Un informe del Consejo Nacional de Investigaciones reportó que casi uno de cada 100 adultos en ese país está en prisión, tasa de cinco a 10 veces más alta que las de Europa y otros países
Estados Unidos tiene tras las rejas a 2,2 millones de personas, casi el 25 % de la población encarcelada del mundo, reporta PL.
Un comentario del periodista David Brooks, columnista de La Jornada, aborda esa situación y otros aspectos de la justicia en el país que se autoproclama “faro de la libertad mundial”.
Un informe del Consejo Nacional de Investigaciones, grupo científico de élite de la Academia Nacional de Ciencias, reportó que casi uno de cada 100 adultos en el país está en prisión, tasa de cinco a 10 veces más alta que las de Europa y otros países, indica el texto.
De los encarcelados, subraya, 60 % son afroestadounidenses o latinos, a la vez que plantea que en el país que se autotitula “ejemplo de democracia”, el pueblo tiene muy poca influencia sobre sus representantes.
En ese sentido Brooks pone como ejemplo que a pesar del apoyo abrumador a favor de un incremento del salario mínimo (en algunos sondeos más de 75 % lo apoya), el Senado, del que más de la mitad de sus integrantes son millonarios, derrotó esa medida.
Al analizar sondeos de opinión pública y compararlos con la toma de decisiones políticas en los últimos 30 años, investigadores comprobaron que los intereses de los más ricos casi siempre prevalecen sobre la voluntad e influencia de las mayorías, acentúa.
Al abordar el presunto imperio de la justicia en el país, Brooks aborda el juicio que se sigue en Nueva York contra Cecily McMillan, estudiante de la Universidad New School y participante del movimiento Ocupa Wall Street, quien es acusada de golpear a un policía debajo del ojo cuando este intentó arrestarla.
Ella, describe el columnista, afirma que el policía la agarró por atrás y le lastimó los pechos, y que ella no sabía que el agresor era un oficial cuando le dio un codazo como reacción espontánea de defensa.
No importa que el policía haya sido acusado anteriormente de uso excesivo de fuerza, ni que McMillan no tenga antecedentes penales, ni que la policía empleara tácticas de agresión física múltiples veces contra los Ocupa, señala.
Como suele suceder, subraya, los que denuncian o son víctimas de la injusticia aquí se encuentran en el banquillo de los acusados, a la vez que los más ricos se han vuelto “intocables” por la justicia, mientras esta se aplica de manera cada vez más agresiva contra disidentes y delincuentes pobres.
Tomado: Granma