934, toma la decisión de presentarlo oficialmente como su candidato presidencial para las elecciones de ese año. Días más tarde su candidatura fue proclamada públicamente en Cali, Valle del Cauca, ante una multitudinaria manifestación en la que intervinieron los más reconocidos líderes comunistas de ese entonces: Luis Vidales (1904-1990), Gilberto Viera White (1911-2000) y Julio Rincón (1902-1951).
Claramente su participación en el debate electoral presidencial, en el que obtuvo 3.401 votos contra 938.808 de su contendor Alfonso López Pumarejo (1886-1959) del Partido Liberal Colombiano (PLC), fue simbólica en varios sentidos. De un lado, fue la expresión de una presencia autónoma e independiente de los comunistas, buscando quebrar una hegemonía política bicéfala de las élites liberales y conservadores. De otro lado, al llevar como candidato a un dirigente indígena con un fuerte trabajo regional pero escasamente conocido en la capital, que estaba activamente inmerso en las luchas por la tierra y contra el latifundio, a una persona modesta y humilde que apenas contaba con unos pocos grados de escolaridad y que se encontraba en las antípodas de los estándares de los candidatos blanco-mestizos de las élites urbanas, era un mensaje dirigido a la sociedad acerca de una forma inédita y radicalmente distinta de ejercer la actividad política.
Son las referencias escritas por el ya mencionado líder obrero Ignacio Torres Giraldo en varios de los libros sobre las luchas obreras y agrarias del país de las primeras décadas del siglo XX, las que arrojan algo de luz sobre este casi olvidado dirigente indígena. Sobre el particular, en uno de sus textos hizo la siguiente semblanza:
“Un dirigente indígena de magnífica capacidad, audacia y dinamismo, ha sido Eutiquio Timoté. Figura de caudillo, resistente y tenaz como son los jefes de pueblos oprimidos. Timoté es inteligente y tiene la vena de la malicia indígena muy desarrollada. Es lo que decimos nosotros, un zorro, un verdadero hombre de sentidos intermedios que piensa siempre más de lo que dice. Timoté capta con gran facilidad las ideas nuevas y tiene la virtud de asimilarlas al reducido lenguaje que domina. Organizador y orador. Dirigente de honradez ejemplar y lealtad sin la menor sombra de duda. Timoté actuó por un tiempo en el Cauca y después se trasladó al sur del Tolima, región del Saldaña”.
José Gonzalo Sánchez, ¿comunista y totoró o totoró y comunista?
El líder totoró José Gonzalo Sánchez, conocido como “Chate”, nació en la comunidad de Miraflores del municipio de Totoró, Cauca; fruto de un envenenamiento perpetrado a instancias de terratenientes locales, murió en el mismo municipio en que nació, el 11 de septiembre de 1949, luego de un día de dolorosos padecimientos. En 1926 en Coyaima, Tolima, contrajo matrimonio con Paulina Animero Vargas, la cual, en algunas circunstancias azarosas y adversas de su vida como dirigente, le brindó una invaluable colaboración.
Una vez terminados sus estudios en la escuela básica de su pueblo, siendo un adolescente de sólo 16 años, se convirtió en un entusiasta seguidor de las luchas emprendidas por Manuel Quintín Lame Chantre, llegando a ser uno de sus más reconocidos “secretarios” y colaboradores, razón por la cual tuvo una destacada participación en los sucesos de La Quintinada, lo que a la postre le significó ir a la cárcel durante un largo año.
Durante el tiempo en el que Manuel Quintín Lame estuvo privado de la libertad, fue José Gonzalo Sánchez el que asumió el liderazgo de los más importantes procesos organizativos que se adelantaban con varias de las parcialidades de los pueblos indígenas del Tolima, Huila y Cauca. En este contexto, y como ya se vio, en compañía de Eutiquio Timoté Tique, le dio forma al CSI, organización que, pese a su efímera existencia, desde la apuesta por la recuperación de los resguardos de origen colonial y la resignificación de los cabildos indígenas, sentó las bases para la emergencia de ulteriores procesos organizativos, amén que contribuyó decididamente a configurar en la región una significativa tradición de luchas indígenas, hasta el punto que se la llegó a considerar, con toda justicia y razón, como el lugar en los que los pueblos indígenas alcanzaron tempranamente, los más altos niveles de conciencia identitaria y de organización.
