“Esto significa solo una cosa: si los potenciales nucleares —los que íbamos limitando junto con EE.UU. desde la época de (expresidente ruso desde 1964 a 1982, Leonid) Brezhnev— no están sujetos a limitaciones, entonces se comienzan a incrementar. Si nuestros amigos del otro lado del charco los incrementan, por supuesto, tendremos que tomar medidas simétricas o asimétricas para neutralizar estos potenciales de alguna manera”, ha dicho este jueves el primer ministro ruso, Dmitri Medvedev.
Además, ha advertido que, si no se dan pasos para mantener el actual orden mundial internacional en el control de armas, esto podría desembocar en una carrera armamentista.
Estas declaraciones del también vicepresidente del Consejo de Seguridad del país euroasiático se han producido en referencia al Tratado de Reducción de Armas Estratégicos ruso-estadounidense (START III), suscrito en 2010 entre los entonces presidentes de Rusia y EE.UU., es decir el mismo Medvedev y Barack Obama, que limita los arsenales de dos países, denunciando que, de momento, no se ve el interés de EE.UU. por prolongar este tratado.
El funcionario ha reiterado que duda la posibilidad de que se prorrogue el START III debido a la posición nada constructiva de Washington, enfatizando que “para que un tratado sea eficaz, es necesario que todos los Estados signatarios lo cumplan”, y, por eso, Rusia quisiera que “cambie la posición de los estadounidenses”.
Washington se retiró oficialmente en agosto de 2019 del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés), firmado en 1987 entre EE.UU. y la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Este pacto fue el primer convenio entre dos superpotencias para eliminar toda una categoría de armas nucleares, es decir, todos los misiles que pueden ser lanzados desde tierra con un alcance de entre 500 y 5500 km.
Tomado: tercerainformacion