En 2030 el yuan chino podrá alcanzar una participación de entre el 5% y el 10% en las reservas internacionales de divisas de otros Estados, dejando atrás al yen japonés y a la libra esterlina, según los analistas.
En julio del 2020, las inversiones extranjeras netas en los bonos nacionales de China alcanzaron unos 21.300 millones de dólares, un máximo que no se ha registrado desde mediados del 2014, cuando Pekín empezó a publicar los datos estadísticos. Los economistas de Morgan Stanley pronostican que las inversiones de cartera en China constituirán unos 150.000 millones de dólares en 2020, y entre 2021 y 2030 aumentarán hasta alcanzar entre 200.000 y 300.000 millones en términos anuales.
En 2016 el Fondo Monetario Internacional añadió la moneda china en su canasta de los Derechos de Giro Especial. A finales de 2019, al menos 70 bancos centrales pasaron a tener la moneda china en sus reservas de divisas frente a los 60 en 2018.
Dado que las autoridades chinas están interesadas en atraer mayores capitales extranjeros y aumentar la apertura de sus mercados financieros, no es sorprendente que una gran parte de los activos mundiales pueda acabar siendo nominada en yuanes en el futuro próximo.
Actualmente, la participación del yuan en las reservas internacionales de divisas no supera el 2%. Y es porque existen varios factores que limitan el proceso de su internacionalización, explicó a Sputnik Liu Dongmin, uno de los directivos del Instituto de Economía y Finanzas Mundiales de la Academia China de Ciencias Sociales.
En la actualidad el factor más importante, según el experto, es el grado de transparencia en la cuenta corriente de China, que suma el volumen de la exportación y de la importación, el ingreso neto obtenido gracias a la inversión y los pagos por transferencia. Hasta ahora, China no ha revelado ese indicador por completo. Y esto, por supuesto, limita la internacionalización del yuan.
La conversión libre del yuan y el grado de la apertura de los mercados financieros chinos también desempeñan un papel clave en la popularización de la moneda China. Además, es importante que la economía china mantenga las altas tasas de crecimiento a mediano y a largo plazo.
Es posible que próximamente China registre un déficit en su cuenta corriente a medida que trate de cambiar su modelo de crecimiento económico, pasando a exportar menos y consumir más. Los analistas de Morgan Stanley calculan que ese indicador macroeconómico podría entrar en terreno negativo, alcanzando el 1,2% del PIB chino en 2030. En estas circunstancias, para poder financiar ese déficit, China necesitaría acumular el flujo neto capital de al menos 180.000 millones de dólares anuales entre 2025 y 2030.
Liu Dongmin considera que estos pronósticos de Morgan Stanley son lo suficientemente justificados, porque China muestra unos resultados económicos bastante buenos.
«La lucha contra la epidemia ha sido exitosa, y eso hace que los mercados chinos sean más atractivos para los inversores. (…) Vemos que el rendimiento de los activos chinos es más alto que el de los activos de los mercados occidentales. Así que los inversores extranjeros que invierten en China obtienen mayores beneficios que los que eligen a los países occidentales», señaló.
La mayor parte de los países desarrollados ha adoptado políticas basadas en tipos de interés bajos, si no nulos, para contrarrestar la crisis actual. Esto hace que la inversión en sus mercados financieros sea menos rentable. China, a su vez, se abstiene a adoptar estas estrategias y apoya una tasa de interés más alta, aplicando una política monetaria moderada. Por ello, la diferencia entre el rendimiento de los chinos y los de otros mercados hace que la inversión en China sea cada vez más atractiva.
Tomado: tercerainformacion