En muchas ocasiones las parcialidades indígenas afectadas por las leyes que buscaban disolver los resguardos indígenas de origen colonial, acudieron a José Gonzalo Sánchez para que las representara y defendiera sus intereses. Fue así como a mediados de la década de los años veinte del siglo pasado, cuando trabajaba con Manuel Quintín Lame, distintas parcialidades indígenas de Ortega, Chaparral, Caguán, Natagaima y Coyaima, le otorgaron plenos poderes para que realizara las gestiones legales necesarias para evitar la extinción de la propiedad colectiva. Infortunadamente las demandas de inexequibilidad que elevó ante la Corte Suprema de Justicia (CSJ) respecto de varias leyes agrarias promulgadas entre 1905 y 1921 que liquidaban los resguardos, no arrojaron resultados favorables, lo cual lo terminó de convencer aún más en que la lucha jurídica no sólo tenía alcances sumamente limitados, sino que cuando los fallos eran contrarios terminaban afectando el espíritu de lucha de las organizaciones indígenas.
Esta experiencia organizativa indígena de carácter regional, aunada a su participación en el PSR y en el PCC, en el que además de ser uno de sus fundadores fue miembro de su primer comité central, gradualmente lo fue perfilando como un dirigente indígena con una gran proyección nacional, ya no solamente dedicado a la defensa particular de los pueblos indígenas de esta región del suroccidente, sino a representar las demandas y reivindicaciones de todos los pueblos indígenas del país. Sobre el particular un contemporáneo suyo, agudo observador de las luchas de los movimientos sociales de la época, dijo sobre José Gonzalo Sánchez que:
“Es un dirigente e instructor de vastos conocimientos. Conoce la cuestión nacional indígena a cabalidad, y sabe de los procesos de la política general colombiana; sabe perfectamente las tareas de organización, y sobre todo es modesto y se distingue por su acrisolada honradez y su probada sinceridad”.
En 1930 coincidieron dos situaciones que terminaron por precipitar una ruptura que ya se avizoraba. De una parte, mientras Manuel Quintín Lame Chantre estuvo detenido durante una buena temporada en una cárcel de Ibagué, Tolima, profundiza su misticismo mesiánico y al salir asume una postura en la que exagerada la confianza tanto en las vías legales y jurídicas para defender los derechos de los pueblos indígenas, como en las posibilidades que el gobierno nacional, tomando conocimiento de las injusticias y atropellos que se estaban cometiendo contra estos, se decantara en favor de sus demandas y los protegiera de las élites locales y regionales, las que, según su visión, actuaban sin el consentimiento del nivel central, situación que definitivamente relegaba a un segundo plano el trabajo organizativo de base en favor del liderazgo personal. De otro lado, José Gonzalo Sánchez y Eutiquio Timoté, como ya se ha dicho, tienen una participación activa en la fundación del PCC, hasta el punto que el primero de ellos es elegido como miembro del comité central, bajo el entendido que desde allí tenían una plataforma más amplia para desarrollar sus actividades organizativas al articularlas al de otros sectores sociales.
Este choque entre posiciones distintas de abordar el trabajo con los pueblos indígenas se tradujo en una profunda rivalidad personal que enfrentó a Manuel Quintín Lame Chantre especialmente con José Gonzalo Sánchez. Si bien intentaron mantener la rivalidad en unos buenos términos, en algunas ocasiones salieron a relucir acusaciones mutuas. El primero, le llegó a recriminar fuertemente al segundo el que hubiese subordinado los derechos de los pueblos indígenas a los intereses del comunismo internacional, en tanto que el segundo le recordaba al primero el apoyo que en distintos momentos le brindó al Partido Conservador Colombiano, a la vez que le criticaba el que le generara a los pueblos indígenas muchas expectativas en cuanto a los resultados que podrían arrojar los innumerables memoriales que recurrentemente enviaba al gobierno nacional.
