El hecho, perpetuado, entre otros, por exmilitares colombianos en la propia casa presidencial y financiado desde empresas de seguridad de Miami ―según han dictaminado tribunales de la ciudad del sureste de EE.UU.―, ha conducido al país a una situación más complicada que las crisis anteriores de este siglo. Aquí estamos hablando de una fragmentación social, con disímiles actores en pugna, que desde el mes de febrero ha llegado al paroxismo.
La ilegitimidad del gobierno, desprovisto ya de su período constitucional para gobernar, y una agudización de la situación de “vacío de poder”, ha permitido la potenciación exponencial de grandes bandas armadas.
La actuación de estos militares colombianos da cuenta de una intencionalidad velada, desde el exterior, por conducir a Haití a una situación como la que está viviendo. Las redes sociales también han hecho su “magia”, difundiendo fake mediante la clásica y colonial acusación de canibalismo entre los habitantes, para promover la imagen de un país “gobernado por la barbarie” que, “irremediablemente”, tendría que ser intervenido.
El 7 de febrero indicaba constitucionalmente la fecha tope para la salida del gobierno actual, compuesto básicamente por el primer ministro Ariel Henry quien, desde Puerto Rico, renunció a su cargo, aunque realmente nunca fue juramentado en el mismo. La ilegitimidad del gobierno, desprovisto ya de su período constitucional para gobernar, y una agudización de la situación de “vacío de poder”, ha permitido la potenciación exponencial de grandes bandas armadas, algunas lideradas por conocidos exfuncionarios, que han venido avanzando en la toma de diversos espacios del país y además se vienen perfilando como actores políticos.
Tomado: Tercerainformacion