Colombia
un país clasista, siempre ha demostrado un profundo odio por los pobres y desarraigados,
los mismos que son tenidos en cuenta en campañas políticas, para que los
políticos de todos los pelambres, se acuerden de ellos, los visiten y les hagan
promesas que nunca les van a cumplir.
Los
jóvenes de barrios pobres carecen de los más elementales derechos como la
educación, vivienda digna, muchos no logran si quiera llegar a terminar sus
estudios básicos, por lo que conseguir un empleo se hace muy difícil y
complejo. Lo que hace que estén en busca de oportunidades, las que el Estado les
ha negado.
En
este escenario de pobreza y de falta de oportunidades, los jóvenes se
convierten en blanco fácil de todo tipo de ofertas, no solo de trabajo, sino de
enlistarse en grupos armados, delincuencia común, narcotráfico, reclutamiento
por parte del ejército nacional.
A
la llegada al poder de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), dirigió toda su política
a la guerra fratricida en contra de la guerrilla de las FARC, fue el aliado
número 1 de Bush y su lucha contra el terrorismo, lo que le sirvió para incentivar
el Plan Colombia, que no era otra cosa, sino convertir el país en teatro de
operaciones, las zonas rurales se convirtieron en lugares donde el Estado probaba
el armamento que iba a ser utilizado en las guerras que EEUU dirigió al mundo.
El
ejército empezó a manejar de forma autónoma, los dineros que le entregaban para
financiar la guerra, sin que tuvieran que dar cuenta a nadie, la corrupción a nivel
más alto del ejército, sin olvidar que, hasta ese momento, ya se habían
establecido que los militares actúan en connivencia con grupos paramilitares y
algunos recibían nómina de los narcos.
Uribe
preocupado por los pocos resultados y su ministro de defensa Camilo Ospina,
tuvieron la idea de ofrecer recompensas, bonificaciones a militares que
tuvieran anotaciones sobre bajas en combate, uno de los decretos Boina, establecía
pagos, mensualidades, el monto de la bonificación sería determinado por el
propio presidente, este se otorgaba a una misma persona cuantas veces se
hiciera acreedora. Por ello el general Montoya en su momento pedía litros de
sangre a sus subalternos.
La
guerra que Uribe Vélez estaba desarrollando en contra de las FARC, no le estaba
dando resultados y fue aquí, cuando se inicia la verdadera esencia de lo que se
ha llamado la política de seguridad democrática. Tenían que sumar bajas y el
ejército entregar cuentas sobre los dineros del Plan Colombia,
Fue
en este momento donde se iniciaron los mal llamados falsos positivos, en un
primer momento, el ejército empezó a informar sobre combates y bajas, en toda
la geografía, estas personas no eran identificadas, nadie conocía sus
identidades y nadie las reclamaba muchas de estas eran indigentes que vivían en
las calles, algunos eran conocidos por ser drogadictos, ladrones de pequeñas cuantías,
que muchas veces las comunidades agradecían no volver a ver. Pero estos no
daban los resultados esperados, lo que llevó a incursionar en los barrios pobres
de las grandes capitales, en algunos casos muchos jóvenes fueron invitados con
una oferta de empleo a viajar a lugares apartados de su hogar, otros fueron
reclutados directamente por el ejército, en lo que se conoce como batidas,
consiste en pedir a los jóvenes su tarjeta militar, si esta no la presenta es
subido a un camión para trasladarlo a un batallón y allí es reclutado para
prestar el servicio militar. Muchos desviaron la ruta y llevaron a los jóvenes
para que sumaran las bajas que les otorgaba una bonificación y para que el
gobierno de Uribe pidiera más ayuda a los gringos.
Los
primeros casos que se conocieron de los falsos positivos fueron de las madres
de Soacha un municipio cerca a Bogotá en el año 2008, Uribe justificó la muerte
de estos jóvenes porque algo debían estar haciendo, no estaban cogiendo café,
fue así como desde distintos lugares iban apareciendo muertos, muchos de los
cuales se encontraban vestidos de camuflado y con botas pantaneras, las que usa
la guerrilla, limpias y nuevas así como los uniformes, algunos con armas, lo
particular de estos combates es que los supuestos guerrilleros tenían botas de
un mismo pie, uniformes que no coincidían con su talla y las armas sin disparar
o con el brazo que no escribía.
Pero
como no eran nadie, solo pobres seguro nadie los extraña y solo suman para las estadísticas,
un bono, ascenso a los militares de rango, a Uribe le beneficiaba seguir al
lado de los gringos, que, a pesar, que fueron apareciendo muertos y se conoció
esta política, nunca se le pidió cuentas al gobierno, la cooperación y el Plan
Colombia siguieron aportando dinero para pagar las muertes de jóvenes, hombres
mujeres, niños, adultos, sin techos, pobres, drogadictos e indeseables, en lo
que se convirtió en un genocidio.
Si
bien, desde el año 2008, se empezó a conocer esta política diseñada desde el
Estado, el mundo al igual que paso en Ruanda, miró para otro lado, el
Parlamento Europeo, los organismos internacionales como la ONU, la Comunidad
Internacional, hasta el día de hoy no sancionó al país, ni pidió que la
justicia esclareciera estos hechos, hasta la CPI, que sabe que se trató de un
genocidio, no ha emitido un fallo que permita que estos crímenes queden en la
impunidad.
Según
la JEP, en su fallo en el macro caso de falsos positivos estableció que fueron
6402, los muertos, algunas ong han dicho que se trata de más de 15 mil
personas, quienes fueron asesinadas por la fuerza pública, como parte de su
política de incentivos. Según Vivanco director de HRW, esta política no tiene
ningún precedente en el mundo. Es decir, ninguna dictadura por cruenta que ha
sido no masacró y desapareció, solo por gusto una bonificación o por mostrar
resultados a los gringos.
Uribe
y todos sus ministros de defensa como son Marta Lucia actual vicepresidenta, Juan
Manuel Santos ex presidente, deben responder ante los tribunales
internacionales por los muertos, que hasta hoy se conocen como falsos
positivos, al no hacerlo el mundo está mirando para otro lado, dando píe a que
otros hagan lo mismo.
Finalmente,
Colombia es un país que tiene miedo de reconocer y juzgar este genocidio, por
ello es pertinente la presencia de la CPI, para que dicte justicia y quede un
precedente para el mundo de lo que no se puede hacer con el argumento de luchar
contra el terrorismo.