Con su vinculación al PCC sus actividades se volcaron en tres horizontes distintos pero complementarios. Primero: en incentivar la creación de Ligas Indígenas y Ligas Campesinas en procura de su articulación a las organizaciones de otros sectores sociales, especialmente sindicales y cívicos. Baste relacionar al respecto tres hitos importantes. En 1938 asistió como delegado de la recientemente creada Federación Indígena y Campesina de Colombia (FIC) al congreso fundacional de la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC), consiguiendo que en sus conclusiones quedaron consignadas importantes reivindicaciones indígenas, como la referida a la derogación de todas las leyes que promueven la disolución y desintegración de los resguardos. En septiembre de 1944 en la Cuarta Conferencia de la Federación Departamental Indígena y Campesina del Cauca, de la cual era copresidente junto a su hermano Manuel Tránsito Sánchez (c.a.1924-2015), le exigió con vehemencia al gobierno nacional le pusiera fin a la política de división de los resguardos indígenas y a la conversión de los comuneros indígenas en jornaleros agrícolas. Finalmente, en 1947 resultó electo como presidente de la FIC desde donde abogó por la necesidad de la formalización, bajo figuras colectivas, de las tierras para los pueblos indígenas.
Segundo: en participar activamente en la política electoral, en el marco de la cual, en al menos dos ocasiones resultó elegido como concejal, en Silvia, Cauca, para el período 1936-1938, y en 1949 para Totoró, curul que a la postre no pudo asumir debido a su asesinato. Su cargo como concejal, así como siempre lo hizo desde cualquier posición que llegó a ocupar, lo utilizó para defender con firmeza los derechos de los pueblos indígenas y en ese sentido propuso varias veces al gobierno nacional el establecimiento de una circunscripción especial para la Cámara de Representantes de manera tal que fuera ocupada por un delegado de los pueblos indígenas.
Tercero: en representar al PCC y a los pueblos indígenas del país en diferentes eventos internacionales relacionados con la Tercera Internacional, instancia de coordinación global de los partidos comunistas de todo el mundo que seguían las orientaciones de la Unión Soviética. Sobre el particular, con un pasaporte prestado de su amigo Absalón Mazuera Peña (1901-¿?), en agosto de 1932 viajó a Moscú a estudiar en la Escuela Leninista Internacional (ELI), curso que infortunadamente no pudo concluir debido a que se enfermó, no obstante, en octubre de 1934, allí mismo, en representación de los comunistas colombianos, participó en la III Conferencia de los Partidos Comunistas de América del Sur y del Caribe. Hizo parte de la comisión preparatoria de los materiales sobre América del Sur y del Caribe para el VII Congreso de la Tercera Internacional celebrado en 1935. Fue delegado al Congreso Sindical Latinoamericano que se celebró en mayo de 1929, al cual no pudo finalmente viajar por falta de recursos económicos.
Una paradoja de la historia
La experiencia organizativa indígena realizada por José Gonzalo Sánchez y Eutiquio Timoté Tique fue sumamente importante, aunque su legado no ha sido valorado en su entera dimensión. Buena parte de las críticas que les endilgaron, en el sentido en que desconocieron las condiciones propias de los pueblos indígenas, sus reivindicaciones específicas, sus procesos organizativos y su tradición de resistencia, no sólo terminan siendo injustas en la medida en que parten de juicios de valor realizados desde un presente que pasa por alto el contexto temporal en el que se desarrolló, sino porque invisibilizan los abordajes que, desde sus praxis organizativas, lograron elaborar, en donde a partir de la ubicación del lugar de los pueblos indígenas en un proceso revolucionario, en sus planteamientos siempre estuvieron presentes elementos vertebrales referidos a la defensa de sus territorios y de su autodeterminación.
