Los cubanos con 59 años, o menos, carecen de recuerdos de su país antes del férreo bloqueo económico, comercial, financiero y tecnológico impuesto por el Gobierno de EE. UU., mediante Orden Ejecutiva Presidencial, un 3 de febrero de 1962. Han pasado ya 12 presidentes por la Casa Blanca, y Cuba resiste.
Este bloqueo, llamado eufemísticamente «embargo» por los ocupantes de la Oficina Oval, tiene ya un lugar en los récords Guinness, al considerarse, sin discusión, como el genocidio más prolongado en el mundo.
A precios corrientes, los daños acumulados durante casi seis décadas alcanzan la cifra de 144 413,4 millones de dólares. Tomando en cuenta la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, el bloqueo provoca perjuicios cuantificables por algo más de un billón de dólares.
Solo desde abril de 2019 hasta marzo de 2020, la unilateral medida causó pérdidas en el orden de los 5 570,3 millones de dólares. Esto representa un incremento de alrededor de 1 226 millones de dólares con respecto al periodo anterior.
Por primera vez, el monto total de las afectaciones ocasionadas por esta política en un año rebasa los 5 000 millones de dólares.
Voceros norteamericanos declararon abiertamente que los propósitos de esta verdadera guerra económica contra la Mayor de las Antillas son provocar escasez de alimentos, carencias materiales y la interrupción de los servicios públicos, en busca de sembrar el desaliento y la insatisfacción, a fin de responsabilizar y denigrar a la Revolución, culpándola de ineficiente en el manejo de los recursos y causante del modesto crecimiento de la economía, agudizados estos efectos por el arreciamiento del bloqueo contra el país desde el inicio de la pandemia de la covid-19, hace casi un año.
Aunque sus adláteres en las redes sociales pretendan encubrir esta realidad, el bloqueo económico, que califica como un acto de genocidio a tenor de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948, es el principal obstáculo al desarrollo de la economía cubana y para el pleno disfrute de los derechos humanos de su pueblo.
«El bloqueo se aplica, de manera extraterritorial, contra la soberanía de terceros Estados, compañías y ciudadanos de otros países», aseveró el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, en octubre del pasado año, e instó a la comunidad internacional a volver a rechazar, de manera abrumadora, la cruel política, y a aprobar, por 29na. ocasión, la propuesta de resolución en la Asamblea General de la onu, que se votará en mayo próximo.
La hostilidad de los gobiernos de ee. uu. contra la Revolución Cubana data de antes del triunfo de esta contra la dictadura de Batista, a la que apoyaron con equipamiento y armas. Desde el propio 1ro. de enero de 1959, adoptaron una política de hostigamiento sistemático contra nuestro país, con el propósito de desestabilizar el naciente proceso de cambio social.
La administración del presidente Dwight Eisenhower rompió relaciones con Cuba en enero de 1961, y desde entonces no han cesado las agresiones de todo tipo y contra todos los sectores de la economía y la vida social, ataques recrudecidos por el gobierno de Donald Trump, quien, en su mandato, implementó unas 240 medidas coercitivas.
El bloqueo llegará a su fin, el mundo conoce su perversidad y se le opone.
Tomado: Granma