El expresidente de EE.UU. Donald Trump quiso asesinar al mandatario de Siria, Bashar al-Asad, revela una exasesora adjunta de Seguridad Nacional estadounidense.
En declaraciones ofrecidas en una entrevista para la nueva serie documental de la cadena británica BBC, llamada ‘Trump Takes on the World’, la ex viceconsejera Kathleen Troia McFarland ha comentado que Trump tuvo que ser disuadido de ordenar el asesinato de Al-Asad.
Según relata la exfuncionaria de la Casa Blanca, unas semanas después de que asumió el cargo en enero de 2017, el magnate republicano insistió en que “eliminaría” a su entonces homólogo sirio, después de ver imágenes de un presunto ataque químico que las potencias occidentales culpan al Gobierno sirio.
“Le dije, ‘bueno, señor presidente, no puede hacerlo’. Él dijo ¿por qué?, y yo dije, ‘bueno, eso es un acto de guerra’”, agrega MacFarland, recordando que el inquilino de la Casa Blanca la miró con furia y que, en ese momento, ella sabía que lo que quería hacer Trump era castigar de alguna manera a Al-Asad y no dejar que se saliera con la suya.
La exfuncionaria fue expulsada de su cargo solo unos meses después en medio de preocupaciones sobre su partidismo.
En septiembre de 2020, Trump admitió que tenía la intención de asesinar a Al-Asad, pero revocó su decisión debido a la supuesta oposición del entonces secretario de Defensa, James Mattis.
Más tarde, el mandatario sirio reprochó a Trump por su mala intención y enfatizó saber que el asesinato no es nada nuevo sino el método favorito de EE.UU. contra líderes oponentes.
El Gobierno sirio ha rechazado categóricamente los informes que lo acusan de estar involucrado en ataques con armas químicas, como el ocurrido en la ciudad de Jan Sheijun, en la provincia noroccidental de Idlib.
Sin embargo, EE.UU. y sus aliados —sin presentar prueba alguna— responsabilizaron a Damasco sobre el caso de Jan Sheijun y, en represalia, lanzaron a principios de abril un ataque con misiles de crucero a la base aérea siria de Al-Shairat, en la provincia de Homs (centro).
Esto mientras el Gobierno sirio entregó sus arsenales de armas químicas en 2014 a una misión conjunta liderada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), que supervisó la destrucción del armamento.
Tras el incidente, Damasco expresó su disposición a cooperar con la OPAQ y recibir a sus expertos tanto en Jan Sheijun como en la base aérea de Al-Shairat pero ciertos países impidieron la misión.
Tomado: tercerainformacion