Como ya se aludió, José Gonzalo Sánchez y también Eutiquio Timoté Tique, tenían una lectura bastante clara de la situación de los pueblos indígenas en el contexto de las relaciones de producción y las características inherentes del sistema socioeconómico existente en su época, el cual se definía por una suerte de dualidad, en tanto que había unas regiones donde se advertía un régimen capitalista de enclaves extractivistas en el que se explotaba la mano de obra de obreros y jornaleros agrícolas, coexistiendo con regiones en las que había un régimen hacendatario con relaciones de tipo señorial y patrimonialista en las que, en lo fundamental, se hallaban buena parte de los pueblos indígenas. En esa dirección, si bien la militancia comunista podría haberlos llevado a darle un énfasis especial a la conciencia de clase, en tanto campesinos, en sus propuestas sobre la cuestión indígena no desatendieron las reivindicaciones étnicas y culturales específicas de los pueblos indígenas, los que, en términos generales eran asumidos como “nacionalidades indígenas oprimidas”, tanto por una nacionalidad blanco-mestiza como por un sistema capitalista. En consecuencia, en los planteamientos que ambos presentaron a lo largo de sus trayectorias político-organizativas se encuentran reivindicaciones del tenor siguiente: recuperación y consolidación de los resguardos indígenas de origen colonial y creación de nuevos resguardos en los baldíos nacionales, proscripción de todo tipo de trabajos personales gratuitos, fortalecimiento de los cabildos como espacio de autonomía, impulso de los idiomas nativos y de la enseñanza bilingüe, derecho prioritario a explotar por si mismos las minas ubicadas en los territorios indígenas, entre otras. El grueso de estas demandas, traducidas a un lenguaje más moderno de derechos, finalmente fueron recogidos en la plataforma le dio origen al Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), organización que marcó un verdadero hito fundacional del actual movimiento indígena.
Más arriba se decía con cierta ironía que por una paradoja de la historia, el movimiento indígena contemporáneo de Colombia reivindicaba con gran despliegue la herencia de Manuel Quintín Lame Chantre, hasta el punto que 1985 inspiró la creación del Movimiento Armado Quintín Lame (MAQL) que fuera una de las primeras guerrillas indígenas de América Latina, pero las organizaciones indígenas que empezaron a emerger ya desde los primeros años de la década de los setenta del siglo pasado, lo hicieron transitando por la senda desbrozada por Eutiquio Timoté Tique y, sobre todo, por José Gonzalo Sánchez.
Así las cosas, valga recordar que, queriéndole tributar un homenaje a José Gonzalo Sánchez, el CRIC, en su primer congreso, eligió como presidente a su hermano Manuel del Tránsito Sánchez, que al poco tiempo tuvo que ser reemplazado ante su imposibilidad de asumir el cargo como consecuencia de la dura represión y persecución a la que fue sometido por los latifundistas de la región. En estas primeras organizaciones indígenas que se diseminaron a lo largo y ancho de los Andes, ya sea como “colaboradores” o “solidarios”, participaron varios intelectuales blanco-mestizos, así como líderes sociales de sectores populares, muchos de los cuales traían una tradición de militancia en distintas organizaciones de izquierda. Durante varios años, al menos hasta la expedición de la Constitución de 1991 que reconoció la diversidad étnica y cultural del país, las organizaciones indígenas siempre procuraron articular sus luchas y sus demandas específicas, a las de otros sectores sociales, tal y como años atrás lo habían hecho José Gonzalo Sánchez y Eutiquio Timoté. Infortunadamente esta articulación entre pueblos indígenas y otros sectores sociales hoy en día se hace cada vez más compleja y excepcional; pero esa es otra historia.

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Por: Juancarlos Gamboa Martínez

Tomado: Agencia Prensa Rural