Las pasadas elecciones han demostrado
que sigue siendo la abstención la forma como los colombianos se pronuncian
frente a la política y la clase política corrupta e inepta, que no ha permitido
nuevas opciones o alternativas que planteen cambios estructurales en el manejo
del poder.
Si bien, la existencia de 5 candidatos puede dar la
idea de un país con diversas tendencias políticas amplio y democrático, la
realidad parece que no se ajusta, salvo el Polo, aunque con tímidas propuestas
alternativas, los demás candidatos en la esencia son los mismos quienes
proponen ajustar el modelo neoliberal, permitir la entrada a las
multinacionales, la reforma agraria que tanto necesita Colombia, la han venido
desarrollando no solo con los terratenientes nacionales, sino con la entrega de
tierras a compañías extranjeras, por lo cual una gran parte del país ya no
pertenece a los colombianos, lo que parece contradictorio frente a la pérdida
de una parte de mar.
Otro factor que se vio en esta
contienda electoral, es la carencia de propuestas, pues los colombianos tuvimos
que ir a las urnas, sin tener claro cuáles eran las promesas de los políticos, esto demuestra el desprecio que tiene la clase
política por las mayorías, a quienes pretende y ha gobernado de espaldas. De ahí,
que no hayan existido debates de ideas políticas, sino un remedo publicitario
de candidatos, que parecía más bien un examen oral de quinto de primaria en los
dos debates televisados, donde lo único que quedo claro, es la ignorancia y la
pobreza mental, que puede ser un reflejo de lo que somos, pero explicado por la
falta de educación y de oportunidades.
Lo que si logro dinamizar las
campañas políticas fue el escándalo, donde Santos y Uribe en muñeco de Zuluaga
se disputaron quien es el más delincuente, de ahí que sean los que pasaron a la
segunda vuelta. No por sus ideas de renovación y de cambio, pues, en la esencia
son el mismo proyecto político que nos ha gobernado durante estos últimos 12
años, caracterizado por la violencia extrema, la polarización y la exacerbación
del modelo neoliberal, con profundas implicaciones sociales para las mayorías.
Ahora la disputa electoral se centra
en lo que se puede llamar la derecha y la ultra derecha, de plano en el país la
derecha como tal, no ha sido decente con proyectos políticos, salvo los que son
basados en intereses propios y de clase.
Esto se puede explicar por la profunda desigualdad social, el competir con Haití,
en pobreza, iniquidad, falta de educación, salud, vivienda, por nombrar solo
algunos, sin olvidar que más de 20 millones de colombianos son pobres y 12
millones viven en la extrema pobreza, es decir, ni siquiera alcanzan a
solventar una comida diaria.
Esto demuestra que la derecha no solo
utiliza las armas para eliminar a los que considera sus adversarios, sino que
utiliza otras armas más sofisticadas, como el no pago de un salario adecuado,
negar el servicio de salud, los sistemas de contratación, adecuar las leyes que
les permitan acumular mayor capital, mientras sus empleados se baten entre la pobreza
y la miseria, degradar la condición del empleado, sin olvidar el desempleo.
Pese a esto, lo que resulta lamentable
es que los colombianos permitan que esta élite corrupta e inepta continúe gobernándonos,
si bien, el abstencionismo demuestra que el 60% de los colombianos de bien,
prefiere no participar de este remedo de democracia, las élites siguen repartiéndose
el poder y las mieles de la burocracia. Pues sí, gobernar no dejara tantas ganancias
los políticos no existirían.
En la coyuntura política de hoy,
incluso algún sector de la izquierda moderada o liberal, han llegado a afirmar
que en la segunda vuelta se vota por la paz o la guerra, lo que necesariamente
se debe apoyar, carece de sustento real. Si bien, Santos ha utilizado los diálogos
de La Habana como su slogan publicitario, sin contar que es lo único que puede
mostrar en su gobierno, pues, los temas centrales como la reforma a la
educación, la salud y temas sociales parece que seguirán en el olvido. Esto sin
desconocer, que en un ataque emocional y después de ganar la segunda vuelta le dé
por levantarse de la mesa.
Por el otro lado esta Uribe y su
muñeco quienes le apuestan a la continuidad de la guerra, esto explicado no
solo porque les guste la sangre y el olor a muerte, sino que con ello,
consiguen apropiándose de las mejores tierras, contratos a través de la entrada
de las multinacionales, enriquecimiento ilícito, la mega minería a gran escala.
Lo que configura un gran capital para unos pocos, y la fascinación por
perseguir y chuzar a todo el que considere su contradictor, hasta ahora hemos
visto el progreso de su escuela y no sabemos cuántas Andrómeda o hacker existen
en todo el territorio. Lo que sí sabemos es de donde Uribe obtiene sus noticias
bomba o las chiva del día.
Todo esto sustentado en el pobre
discurso del castro-chavismo, que hasta ahora no sabemos qué es, o que propone,
o si es una ideología política cuáles son sus bases reales, o por el contrario si
es un nuevo ritmo caribeño. Lo que me recuerda el discurso de Reagan cuando en
un momento de lucidez exacerbada le dio por dividir el mundo en el eje del mal,
un designio divino entre el bien y el mal. Ahora esta es nuestra versión
criolla.
En conclusión solo hasta que las masas se
empoderen del papel que les corresponde en la historia, no tendremos otra opción
más que elegir entre el barro y el lodazal o entre la mierda y la diarrea.