Por primera vez en la historia de Amazon, los trabajadores de un centro logístico de la compañía en Estados Unidos contarán con la estructura reconocida de un sindicato para negociar colectivamente sus condiciones laborales con la dirección. Los trabajadores de un almacén de Nueva York votaron con un 55% a favor de conformar y unirse al Amazon Labor Union (ALU).
El sindicato, impulsado por Christian Smalls, que ha adquirido notoriedad por sus protestas y movilizaciones contra la falta de medida de seguridad y protección dispuestos por la compañía durante la pandemia, logra de esta forma una importantísima victoria contra Amazon, que ha mantenido una agresiva política contra la sindicalización de sus trabajadores. Smalls, de 33 años, comenzó a trabajar para establecer el ALU en 2020, con el objetivo de reclamar incrementos salariales, cobertura médica y políticas anti-discriminación entre otras mejoras. En un caso claro de represión sindical, la empresa llegó a despedirle en 2020 por sus protestas contra la falta de medidas de seguridad contra la pandemia, alegando de forma oportunista que el tiempo dedicado a protestar suponía una violación del confinamiento sanitario.
La victoria de Smalls y el ALU caía en la sede central de la multinacional (ubicada en Seattle) como un jarro de agua fría, en una dirección acostumbrada a vencer sus pulsos contra los intentos de sindicación de sus empleados. Mientras tanto, en su centro logístico de Bessemer, en el estado de Alabama, el sindicato Retail, Wholesale and Department Store Union (RWDSU), impugnaba con éxito los resultados de una votación que parecían darle la victoria a la compañía.»Independientemente del resultado de las votaciones, los trabajadores han demostrado que es posible», apuntaba Stuart Appelbaum, presidente del RWDSU, una sección sindical respaldada por la central AFL-CIO.
Juntas, las dos votaciones constituyen un paso de gigante para la defensa de los derechos de los trabajadores de Amazon, la segunda empresa con más empleados de todos los Estados Unidos.
En Staten Island, los trabajadores celebraron por todo lo alto la victoria contra la multinacional. Smalls, líder de este histórico movimiento sindical, recordó los humildes inicios con precarias mesas informativas y dos sillas de plástico. «Hemos hecho todo lo que estaba en nuestra mano para conectar con los trabajadores», clamaba Smalls a la multitud congregada en las puertas del centro logístico. «Espero que toda la gente ahora preste atención, porque muchos dudaron durante el camino», añadía.
La respuesta de la multinacional permite ver hasta que punto ha sentido la derrota. En un comunicado, la compañía manifiesta abiertamente su contrariedad por la derrota en Nueva York y, en su desesperación, arremete contra el National Labor Relations Board, organismo público encargado de mediar de asuntos laborales, afirmando que no descarta emprender acciones legales contra ellos por «influir en el voto».
La victoria de Smalls y el ALU es especialmente significativa y marca un hito aún más importante, por haber partido de 0. A diferencia del caso de los trabajadores de Bessemer, secundados por una gran central de implantación nacional, el ALU se ha conformado por completo en los últimos dos años, de forma independiente, para presentar un pulso a la multinacional. «Un auténtico triunfo de David contra Goliath», reivindicaban trabajadores de la compañía tras conocer el resultado.
La batalla ha sido tan desigual, que en memorandums internos, la dirección de Amazon ridiculizaba los intentos de organización de la plantilla neoyorkina como «poco inteligentes y sin articulación». Algo que ha recalcado Smalls, apuntando a que esta victoria puede abrir el camino al más de un millón de empleados en todos los Estados Unidos.
A pesar de la diferencia de fuerza entre los contendientes, Smalls afirma que nunca se sintió intimidado y siempre confió en que tarde o temprano comenzarían las victorias frente a los abusos laborales de la empresa.
Una descarada política antisindical
Desde sus inicios, la compañía de Jeff Bezos se ha caracterizado por su descarada y agresiva política de hostilidad hacia los sindicatos. Persecución legal, amenazas y costosas campañas de propaganda en las que se ensalzan las virtudes de una «relación directa entre la compañía y sus colaboradores», han sido la tónica general de su política contra la sindicación laboral.
En 2016, estas prácticas antisindicales fueron noticia, cuando la International Association of Machinists an Aerospace Workers, un sindicato también respaldado por la central AFL-CIO, denunció amenazas, interrogatorios, vigilancias ilegales e intimidaciones de todo tipo a los trabajadores que intentaban sindicarse en las instalaciones de Chester, en el estado de Virginia. A pesar de que la compañía rechazó las acusaciones, suscribió un compromiso con el National Labor Relations Board de respetar los derechos sindicales en el futuro.
Sin embargo, la persecución a los sindicatos, no cesó.
Con la llegada de la COVID-19, las medidas para hacer frente a la pandemia supusieron un elemento de galvanización de las reivindicaciones laborales. Mientras se confinaba a la población, los empleados de la compañía se veían obligados a continuar acudiendo a sus puestos de empleo, sin medidas de seguridad y una escasísima disposición de equipos de protección o recursos para evitar contagios. Esta situación impulsó numerosos movimientos de protesta y reivindicaciones, entre ellas la protagonizada por Christian Smalls, que condujeron posteriormente a nuevos intentos de sindicación.
Con la victoria en Nueva York, sumada a una posible victoria en Bessemer, parece derribarse un muro y concluir dos décadas de victorias de la multinacional contra los trabajadores. El ALU, Smalls y los empleados de la planta de Staten Island, sientan un precedente que puede impulsar la organización, los intereses y la reivindicación laboral de más de un millón de trabajadores y trabajadoras en los Estados Unidos.
Tomado: tercerainformacion